viernes, 3 de febrero de 2023

«Jezabel», de William Wyler o el melodrama canónico.

 

El poder de la narración en el melodrama del Hollywood clásico y Bette Davis en la cima de su arte.

 

Título original: Jezebel

Año: 1938

Duración: 103 min.

País:  Estados Unidos

Dirección: William Wyler

Guion: Abem Finkel, Clements Ripley, John Huston. Obra: Owen Davis

Música: Max Steiner

Fotografía: Ernest Haller (B&W)

Reparto: Bette Davis; Henry Fonda; George Brent; Margaret Lindsay; Donald Crisp;

Fay Bainter; Richard Cromwell; Henry O'Neill; Spring Byington.

 

         ¡Qué tendrá Wyler para que, a cada nueva revisión de sus películas acabemos convencidos de que es uno de los «grandes», a pesar de haber sido ninguneado por algunos popes de la crítica! Son tantos sus éxitos que quizás le ha perjudicado el mero hecho de haberlos conseguido. Ciertos cinéfilos desconfían, por puro prejuicio, del éxito de público, pero está claro que una película como Jezabel por fuerza ha de satisfacer los paladares cinéfilos más exigentes, al margen de que su principal actriz, Bette Davis, recibiera su segundo Oscar por ella.

         Jezabel es una historia sureña en la que, además de un retrato individual de la criatura más engreída, caprichosa y orgullosa del mundo, se nos ofrece un contraste entre el Note y el Sur, una descripción de una sociedad sitiada por la fiebre amarilla y unas relaciones familiares y amorosas tan complejas como, independientemente del tiempo y el lugar, estas suelen ser.

         La entrada de la protagonista, Julie, en escena, bajando de un brioso caballo negro y levantándose la amplia falda del vestido con la fusta para poder caminar con mayor facilidad y con una decisión «marca de fábrica» es toda una declaración de intenciones. Mayor aún cuando aparece en escena su novio, Preston, representado por Henry Fonda, y comparamos ambas psicologías. El detonante del desencuentro entre ambos va a ser la caprichosa decisión de Julie de presentarse en el baile de debutantes de la alta sociedad, en la que las jóvenes han de ir de riguroso blanco, con un vestido rojo que desafía todos los convencionalismos, y que obliga al prometido a ejercer de acompañante dispuesto a desafiar en duelo a cualquiera que se atreva a siquiera reprocharle a Julie su transgresión. Que en la pista de baile se queden los dos bailando solos es otro de esos momentos estelares que anuncian lo que ha de ocurrir: Él, tras la tensión vivida a su costa, se despide de ella diciéndole que no volverá a verlo. Julie sube la escalera —¡Las escaleras en el cine de Wyler exigen una monografía…!— con aire desdeñoso, convencida de que volverá a ella con el rabo entre las piernas.

         Pasa un año y Julie continúa esperando a su antiguo prometido, y reserva para el encuentro con él el traje blanco que no quiso llevar al baile de debutantes. Se desata, entonces, la epidemia de fiebre amarilla que obliga a la protagonista a retirarse de Nueva Orleans a su casa de campo, donde acabará acogiendo a algunos amigos que, por las estrictas órdenes de aislamiento, no podrán volver a la ciudad. Desde que Julie sabe que Preston ha vuelto, todo en la casa es una febril actividad para el reencuentro decisivo en el que, humillada, le pedirá perdón para reconquistarlo. Preston, sin embargo, vuelve casado con una norteña, de Nueva York. El trauma que ello significa para la joven casadera se convierte en un acicate para luchar con redobladas fuerzas por conseguir recuperar su amor, a pesar de que Preston y su mujer no solo parecen muy enamorados, sino que lo están, como Preston se lo demuestra a Julie en un aparte en el jardín en que n se deja seducir por su antigua prometida.

         Es frecuente en el enfrentamiento Norte-Sur poner de relieve las muchas diferencias entre ambos bandos, y prueba de ello es la Guerra de Secesión que no tarda en declararse, a raíz de la abolición de la esclavitud. Tangencialmente, la segregación racial queda opacada en la película por el poderoso melodrama de la joven cuyo carácter ha labrado su ruina. E incluso la aparición «feliz» de la servidumbre negra, entonando una canción a dúo con la protagonista, nos muestra el modo paternalista como se vivían las relaciones con los negros en el Sur, entonces y mucho después de perder la guerra, en lo que constituye un género propio dentro del cine usamericano.

         Como banquero, Preston ha de acudir a la ciudad para hacerse cargo del establecimiento en ese momento de crisis que azota a la población sin distinguir clases, aunque un personaje secundario haya de recordarlo cuando Preston cae enfermo y es llevado a la casa de su antigua prometida, adonde ella llega antes que su mujer para cuidarlo día y noche.

         Ya sé que es demasiado simplista hablar de la película de una actriz, porque las tramas paralelas exigen una calidad interpretativa que todos acreditan de largo; pero el extraordinario trabajo de Bette Davis merece un reconocimiento especial, máxime cuando se trata, en términos populares, de la «mala» de la película. La Davis se sobrepone a su propio personaje y acaba convenciendo a los espectadores incluso de las virtudes de su personaje, y de entre ellas, el volcánico y todopoderoso amor que siente por quien no se ha sometido a sus caprichos. Su terquedad anticonvencional inicial podía considerarse una muestra de feminismo avant la lettre, pero el final descubre en ella una pasión que logra redimirla del mal que ha hecho con anterioridad, aunque la principal damnificada haya sido ella misma.

         Se trata, básicamente, de una película rodada en estudio, y ahí la depurada sensibilidad de Wyler saca un rendimiento absoluto a las muchas escenas que tienen lugar en espacios privilegiados, por su dimensión, lo que le permite una enorme variedad de encuadres, e incluso, en algún exterior, se da el lujo moderno de representar la acción fuera de plano, como sucede en el duelo que se ha celebrado a raíz del menosprecio a Preston y a su mujer norteña en el curso de una conversación de sobremesa en la que se acusa a este de convertirse poco menos que en un traidor a la causa del Sur. El responsable de la factura fotográfica de la película es Ernest Haller, quien casi simultáneamente fotografiaba Lo que el viento se llevó, que se estrenaría un año después de esta, en 1939 y cuyo éxito contribuyó a opacar la película de Wyler, dada las relaciones temáticas evidentes entre ambas producciones. Así pues, Jezabel puede verse como la hermana mayor de Lo que el viento se llevó, pero como una «obra de cámara», alejada de la magnificencia de la película de Victor Fleming. En todo caso, son tantos sus valores y tan intenso el torbellino melodramático al que nos arrastra Jezabel, que nos permite vivir toda una experiencia cinematográfica.

2 comentarios:

  1. Ahora lo comprendo, estabas ocupado viendo pelis ; )
    La secuencia del baile de debutantes, con la entrada de la Davis con un espectacular vestido escarlata en una sala donde todas van de blanco, está tan extraordinariamente bien planificada, que entiendes que gente como John Ford piropeara a Wyler como uno de los mejores directores americanos y que como muy bien dices, Bette Davis apabulle con su interpretación, es verdad que es una versión menos ampulosa que "Lo que le viento se llevó" y que a mi personalmente me parezca mil veces mejor el personaje construido por Bette Davis que el de Joanne Whalley, aunque sea mucho más mona y su Scarlett O'Hara nos haya crispado tanto al principio como conmovido al final, eso sí, Rhet Butler gana por goleada al jovencísimo Henry Fonda, más que nada por su puntito canalla jajaja.. en fin, que has hecho un magistral dibujo de una gran peli, sin duda. Muchas gracias!

    Un beso, a ver si recuerdo asarme más a menudo por tu sala de cine ; )
    Al otro blog que tenías, salvo que vea una de tus entradas en el blogorroll no sé como llegar, si es que sigue vivo : (

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    1. Coincido contigo. Ese puntito canalla de Clark Gable es "marca de fábrica" desde sus primeras películas. Estas son las direcciones de esos blogs que, a muy duras penas, continúo dándoles vida: https://diariodeunartistadesencajado.blogspot.com/
      y
      https://provinciamayor.blogspot.com/

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