sábado, 23 de abril de 2016

La primera mujer sheriff del western: "La sheriff de Oracle", de Roger Corman





El feminismo y el spaghetti western prima del tempo en El pistolero asesino (La sheriff de Oracle) del singularísimo Roger Corman.


Título original: Gunslinger
Año: 1956
Duración: 71 min.
País: Estados Unidos
Director: Roger Corman
Guión: Charles B. Griffith, Mark Hanna
Música: Ronald Stein
Fotografía: Frederick E. West
Reparto: John Ireland, Beverly Garland, Allison Hayes, Martin Kingsley, Jonathan Haze, Dick Miller, Margaret Campbell, Chris Alcaide, William Schallert, Aaron Saxon.


No me ha fallado la intuición: Roger Corman y una película en la que la mujer es la sheriff del lugar no podía ser un bodrio indigerible, por fuerza había de tener alguna singularidad que permitiera su visionado. Y así ha sido. Roger Corman pronto se instaló como productor independiente para poder rodar lo que le viniera en gana, algo parecido a lo que hizo John Cassavetes, un auténtico director indie en tiempos en los que eso significaba poco menos que el destierro de las pantallas, aunque se hicieran películas tan extraordinarias para la historia del cine como Opening Night, Gloria o Una mujer bajo la influencia (una enigmática traducción de under the influence, que en inglés significa también ser alcohólico o estar al borde de un ataque de nervios, que es el caso). De Corman, aparte de sus películas de terror sobre los cuentos de Poe, guardo memoria de una rareza, en cierto sentido, parecida a esta: The trip, “El viaje” alucinógeno, una suerte de continuación de un éxito como Los ángeles del infierno, pero centrada en la vivencia del viaje alucinógeno con LSD y que no tuvo la misma repercusión, aunque la película, como documento sociológico incluso, tiene un profundo interés. Con esos antecedentes, no es extraño que e hay aventurado en el visionado de esta pieza singular en la que, por primera vez en la historia de los westerns, el sheriff no es un hombre, sino una mujer. La película cae incluso de la serie B a la serie C, si esta existiera, porque, a pesar de que se ve con la simpatía de quien está viendo una auténtica “rareza”, lo cierto es las dificultades que se sucedieron en un rodaje de solo una semana fueron suficientes como para haber desistido de continuar rodándola. Con todo, la historia de la mujer del sheriff asesinado que ocupa su puesto para vengar a su marido y, de paso, meter en cintura a la propietaria del saloon del pueblo, quien está acaparando los títulos de las tierras por donde supuestamente ha de pasar el ferrocarril, está rodada con muy buen ritmo y con interpretaciones tan ajustadas a los tópicos: el pistolero asesino, la mujer perversa y sanguinaria, la sheriff poco menos que angelical, pero de gatillo rápido y presto, el alcalde sin autoridad, etc., que la variante introducida por Corman, la mujer como sheriff, permite que esta se enamore del asesino que ha sido contratado por la dueña del saloon, antigua amante suya, para liquidar “a la autoridad” y poder seguir ejerciendo su control asesino sobre la vida del pequeño pueblo, porque aquellos a quienes les compra las tierras, los mata para recuperar el dinero y seguir comprando otras… El primer comentario del sorprendido ayudante de la sheriff de que ella será la primera mujer que vista pantalones en todo el Oeste permite advertir el enfoque feminista que Corman imprime a la película, y al que la actriz Beverly Garland presta una actuación muy convincente, con unos andares de todopoderosa autoridad que nada tienen que envidiar a los de Robert Mitchum, en sus célebres westerns, por ejemplo. La complicación de la trama por un triángulo amoroso de celos y venganza entre la mala, la buena y el asesino a sueldo introduce, así mismo, una variante “a lo Leone”, que permite generar una atmósfera de ambigüedad que logra mantener el suspense durante toda la película hasta el, en cierta manera, sorprendente desenlace final. John Ireland no hace su mejor papel como pistolero sin escrúpulos, pero sí como cínico enamorado, como se manifiesta en el su réplica más lograda: “Yo no intentaré convertirte en una mala mujer, si tú no intentas convertirme  a mí en un hombre bueno”. La acción de la película transcurre en una semana, y los rótulos intercalados que nos van comunicando el día en que nos hallamos, contribuye al sostén de ese ritmo que no decae en ningún momento. Al final de esa semana se espera la carta en que se le comunica al alcalde si pasará o no el ferrocarril por Oracle y la llegada del nuevo sheriff, cuyo puesto ocupa temporalmente la mujer del asesinado. La pobreza de recursos obliga a hacer milagros en la puesta en escena, pero, aun a pesar del aire inequívoco de poblado del oeste de Almería, Corman sabe salir con bien de esas dificultades. La película se abre con el asesinato del marido de la sheriff y con el entierro, en el que la mujer  reconoce a uno de los asesinos de su marido y, con una hábil maniobra, le tira con la pala tierra a los ojos y con la pistola del ayudante de su marido le dispara y lo mata junto a su tumba. Una escena contundente y que nos avisa de que no nos hallamos ante una parodia, sino ante un intento serio de película defensora de la igualdad de sexos para cualquier trabajo, ¡incluso para el de matar!, algo común para los sheriff de aquella época.  He entrado en Film Affinity para ver si alguien más la había visto. He hallado una crítica que desaconseja que se vea la película. No puedo estar más en desacuerdo. La película tiene todo el encanto de lo imperfecto y merece una visión que valore no solo los recursos imaginativos de que Corman se vale para sacar adelante el proyecto, sino que, además, sepa divertirse con escenas tan próximas al ridículo como el intento de las tres coristas de linchar a la sheriff, después de haber sido expulsadas por ésta, “por atentar contra la moral”, aunque en el fondo se halle un intento de “estrangular” el negocio de su enemiga mortal, la dueña del saloon, con quien tiene, por cierto, una tan inédita como memorable pelea en el saloon. Son muchísimos los alicientes para ver esta película de Corman, pero hay uno sobre todos ellos: los títulos de crédito, para los que no he encontrado autoría, después de haberla buscado por todos los rincones de la red. Una lástima, porque son excepcionales. Recuerdan el estilo de los  trabajos de Saul Bass, aunque menos sofisticados, y merecía, su autor o autores, haber aparecido en los títulos de crédito. Pueden verse aquí, aunque de modo imperfecto y tras haber suprimido los comentarios “jocosos” de la edición crítica de la película.

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