La tradición
de cine policial inglés o la eminencia de un actor nacido para representar a
Scotland Yard, Alastair Sim…
Título original: Green for
Danger
Año: 1946
Duración: 91 min.
País: Reino Unido
Dirección: Sidney Gilliat
Guion: Sidney Gilliat, Claude Guerney. Novela: Christianna Brand
Música: William Alwyn
Fotografía: Wilkie Cooper
(B&W)
Reparto: Sally Gray, Trevor Howard, Alastair Sim, Rosamund John, Leo
Genn, Judy Campbell, Megs Jenkins, Moore Marriott.
En 1982, el crítico de El País,
Diego Galán, anunciaba el pase de esta película en TVE diciendo que se trataba
de una película “incógnita” de la que no tenía más referencias que las de la
bibliografía al uso, muy dividida al respecto: obra genial, para unos; obra sin
interés, para otros. Teniendo en cuenta que es imposible que se haya estrenado
en las salas desde entonces, podemos hablar de una película no estrenada en
España, salvo, ya digo, en la televisión. Como imagino que en aquel entonces la
pasarían doblada, en Filmin la he podido ver en versión original subtitulada,
pero me temo que el doblaje lo han hecho con algún programa informático muy
próximo a los que traducen los prospectos de las medicinas, porque
continuamente había disparates como que a la señora Woods, la llamaran
«señora Bosques» o que la confirmación All right, la tradujeran como
«todo a la derecha», entre otras muchas que convertían, insólitamente, en una
comedia hilarante lo que era el meollo de la trama: la investigación de unos
asesinatos inexplicables. Al margen del programa, he de confesar que mi
desconocimiento de la jerarquía hospitalaria me ha inducido a confesión con un
rango, el de Sister, que, al principio, yo confundí con una enfermera
religiosa, cuando se trata, en realidad de una encargada de mayor rango que otras.
Y como en el desarrollo de la trama hay un baile, cuando vi en él a la supuesta
monja, vestida de «paisana», me quedé tan chocado que hube de parar la película
para salir del entuerto en que mi ignorancia me había puesto. Restablecidas las
categorías, pude ya seguir la trama, sin esas complejas interferencias
religiosas, con la atención que merecen estas tramas de asesinatos
inexplicables en el contexto de una pequeña localidad, en un hospital de
campaña, y con un reducido número de profesionales dedicados a operar del modo
más satisfactorio posible.
La rivalidad
del cirujano y el anestesista por el amor de una enfermera, Sally Grey, quien se retiró del cine tras
rechazar una oferta para conquistar el estrellato en Usamérica, atrae la
atención de los espectadores cuando se produce la inesperada muerte de un
paciente que le resulta muy sospechosa a la enfermera jefe, quien poco antes de
denunciar sus sospechas, en mitad del baile con el que se relajan los
sanitarios, es asesinada en el «Teatro de operaciones», que es como los
ingleses llaman a nuestro «quirófano». Aparece entonces la figura que va a
suponer un punto de inflexión en el desarrollo de la trama, no solo porque se
convierte en el narrador, sino porque el inspector de Scotland Yard está
interpretado por Alastair Sim, quien brilló intensamente en la adaptación
cinematográfica de Ha llegado un inspector, de Guy Hamilton, una de las
cumbres del cine policiaco inglés. Aquí, en su primer papel de protagonista, se
desempeña a medio camino entre la comedia y el drama, alternancia que prodiga
en todo momento y que tan pronto lo hacen aparecer como un tonto o como un
desaprensivo, dado el rigor imperativo de sus reacciones. Lo eficaz,
dramáticamente, en el desarrollo de la historia es que los protagonistas ora lo
subestiman, ora lo desdeñan, ora lo temen, lo cual insufla en los espectadores
un desasosiego permanente que nubla su percepción y acaba esperándose que
cualquier cosa ocurra, porque el anzuelo principal de las *sospechadurías…
son las relaciones amorosas del triángulo ya citado.
El contexto
histórico, los bombardeos alemanes sobre Inglaterra, otorgan a la historia una
amenaza suplementaria, y las reacciones de los personajes frente a ese peligro
acabarán teniendo cierta relevancia en el desarrollo de la trama. Es el
inspector, no obstante, quien se convierte en el eje del relato y permite, en
su interacción con los diferentes sospechosos, desplegar unos recursos
interpretativos que elevan a Alastair Sim por encima incluso de actores tan
acreditados ya como el mismísimo Trevor Howard, quien conoció un brillante
futuro tras esta película.
La película nos
presenta una situación limitada en el espacio, en un pequeño pueblo en el que
apenas hay rodaje en exteriores; en el tiempo, porque la acción transcurre en
apenas tres días, y en el abanico posible de relaciones humanas, porque en
situación de guerra como en la que se vive y estando al cargo de un hospital
casi «de campaña», la labor de todos los personajes está muy condicionada por
el deber profesional. Es importante, dadas esas características, el notable
desconcierto de los espectadores ante los móviles de la persona o personas a
quien o quienes han de atribuírseles los asesinatos, y ello se debe a cómo va
cambiando la orientación de las pesquisas del inspector. El final bien puede
considerarse de mucho mérito, porque no solo logra sorprender en cuanto al sujeto,
sino, también, respecto de la corrección de lo que parece una impecable
deducción policial, que se convierte en…
No, no,
imposible siquiera insinuarlo. Quienes quieran pasar un rato divertido, por los
subtítulos, y admirar el gran trabajo de Alastair Sim, al tiempo que recuerdan
en el que acabó consagrándolo en la película de Guy Hamilton, de la que tampoco
he encontrado referencia exacta de su fecha de estreno en España, aunque sí se estrenara
la obra teatral e incluso se hiciera una versión en Estudio 1 de RTVE. Verde
es el peligro seguro que no se estrenó, salvo en esa misma RTVE, como dije
al principio, y 36 años después de su estreno… Lo bueno de ciertas plataformas,
como Filmin, es, sin duda, la recuperación de muchas notables películas que
conviene ver para disfrutar de unos modos de hacer cine que se han ido
perdiendo.
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