martes, 29 de julio de 2014



Las vidas de Grace o la infancia abusada: la traumática sutura de las heridas del yo.

Título original: Short Term 12
Año: 2013
Duración: 96 min.
País:  Estados Unidos
Director: Destin Cretton
Guión: Destin Cretton
Música: Joel P. West
Fotografía: Brett Pawlak



                                                             



Cuando una historia se impone a los recursos narrativos fílmicos, olvidamos de repente que estamos delante de una obra de arte donde un Director ha abocado toda su imaginación -en el sentido literal de la palabra- y solamente, una vez ha acabado la película y todavía nos sentimos golpeados por aquello que hemos visto, tratamos de recordar aquella compleja trama de secuencias, de planos y contraplanos, de travellings, de planos secuencia, de picados y contrapicados, etc., o el tan específico uso de la cámara al hombro, sin saber si esta revisión mental acabará cambiando nuestra opinión sobre la película.
Hablamos, como ya se habrá adivinado, de una película que muy bien podríamos considerar como heredera del 'cinéma vérité' francés o del 'free cinema' inglés, los dos a medio camino del documental pero con una poderosa narración transparente al servicio de historias sobrecogedoras donde se denuncian situaciones sociales duras e incluso durísimas, como es el caso de Las vidas de Grace, porque, en este film, es la cuidadora de los niños con serios problemas familiares, la que necesita ayuda urgente si es que quiere mantener la integridad psíquica personal y que no se le vaya a pique el proyecto vital en que se ha embarcado con un compañero del trabajo.
En principio, su background de niña abusada muy gravemente, violación incluida, por un padre que está a puntoi de cumplir condena y salir de la cárcel, parece el adecuado para poder atender a criaturas que sufren problemas como el que ella ha vivido en carne propia, pero, como ya digo, todo se complica de lo lindo cuando recibe la noticia dolorosísima de que su padre será puesto en libertad.
Revivir los traumas que tuvo que sufrir a una edad tan temprana, pero a la vez no demasiado lejana, porque no habrán pasado más de veinte años entre su pasado traumático y su presente en que todavía no ha digerido aquellos hechos traumáticos, es, quizás, el eje central de 'estas "vidas de Grace". El plural se refiere, está claro, a su presente laboral, porque la chica está volcada, como educadora social, en la cura de adolescentes con serios problemas.
El cruzamiento de ambas vidas, la suya y la de sus adolescentes, con el estallido de su profunda vergüenza y su incapacidad para superar aquella situación que vivió, se produce justo con la llegada al centro de internamiento, no especialmente riguroso, porque los jóvenes tienen fácil acceso al exterior, de una interna con tentaciones suicidas y propensa a autolesionarse, fruto de una situación de abuso por parte del padre que los terapeutas no han detectado, y que tampoco la joven ha querido nunca denunciar. Es angustioso ver por lo que están dispuestas a pasar algunas jóvenes para no perder el hogar familiar, para no perder el fuerte sentimiento de pertenencia a un grupo familiar fuera del cual se sienten perdidas.
Short Term 12 es el nombre de la institución: centros de acogida donde los internos conviven con sus cuidadores, quienes intentan crear un ambiente donde los jóvenes puedan intentar rehacer sus vidas.
El director trabajó en uno de ellos y el resultado de aquella experiencia fue un cortometraje que ha llegado a ser, mutatis mutandi, este largometraje que se ve como un acercamiento a un mundo a menudo olvidado y como un  homenaje a las personas que dedican sus esfuerzos laborales para  cuidar a personas con tan graves heridas psicológicas.
La verosimilitud de las historias y la verdad de las actuaciones nos atrapan, como espectadores, desde el primer momento, y a pesar de que el comportamiento de la protagonista da a entender que tiene un talante caprichoso, un poco lunático, enseguida averiguamos el trasfondo dramático que lo fundamenta.

Entre las primeras críticas que aparecieron en esta sección, había una, La herida, de Fernando Franco, que tiene mucho que ver con esta, porque se trata de situaciones llevadas  al límite y más allá.  Es curioso que las dos sean la ópera prima de cada uno de ellos. Ahora bien, cuando se ha tenido una relación directa con personas que sufren estos dramáticos trastornos de la personalidad, sea por la causa que sea, es muy difícil olvidar los duros momentos vividos junto a estas personas. Por eso, Destin Daniel Cretton pensó que ninguna otra historia era más digna de ser contada que la que vivió de primera mano. Y se lo tenemos que agradecer, porque nos ha ofrecido una película que la vemos más  con  los ojos del corazón que con los ojos del crítico. Es cierto que se deja llevar por su entusiasmo hacia los 'héroes' que contribuyen a suturar, dentro de sus reducidas posibilidades, las heridas de los jóvenes a su cargo, y que nos quiere dar un final esperanzado, pero ¿lo habremos de censurar por ello?

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