lunes, 28 de diciembre de 2015

“Langosta”: los solteros resistentes: una distopía perversa de Yorgos Lanthinos.


                    

Langosta: la risa, la mueca y el horror: una desconcertante y magnífica comedia negra de Yorgos Lanthinos.

Título original: The Lobster
Año: 2015
Duración: 118 min.
País: Grecia
Director: Yorgos Lanthimos
Guión: Efthymis Filoppou, Yorgos Lanthimos
Música: Varios
Fotografía: Thimios Bakatakis
Reparto: Colin Farrell, Rachel Weisz, Jessica Barden, Olivia Colman, Ashley Jensen, Ariane Labed, Angeliki Papoulia, John C. Reilly, Léa Seydoux, Michael Smiley, Ben Whishaw, Roger Ashton-Griffiths, Rosanna Hoult, Heidi Ellen Love

            Seis años después de su inclasificable ópera prima, Canino, cuyo simple resumen argumental, pues no he tenido ocasión aún de verla, permite imaginar a la perfección las duras imágenes que han de traducirlo, teniendo en cuenta las impactantes que dejan en la retina esta Langosta tan sorprendente como atractiva, tan conseguida, el director griego nos ofrece una película con mayor presupuesto y con la participación de dos de los “grandes” actuales de la interpretación, Colin Farrell y Rachel Weisz, que no decepcionan en sus papeles de solteros resistentes que no pueden ceder a la energía contestataria del amor en un mundo cuya regla básica impide el emparejamiento, y aun hasta la más mínima corriente de simpatía entre los activistas solteros, un fiel reflejo, invertido, del orden social imperante que obliga a estar emparejado para poder sobrevivir como seres humanos en la sociedad. La “invención” de la película, como sucede con la mejor literatura distópica, como en Fahrenheit 451 o en Soylent Green, es extraordinariamente feliz, y el corolario, la existencia de los hoteles donde se les da un plazo prudencial de tiempo a los solteros para emparejarse antes de ser convertidos en animales si no son capaces de conseguirlo, genera un sinfín de situaciones que se mueven entre el absurdo, la comedia negra y el esperpento. Los forzados clientes del hotel, un dechado de imperfecciones congénitas que han impedido tener una pareja estable, pueden ganar tiempo extra en el hotel cuando logran “cazar” a algunos solteros “salvajes” que viven en los bosques, al margen del sistema, un poco al estilo de los yahoos de Swift. Desde la llegada del protagonista al hotel, con un cuestionario que avanza tímidamente al espectador la extrañísima realidad en la que se va a sumergir inmediatamente, la acción mantiene un crescendo impecable que atrae su atención y le permite seguir casi con el alma en vilo una serie de acontecimientos que se resuelven trágicamente y que dan paso a la segunda aparte, la huida al bosque, donde entra en contacto con la resistencia y su lideresa máxima, Lea Seydoux, una actriz en permanente progresión que, en esta ocasión, y aun a pesar de la escasa consistencia del personaje, sabe dotarlo de un relieve que la hace destacar. Las incursiones que, desde su “territorio libre”, hacen en la ciudad para diversos menesteres, entre ellos visitar a sus padres, camuflándose como parejas, están entre los mejores momentos de la película. La historia tiene dos partes bien definidas, la estancia en el hotel, la más atractiva, y la huida al bosque, quizás excesivamente alargada y algo pesada y monótona en su desarrollo, porque resulta evidente la atracción entre los protagonistas, la cual sufrirá un castigo de una crueldad en modo alguno diferente de la ejercida por la “autoridad” en el hotel donde se les concede la última oportunidad a los solteros para “ordenar” sus vidas. El desesperado intento del protagonista le lleva a emparejarse con una sádica sin sentimientos, personaje protagonizado por Aggeliki Papoulia, una actriz llena de fuerza y capaz de lograr un extraordinario nivel de verosimilitud para su personaje. Ese emparejamiento llevará hasta el clímax la disparatada situación que viven los solteros en el hotel y precede a la segunda parte, la del enamoramiento real del protagonista en el seno de la resistencia armada, en el bosque. A pesar de ser mundos opuestos, hay personajes que se mueven entre ambos, en funciones de soporte logístico, lo cual permite entender la supervivencia del grupo, acaso como parte de un sistema del que forman parte como presas para los forzados clientes del hotel, algo que se intuye pero que ningún dato objetivo permite confirmar.
         La película tiene, así pues, dos partes bien definidas, la del hotel, la mejor de ambas, y la del bosque, un alargado complemento de la primera. Si en esta los personajes están sometidos a fuertes restricciones y la amenaza definitiva de ser transformados en animales -cada uno en el que escoge al entrar en el hotel y rellenar la ficha- si no son capaces de emparejarse; en la segunda, la del bosque, no son menores ni las restricciones ni los castigos, como tendremos ocasión de ver cuando los protagonistas no puedan resistir la tentación del amor que nace entre ellos. El director muestra dos puestas en escena muy diferentes: el recinto del hotel, perfectamente pulcro y anodino; y la naturaleza de un bosque tupido y salvaje en el que han de sobrevivir los huidos. No nos llamará la atención, de la película, una realización preciosista, porque los encuadres y los planos están al servicio de la escasa vitalidad y el nulo encanto seductor de los personajes reunidos en el hotel, los cuales, a pesar de su dramática situación, más parecen a veces enemigos unos de otros que propiamente las últimas tablas de salvación, el clavo ardiendo al que agarrarse. Sin llegar a ser una película coral, porque el hilo narrativo sigue al protagonista, un Colin Farrell extraordinario en su registro de hombre insignificante y desprovisto de la más mínima capacidad de seducción, hay diversas historias que se ramifican a partir de los conocimientos que va haciendo en el hotel y que permiten una variedad de situaciones que redondean la primera parte de una forma muy eficaz. La distopía que nos presenta el director, una sociedad que margina a los solteros y que basa su orden en la institución de la pareja unida por una profunda afinidad, se revela, a pesar de la existencia de solteros rebeldes sobreviviendo al margen del sistema, como las dos viejas caras de la misma moneda, porque la alienación, las restricciones y los castigos que hallamos en el orden establecido, tienen su réplica no menos estricta y cruel en el mundo de los resistentes, como se comprueba cuando la lideresa del grupo descubre el enamoramiento apasionado de los protagonistas y entra en acción, lo cual nos lleva a un final que permite remontar el decaimiento último de la segunda parte y enfrente al espectador a un final sobrecogedor del que nada diré, por supuesto.
         Al igual que ya ocurrió con Canino, su primera película, esta Langosta es uno de esos filmes que pueden hasta poner de muy mal humor al espectador que no “conecte” con el sentido transgresor y hasta cómico con el que el director ha planteado la historia, y es posible que incluso pueda acabar viéndola como una provocación absurda, sin gracia ninguna; pero eso sería tanto como decir que ese mismo espectador se saldría de Esperando a Godot porque nunca acaba de hacer, Godot, su entrada en escena. Lo cierto es que el trabajo de los actores, tan exquisito, consigue dotar de total verosimilitud la historia narrada y resulta muy difícil no entrar en el juego perverso que nos propone Yorgos Lanthimos, quien consigue esa distancia objetiva que nos permite incluso empatizar con los personajes y sentir nuestras sus ansiedades, sus temores y aun hasta sus desesperaciones. A mí, personalmente, me ha recordado aquellos lejanos años 70 en los que se hacían películas como Dillinger é morto, Tamaño natural o Goto, isla del amor, por ejemplo, un cine al margen completamente de los estándares comerciales, como no hace mucho tuvimos ocasión de ver con El maquinista, por ejemplo, o, como en la última película aquí criticada, Invasión, de Borges y Bioy Casares. Ejemplos de un cine para los que se buscó una etiqueta que lo marginara, Cine de Arte y ensayo, y que le concedió verdadera carta de naturaleza como “el cine” propiamente dicho.


5 comentarios:

  1. No sé, no sé, si me atrae mucho la película. Tu reseña es ambivalente o me lo parece a mí. No me atrae mucho este tema. Hay películas en que se entra y en la que no se entra. Hay veces que no puedo reprimir el impulso de salirme de la sala. Me ha pasado recientemnte con La novia de Sonia Ortiz, como bien sabes. En el cine de autor debe existir una afinidad de mundos concomitantes que se atraen. Y no parece que esta sea una de mi especial predilección. Sin embargo, leí Esperando a Godot sin ninguna información previa como bien sabes a los 19 años y me fascinó como no lo ha hecho ningún otro texto teatral. Creo que ahora me aburriría soberanamente. Es una obra a la que hay que entrar sin ninguna información previa. Ahora sé demasiado de Langosta.
    La que sí que vi ayer y me emocionó fue El desafío de Robert Zemeckis. No sé si está en tu intención ir a verla. Creo que merece bien la pena.

    Mi hija Clara quiere ir a ver Star Wars pero a mí no me atrae mucho. Vi una de las anteriores y no pude aguantarla harto de peleas con espadas láser y guerras espaciales. Tal vez es que no soy consciente del conjunto de la historia.

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    1. Sé que solo son 19 minutos la secuencia de la "travesía", pero no se si mi vértigo será capaz de aguantar esa perspectiva diabólica de alguien encaramado a, para mí, el infinito. Parece que el desafío de los preparativos es lo esencial. El detalle de la medición de la oscilación de los edificios me dejó sobrecogido... Espero con ansiedad la de Sorrentino y es posible que vaya a ver 45 años, del director de The weekend, que critiqué hace tiempo. Ver a los actores talluditos me interesa mucho, como en El amor, de Haneke. En 45 años son Courtenay y Charlotte Rampling, ¡nada menos!
      Pues yo creo que te reirías bastante con Langosta, porque tiene un humor ácido y transgresor con el que creo que conectarías rápido, mira lo que te digo. En fin, no se puede estar a todas, eso sí que es verdad.

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    2. Ah, las de Star Wars me han aburrido solemnemente, siempre, como las de Star Trek... Me siento como desarraigado en ess películas, fuera de mi medio...

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  2. Me ha picado lo que he sabido de Maggie. Creo que iré a verla. Una serie B de bajo presupuesto y de zombies.

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    1. Pues de bajo presupuesto y de zombies te recomiendo muchísimo Juan de los muertos, película cubana con una retranca total. Como anécdota, participa en ella, como zombie el "encargado de negocios" norteamericano en la isla, el equivalente de lo que era entonces el "embajador"...

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