lunes, 1 de octubre de 2018

«Sombras acusadoras», de Michael Anderson, curioso thriller rodado en Tamariu.



Una intensa y angustiosa  película con un crescendo espectacular. Una soberbia actuación de Anne Baxter en un curioso escenario español.
  
Título original: Chase a Crooked Shadow
Año: 1958
Duración: 87 min.
País: Reino Unido
Dirección: Michael Anderson
Guion: David D. Osborn, Charles Sinclair
Música: Matyas Seiber
Fotografía: Erwin Hillier (B&W)
Reparto: Richard Todd,  Anne Baxter,  Herbert Lom,  Faith Brook,  Alexander Knox,  Alan Tilvern, Thelma D'Aguilar.

Michael Anderson se hizo famoso por una película, La vuelta al mundo en 80 días, con la que estuvo a punto de ganar un Oscar, pero rodó también la primer versión de 1984, de Orwell y un thriller en la línea del que critico hoy, Sombras de sospecha, con Gary Cooper y Deborah Kerr, entre otras de mejor o peor recuerdo. Había seleccionado la presente por una razón circunstancial: estaba rodada en Tamariu y, apenas empezada la película, los primeros planos se ilustran con una banda sonora de guitarra flamenca. En cuanto entramos en acción  advertimos que Herbert Lom hace de policía, ¡en un cuartel de la Guardia Civil!, sin uniforme y lo oímos hablar, nos percatamos de que, en vez de en Tamariu, es posible que nos hallemos en México, a juzgar por el castellano que usa él y otros personajes de la película. UN amable lector de esta crítica, Rubèn Fornós, me indica que dicho cuartel es el de la Guardia Civil de la localidad de Palamós. En una escena al borde de la playa, con unos pescadores atareados en las faenas propias del oficio, captados en segundo plano, se oye ya, sin embargo, un perfecto español, pero sin acento catalán ninguno. De verdad que el cine obra milagros que la ciencia está muy lejos de conseguir. La trama es simple: en casa de una mujer rica se presenta un sujeto que dice ser su hermano, frente a la convicción de la mujer de estar en presencia de un impostor, razón por la cual acude al policía, Vargas -hasta el apellido tiene ecos mejicanos- para que lo detenga. Con total habilidad, el enigmático sujeto -interpretado con total ambigüedad por Richard Todd- es capaz de convencer al policía de que es él realmente el hermano y de que su hermana se ve aquejada de alguna extraña enajenación que le impide reconocerlo como quien es. A partir de ese momento, y dado que el hombre se instala en la casa de ambos, tras la muerte del padre, advertimos que el falso hermano se ha conchabado con el servicio para tratar de sonsacar a la hermana dónde están unos diamantes desaparecidos, propiedad de una agencia de seguros, que los reclama. Estamos ante una película de atmósfera, y muy conseguida, porque, al margen de los inevitables sustos de las apariciones de personajes cuando menos uno los espera, lo cierto es que la angustia creciente de la protagonista se nos va contagiando en un crescendo que tiene momentos muy de Hitchcock-como la propia concepción de la película en sí- como la apuesta entre ambos hermanos para llegar en un tiempo determinado desde lo alto de un hermoso acantilado de la Costa Brava, al lado de Ampuria Blava, hasta la falda del mismo, una escena de acción, de las pocas de la película, que transcurre mayoritariamente en interiores, salvo algunas salidas aisladas de la mujer al pueblo, llena de tensión y de congoja, porque aunque la hermana quiere disimular su turbación, la verdad es que va sufriendo interiormente en la misma medida que los espectadores que contemplan la angustiosa escena. A medida que transcurre la película, va viéndose más claro que la mujer es una víctima indefensa ante un entorno de estafadores que buscan los diamantes que ella tiene a buen recaudo. Los desafíos constantes que ella lanza a su supuesto hermano para pillarlo en un renuncio son salvados por este con una seguridad que tiene desconcertada y a punta de enloquecer a la mujer. Es curiosa esta película, porque tiene un planteamiento intimista, con muy pocos personajes, y es capaz de arrastrar al espectador al núcleo duro de un conflicto de identidades que siempre da mucho juego en el cine, como El regreso de Martin Guerre, de Daniel Vigne o Sommersby, de Jon Amiel. El hecho de haber sido rodado en una mansión contribuye a dotarle a la película de un aire gótico que acentúan los planos de las escaleras, una casa exenta y los amplios espacios por los que la protagonista atraviesa casi como un fantasma. No debería contar más por absoluta prudencia y respeto, porque desde el momento en que ella descubre que su tío, el tío de ambos, ha reconocido al extraño como a su sobrino y, por lo tanto, hermano suyo, la película inicia un desenlace muy bueno y del que, por supuesto, soy incapaz ni de sugerir lo más mínimo. Sí, es una película de personajes, una de esas luchas familiares que aspiran a lavar en la pantalla trapos muy pero que muy sucios de la vida de los protagonistas. Supongo que la referencia a Hitchcock, como popular “mago del suspense” no está de más en esta ocasión, porque hasta entra el vaso de leche con el que los espectadores se autoconvencen de que quieren envenenar a la protagonista. Esa terrible gymkana de obstáculos que ha de sortear la mujer para tratar de demostrar que tiene un extraño peligroso en su casa que pretende acabar con ella está logradísima, y hemos de agradecérselo a director e intérpretes por igual. Dejo de lado los motivos anecdóticos de la ambientación charroespañola en una localidad catalana, pero no dejan de tener su interés para los aficionados a esos detalles que, quiérase o no, también forman parte de la película. Lo que es cierto es que va a sorprender  a sus posibles espectadores. La tienen en Filmin, pero también en YouTube, ahí es donde acabo de empezar a ver Sombras de sospecha, que ya veremos si acaba con crítica o no. De momento, estas Sombras acusadoras bien merecen un visionado atento.

2 comentarios:

  1. El emplazamiento que representa el cuartel de la guardia civil y su entorno està en Palamós (Girona)

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    1. Incorporo la localización a la crítica. Gracias por la información.

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