martes, 6 de julio de 2021

«Cita en San Luis» y «Suena el teléfono», dos «Minnelli» de don Vincente…

 


Título original: Meet Me in St. Louis  

Año: 1944

Duración: 112 min.

País:  Estados Unidos

Dirección: Vincente Minnelli

Guion: Fred F. Finklehoffe, Irving Brecher. Novela: Sally Benson

Música: George Stoll

Fotografía: George J. Folsey

Reparto: Judy Garland, Margaret O'Brien, Mary Astor, Lucille Bremer, Leon Ames, Tom Drake, Marjorie Main, Harry Davenport, June Lockhart.

 

Título original: Bells Are Ringing

Año: 1960

Duración: 127 min.

País: Estados Unidos

Dirección: Vincente Minnelli

Guion: Betty Comden, Adolph Green

Música: Jule Styne

Fotografía: Milton R. Krasner

Reparto: Judy Holliday, Dean Martin, Fred Clark, Eddie Foy Jr., Jean Stapleton, Ruth Storey, Dort Clark, Frank Gorshin, Ralph Roberts.

 

      

 El esplendor y la gracia del musical en dos genuinas versiones de lo mejorcito del género…: la voz de Judy Garland  y la impagable vis cómica de Judy Holliday.


  Quizás deberíamos de empezar a hablar de ciertas películas como hablamos de las obras de los pintores, «un Monet», «un Rembrandt», «un Picasso», «un Ford», «un Bergman» o «un Kurosawa», porque damos con ello a entender que se trata de una obra sobre cuya maestría no cabe discusión, nos guste más o menos la etapa a la que pertenezca en la carrera del artista.

         En este caso, traigo a consideración de los futuros espectadores o de los pasados, porque ambas son dos clásicos del género musical, dos películas de muy diferente época, una de mediados de los 40 y otra de comienzos de los 60, aunque la cuidadísima puesta en escena, el color, los encuadres y la sabia mano narradora que nos va contando la historia nos permite dar ese salto de tres lustros como si nada. Apreciamos el mismo gusto estético por los colores muy contrastados, por los escenarios diseñados hasta el último detalle para potenciar los movimientos de los protagonistas. Todo ello sin olvidar, por supuesto los primeros planos que, en el caso de su mujer, Judy Garland, potenciaban un excelente perfil.

         Cita en San Luis es una historia familiar, con la excentricidad que suele presidir unas relaciones entre miembros tan distintos, el servicio añadido. Hijas casaderas, hijas pequeñas metomentodo, un marido insatisfecho con su trabajo, un abuelo muy particular… Vida cotidiana en la que los compromisos amorosos de las hijas son la fuente principal de las anécdotas que van vertebrando una historia de desencuentros que tienen como fondo la Exposición Universal de 1904 y los Juegos Olímpicos, convirtiéndose en la primera ciudad no europea que los albergara.  La decisión del padre de liar los bártulos y trasladarse a Nueva York con toda la familia va a ser el detonante de la tensión que se sumará a otros episodios como el percance de la benjamín de la familia la noche de Halloween, unas escenas, por cierto, en las que Minnelli sabe recrear con excelente mano el género de las películas de terror, ¡y quién sabe qué hubiera podido llegar a hacer en él! Así, de pronto, por el color y los encuadres, me acordé de El fotógrafo del pánico, de Michael Powell. Las canciones mezclan los números cómicos, como el del inicio de la película, compartida por el abuelo y una nieta y canciones de amor que reflejan la vida de las jóvenes casaderas. Destaca, como no podía ser de otra manera, la poderosa voz de Judy Garland, aquella mujer explotada por la industria hasta niveles que rozaron, en su día la explotación infantil, y resulta encantador el número que interpreta con la pizpireta hermana pequeña, Margaret O’Brien, ganadora ese año del Oscar a la mejor interpretación juvenil, categoría que desapareció en 1961. Se trata de una típica película de estudio que permite sacar un excelente partido de la puesta en escena y de las interpretaciones, sin perder esa especial naturalidad con que discurre la historia y que el plantel de actores y actrices nos transmiten con una habilidad muy particular. Pudiera encuadrarse, en parte, en el melodrama, aunque las partes de comedia  la acercan más a esa liviandad propia del género, un género en el que difícilmente el drama o la tragedia podía abrirse paso, aunque lo intentara, por supuesto.

         En 1960, Minnelli había rodado un poderoso drama sureño, Con él llegó el escándalo, un drama en toda regla y merecedor del éxito que cosechó. Seguramente por eso, como compensación, no debió de dudar a la hora de filmar una comedia musical ¡nada menos que con Judy Hollyday y Dean Martin!, una inusual pareja a la que la trama irá acercando paulatinamente hasta conseguir ese misterio propio del cine: que ella sea la escogida cuando a él lo asedian mujeres despampanantes, y como buena cómica, Judy Hollyday, con una de las mejores voces de la pantalla para los papeles cómicos, sabe sacar partido de la autoparodia en uno de los grandes números de la película, en el party que ofrece el productor de la obra que el autor, Dean Martin, ha conseguido acabar porque Judy Hollyday, su telefonista misteriosa, ha metido la nariz en sus asuntos y lo ha «transformado», apartándolo del alcohol, de los ligues y concentrándolo en el duro trabajo para el que incluso le suministra parte fundamental de la trama, como descubre en un club  en el que el autor, muy pirandellianamente, se encuentra con sus personajes, inventados por otro. La capacidad cómica de Hollyday, reconocida una década antes, en 1950 por la descacharrante Nacida ayer, de George Cukor, lleva el peso de la película y en ningún momento el espectador se siente cansado de verla y oírla. Todo se inicia en una pequeña empresa de servicio de contestador telefónico en el que la telefonista logra, con diferentes personalidades, establecer una relación algo más que cordial con los clientes. La aparición de un pretendiente de la dueña que quiere instalar en sus oficinas una distribuidora de discos traerá ciertas complicaciones que animan muy cómicamente la trama y que la proveen de números musicales espectaculares, una de las grandes especialidades de Minnelli, porque, no lo olvidemos, en un musical, los números son lo esencial y la trama secundaria, de ahí que cualquier variación estrambótica sea aceptada si va acompañada de alguno de esos números que hacen las delicias de los aficionados al género.

Un magnífico programa doble que complacerá no solo a los aficionados, sino también a los buenos tasadores del cine de calidad, sea del género que sea.

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