miércoles, 3 de mayo de 2017

La mujer como misterio: “Lo tuyo y tú”, de Hong Sang-soo





Una miniatura intimista sobre las relaciones amorosas: Lo tuyo y tú, de Sang-soo, o la influencia de Rohmer (y tal vez Malle) en el cine oriental.


Título original: Dangsinjasingwa dangsinui geotaka
Año: 2016
Duración: 86 min.
País: Corea del Sur
Director: :Hong Sang-soo
Guion: Hong Sang-soo
Música: Dalpalan
Fotografía: Park Hong-yeol
Reparto: Kim Joo-hyuck,  Lee You-young,  Kwon Hae-hyo,  Yu Jun-sang,  Kim Eui-sung.
  

Jordi Costa es crítico de mi predilección, como antes lo fue literario cuando ejercía como tal en el Diari de Barcelona, in illo témpore…de la juventud. Y me motivó, como solo él sabe hacerlo, para “desear” ver esta enigmática película que, como algunas faenas toreras, provocará en los tendidos del patio de butacas una tibia “división de opiniones”, porque la retórica sin estridencias de la película ni provoca euforias ni desengaños escandalosos. Solo hubo una baja durante la proyección, pero mi espíritu demoscópico no me llevó a salir tras el espectador cansado para que me explicara, sucintamente, las razones de su salida. Seguí atado, con cierta incomodidad, a los planos fijos en los que los personajes trataban de salir airosos de situaciones afectivas cuya complejidad identitaria es lo más novedoso de la película. Técnicamente, tuve la sensación de que la película era un homenaje a Mi cena con André, de Malle, pero, también, un eco de Melinda y Melinda, de Woody Allen, que, a su vez, ya rendía homenaje a la película de Malle. Si añadimos la entrañable verborrea típica de los personajes de Rohmer -para mí El árbol, el alcalde y la mediateca, es una joya del cine cómico- tenemos una idea aproximada de lo que Lo tuyo y tú puede ofrecer a los espectadores. A partir de la crisis que se instala en una pareja por la inclinación alcohólica de ella, al decir de él, la mujer rompe con la pareja y se inicia a partir de ahí un doble camino: por un lado,  el de la mujer por rechazar ser ella misma cuando los demás la identifican con quien dice no ser, incluido el pintor, su pareja inicial, y, por otro, el del pintor decidido a recuperar a la mujer aun a pesar de tener que aceptar lo que no sabe si es juego, venganza o, lo que racionalmente se resiste a aceptar, el doble exacto de su compañera. A lo largo de tomas estáticas que solo se sostienen por la naturalidad con que los distintos personajes van desgranando sus cuitas, la mujer, que siempre se acaba enamorando de perdedores, afianza un camino de confusión que no solo tiene como objeto volver locos a sus interlocutores, sino a los mismísimos espectadores, quienes no dejan de dudar permanentemente si la mujer es o no es quien dice no ser. La idea del doble no es infrecuente en la historia del cine y nos ha deparado obras magníficas como El prisionero de Zenda, de Richard Thorpe, por ejemplo,  birrias insufribles como Two much, de Fernando Trueba o clásicos indiscutibles como Inseparables, de David Cronenberg, por eso el espectador sigue con interés una trama en la que esa confusión de personalidades da pie a situaciones a medio camino entre la comedia de costumbres y la reflexión sobre la soledad y el fracaso. Es la primera película que veo del director, pero ni de lejos me ha producido un impacto como el que sí me lo produjo la primera película que vi de Wong Kar.Wai, In the mood for love, o Hierro 3, del también surcoreano Kim Ki-duk, pero me ha dejado un relativo buen sabor de boca, si bien es cierto que la primera sesión, a las 16’00h no es la más adecuada para ir a verla; pero era la única a la que la ponían… ¡y suerte que he llegado a tiempo de verla antes de que la quiten!, porque ciertas películas duran un suspiro en cartelera. Y mucho me temo que como no corra para ver la de Kaurismaki, habré de esperar al reestreno en los Meliès.

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