Zorba el Buda o la curiosa historia de un gurú amante de la riqueza y de la libre sexualidad.
Allá
por los comienzos de la década de los 80, una extraña secta nacida en India y
que fue capaz de atraer fieles de todas las partes del mundo, especialmente del
mundo occidental, seducidos por el peculiar sincretismo material-espiritualista
de un gurú que predicaba la libre sexualidad y la libre expresión de la ira en
las relaciones humanas, así como una suerte de comunismo propio del socialismo utópico,
como la utopía Icaria, de Étienne Cabet, que tanto predicamento tuvo en algunos
republicanos federalistas catalanes como Narcís Monturiol e incluso Josep Anselm
Clavé, el creador de la célebre obra social de los coros que llevan su hombre;
esta secta, digo, cuyo líder, Bhagwan Shree Rajneesh, acabaría cambiando de
nombre, para ser conocido simplemente como Osho, cuando se potenció, sobre
todo, la dimensión económica del fenómeno, tuvo que huir de India, donde el gobierno
de Indira Ghandi lo había puesto en el punto de mira de su censura moral, dada
la “mala reputación” que iba adquiriendo su ashram.
La
secta, especialmente la mujer a quien Bhagwan había convertido en su mano
derecha, Ma Anand Sheela , rebautizada Sheela Silverman por su matrimonio con Marc
Harris Silverman, quien adoptaría el nombre indio de Swami Prem Chinmaya,
decidió, dada la frágil salud del gurú, emigrar a Usamérica, donde el marido de
Sheela compró, en nombre de la floreciente secta, un rancho en Oregon, una superficie de 260 km2 por valor de 5.75 millones de dólares, un
rancho antes conocido como The Big Muddy Ranch (El Gran Rancho de Lodo),
ubicado entre dos condados de Oregón , el de Wasco y el de Jefferson. La secta
lo renombró Rancho Rajnísh y Osho se trasladó allí el 29 de agosto.
Como
el gurú de la secta había entrado en un periodo de silencio que duraría tres
años, la voz cantante de ese asentamiento la llevó Ma Anand Sheela, a quien los
espectadores del documental van a oír por activa y por pasiva defendiendo su
obra y la razón de ser del «gobierno» de talante dictatorial que encabezó
mientras duró el retiro del gurú, en nombre del cual ella decía hablar. A
través de una documentación archisuficiente y muy valiosa, desde el punto de
vista tanto de los « sanniasins», que así se llamaban los adeptos, como de sus
opositores, los espectadores van a asistir a un apasionante momento en la
historia de la vida de las sectas en un país en el que las autoridades han
tenido que lidiar con ellas a fuerza de leyes e incluso por la ley de la fuerza,
como episodios posteriores como el de la
secta de Waco nos demuestran. De algún modo, esta aventura de los «oshistas»
estuvo a punto de acabar como la de Waco, sentando un precedente, porque Sheela había
tomado la decisión de armar a los «sanniasins» y entrenarlos para una
resistencia armada frente a la hipotética decisión del FBI de desalojarlos,
violando, según expuso Sheela en diversas
televisiones, leyes constitucionales básicas que los amparaban.
A diferencia de lo que fue el ashram de
Puna, adquirido gracia a la generosidad de
Ma Yoga Mukta (Catherine Venizelos), una griega heredera de un armador, que
sigue siendo el corazón del
actual Osho International Meditation Resort, Sheela propuso la creación
de una ciudad, en la que trabajaron gratuitamente los fieles, siguiendo un
modelo de voluntariado comunista en el que el único objetivo de todos ellos era
el bien común y la buena vida del fundador, quien pronto reunió una flota de 19
Rolls Royce y a quien los fieles quisieron dotar de una de 365, para que usara
uno distinto cada día.
El documental,
elaborado a partir de la memoria de sus principales actores, tanto desde el
punto de vista de la secta como desde el de los vecinos del pueblo que fue
absorbido por los sectarios en unas elecciones democráticas y rebautizado como Rajnishpuram,
nos ofrece la creación de una sociedad alternativa a la tradicional que representan
los vecinos del rancho, una sociedad sexualmente libre, solidaria y comunista
que los vecinos ven como una amenaza para los valores usamericanos. Lo cierto
es que, desde un punto de vista político, el documental nos muestra cómo se
puede afianzar el poder autoritario, dictatorial, cuando la masa en la que se
sustenta ha sido alienada en aras de una realización personal narcisista y
hedonista camuflada en un movimiento colectivo cuya unidad y fuerza son
exaltadas como una conquista social.
A lo
largo de seis condensados capítulos, en los que hay una notable pluralidad de
puntos de vista, observamos cómo una mujer con un carisma especial, unas dotes
de mando espectaculares y una persuasiva capacidad dialéctica, Ma Anand Sheela,
consigue convertirse en la única intérprete de Osho en la tierra, vedando de
forma celosa y decidida todo tipo de contacto con el gurú que no se produjese a
través de ella. Osho, posteriormente, al salir de su letargo -en el que le
ayudaron a sumergirse durante tres años una ración de 60 mg diarios de Diazepam
y generosas dosis de ácido nitroso…- y encontrarse con el desafío a las
autoridades usamericanas en el que se había embarcado su mano derecha, sin
encomendarse a él ni al diablo, se percató de que el único objetivo de dicho
enfrentamiento era arruinar la posibilidad de desarrollo del floreciente
negocio de su ashram usamericano, porque el enfrentamiento había llegado
a tal punto que Sheela se había propuesto, alterando el censo electoral con homeless
traídos de las principales ciudades de Usamérica,
ganar las elecciones del condado, en un camino que, ya puestos…, los llevaría a
apropiarse del estado de Oregon…, a tal
punto llegó el delirio político de Sheela. Todo esto que relato aquí, fiel
transcripción del documental, en este aparece como noticia de primera página en
diarios y televisiones de toda Usamérica, donde el fenómeno se convirtió en viral
mucho antes de que existieran las redes.
El
movimiento vecinal, primero, del condado, después, y del FBI, más tarde, fue
creciendo hasta convertirse poco menos que en una lucha descarnada entre los
sectarios y lo que ahora llaman algunos «la sociedad civil». Hasta el
creador de las zapatillas Nike, Bill
Bowerman, se sumó a la «resistencia» contra los «invasores» que querían liquidar
el usamérican way of life o poco menos.
Una
vez que Sheela, después de que ella y su seguidores hubieran atentado contra la
vida del médico del gurú -porque sostuvieron que había una conjura para «eliminarlo»-
y hubieran realizado, así mismo, el
primer atentado bacteriológico en Usamérica, usando la salmonella como agente
infeccioso, salieron del país huyendo de la más que previsible orden de
búsqueda y captura que emitirían los tribunales del país, y se refugiaron en
Alemania, la vida de la comunidad cambio radicalmente: el «despertar» de Osho supuso la denuncia de
la actuación «fascista» del grupo encabezado por Sheela y la protesta de su
inocencia total respecto de las perversas maniobras en la oscuridad de su mano derecha.
Coincidió aquella huida y su regreso con la entrada en la secta de la
productora de El Padrino, el gran éxito de Coppola, quien acabó siendo
nombrada la «nueva Secretaria», y quien se dedicó en cuerpo y alma a defender
al gurú de las acusaciones del FBI, que acabarían con la detención del gurú
cuando este quiso huir, en un jet privado, hacia las Bernudas.
El
documental tiene un valor extraordinario como documento vivo de cómo un
movimiento sectario, con leyes y formas de vida que nada tienen que ver con los
estándares de la región donde se instalan puede convertirse en una amenaza que
ponga en cuestión ciertos valores usamericanos plasmados en su constitución: la
libertad de expresión , el derecho a voto, etc. El debate que se produce no es baladí, sino
una cuestión de límites legales a la hora de ejercer ciertos derechos, porque
está claro que, sin la anulación del empadronamiento fraudulento de los homeless,
el movimiento de los rajnishis se habría apoderado del condado y quién sabe si,
con métodos idénticos, de todo el estado.
El documental,
visto desde Cataluña, permite añadir una analogía con el prusés secesionista
que no me parece ni rebuscada ni traída por los pelos, porque nos permite tomar
conciencia de lo que, en un país con derecho a usar armas, hubiera devenido un
movimiento xenófobo y supremacista como el del nacionalismo catalán de viejo
cuño. ¡Horroriza pensarlo!, aunque el
actual e indigno Presidente de la Generalidad, el señor Torracista, haya
defendido esa vía violenta para conseguir un estado independiente en Cataluña,
sin que el Gobierno central haya hecho el menor movimiento para apartarlo, como merece,
por desleal a la Constitución, de su privilegiado puesto de mando. La secta de
Osho, en todo caso, defendía unos postulados llamémosles «liberales», que
chocaban con la mentalidad ultraconservadora de sus vecinos, por más que estos
de lo que se quejaran es de que su presencia «desnaturalizaba» el lugar donde
habitaban con discreción y tranquilidad. Lo que está claro, eso sí, es que el
documental se presenta como un caso polémico y critico en lo relativo al
ejercicio de los derechos constitucionales, y, desde el punto de vista de los
seguidores de Osho, y, durante esos 3 años, de Sheela, ¿cómo objetar nada al
esfuerzo solidario y armonioso de una comunidad que construye de la nada una
ciudad donde reina una alegría y una honestidad compartida por todos? Desde
fuera es cierto que se ve algo impostada y aun hasta algo bobona esa felicidad
de «manual» de autoayuda que nada ni nadie es capaz de resquebrajar, aunque
Sheela tuvo sus detractores, que abandonaron la comuna. Choca, también, que
todas las virtudes de Osho nos lleguen como referencia, porque en muy pocos
momentos, salvo cuando condena a Sheela, se le ve «en acción», con una capacidad
de persuasión que no nos permite sospechar a los no adeptos a sus doctrinas que
estemos ante un ser «superior»; antes al contrario, la afición desmesurada al
lujo y su defensa a ultranza del capitalismo, así como su hincapié en la
dimensión materialista de sus doctrinas, nos hacen dudar de la dimensión
espiritualista de su obra. Describiéndose a sí mismo como «Zorba el Buda», Osho
resumía en una etiqueta afortunada el sincretismo de sus enseñanzas: una unión
extrema de lo mejor del materialismo: la riqueza; y lo mejor del espiritualismo:
la paz interior. De hecho, su viejo ashram hoy se llama Osho International
Meditation Resort… ¿La doctrina de Osho? En un momento dado y a modo
de provocación, para contestar a un periodista, él resumió sus enseñanzas en el
siguiente decálogo, de los que destacaba, sobre todo, los puntos que yo he
transcrito en negrita:
- Nunca obedezcas ningún mandato a no ser que también provenga desde tu interior.
- No hay otro Dios que la vida misma.
- La verdad está dentro de ti. No la busques en otra parte.
- El amor es una plegaria.
- Llegar a ser el vacío es la puerta hacia la verdad. El vacío mismo es el medio, el destino y el logro.
- La vida es aquí y ahora.
- Vive, totalmente despierto.
- No nades, flota.
- Muere a cada instante para que puedas nacer de nuevo a cada instante.
- No busques. Aquello que es, es. Detente y
mira.
He leído tu crítica un par de veces, la primera totalmente desconcertado por sentir que tu lectura de esta serie no coincidía para nada con la que había hecho yo y ello me asombra y sume en el desconcierto. Está claro que los espectadores nos enfrentamos a una misma película o serie pero lo que vemos o sentimos está totalmente condicionado por nuestras visiones internas, por las correlaciones que establecemos, por centros de interés particulares... Es evidente pero no deja de sorprenderme, parecería que entre personas de la misma edad, misma profesión, mismo amor por la literatura y el cine, parecidas posiciones políticas, padres de dos hijos los dos, etc, etc, debiera haber más proximidad a la hora de interpretar un producto cinematográfico, pero no es así. No obstante, tomo en consideración lo que has escrito tan bien y tan documentado. Tu descripción es precisa y detallada.
ResponderEliminarProbablemente ya la conocerás, pero por si no, te recomiendo vivamente la serie Mindhunter de Netflix, es una joya en estado puro.
Me he adelantado a publicarla, antes de telefonearte, porue mi çconjunta me la "exigía"; pero mañana te llamo y hablamos... Un abrazo.
ResponderEliminarLlámame al móvil, no estoy en casa.
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