Título original: Zjednoczone Stany Milosci (United States of Love)
Año: 2016
Duración: 104 min.
País: Polonia
Dirección: Tomasz Wasilewski
Guion: Tomasz Wasilewski
Reparto: Julia Kijowska;
Magdalena Cielecka; Dorota Kolak; Marta Nieradkiewiicz; Andrezj Chyra; Thomas
Tyndyk; Lukasz Simlat; Jedrzej Wielecki
Fotografía; Oleg Mutu
Título original: Glupcyaka
Año: 2022
Duración: 107 min.
País: Polonia
Dirección: Tomasz Wasilewski
Guion: Tomasz Wasilewski
Reparto: Dorota Kolak; Lukasz
Simlat; Tomasz Tyndyk; Katarzyna Herman; Marta Nieradkiewicz; Agnieszka Suchora;
Alina Seban; Michal Grzybowski; Sebastian Pawlak;
Malgorzata Majerska; Kinga
Ciesielska; Joanna Król; Dorota Papis; Joanna Pokojska; Bartosz Sak; Hanna
Klepacka; Maksymilian Juszczak.
Fotografía: Oleg Mutu.
Dos visiones adultas de los amores imposibles, prohibidos y transgresores, con interpretaciones ajustadísimas a estados de ánimo de muy difícil interpretación con tanta verosimilitud.
El cine polaco siempre ha tenido mucho
predicamento entre los cinéfilos, porque popular, lo que se dice popular, no
creo que lo haya sido nunca. Las películas polacas de Polanski, por ejemplo, no
salieron de aquellas salas llamadas de Arte y Ensayo en que muchos nos curtimos
en nuestra primera juventud, una suerte de liberalización del franquismo que
aspiraba a ser reconocido en Europa como «un país más», algo que desmintió
permanentemente y, sobre todo, en los estertores del Régimen, antes de que la
flebitis se lo llevara por delante. Todos tenemos en la memoria películas
brillantes que nos han formado el gusto cinematográfico. Directores como Wajda,
Kieslowski, Zulawski, Zanussi, Holland, Pawlikowski y tantos otros nos han
asegurado siempre un cine de altísima calidad al que ahora quiere sumarse un ya
no tan joven director, Tomasz Wasilewski, que con una dirección de maneras muy
clásicas aborda unas vidas de mujeres marcadas por las difíciles relaciones
amorosas y sexuales en la Polonia posterior a la caída del muro y en otra época
indeterminada, pero más cerca de nuestro presente. Ambas películas son muy
diferentes y conviene abordarlas cada una en su propia especificidad. Fiel a su
equipo técnico y a sus actores, advertimos cómo actores y actrices reaparecen
en la segunda película con roles distintos de la anterior, pero con unas
interpretaciones sobrias, marcadas por la existencia dura de unas relaciones
insatisfactorias.
Estados Unidos del amor, su segunda
película, se adentra en las difíciles relaciones afectivas de cuatro mujeres
que conviven en el seno de una comunidad en un
barrio obrero. Son cuatro historias muy distintas, pero cada una de
ellas está planteada desde una sobriedad formal en los encuadres, en la
fotografía de tonos muy apagados, casi tenebrosos, en los lentos travelines que
serán determinantes en Insensatos,
en la creación de escenas con cámara fija que, a veces, se permite
alguna innovación como la relación sexual de los esposos casi fuera de campo,
con un primer plano de la cama deshecha y el matrimonio celebrando el desamor y
la necesidad sexual de ella, de pie, con medio cuerpo dentro de campo y el otro
fuera, una escena muy bella, pero muy patética, porque la mujer está enamorada
de un cura joven de la parroquia a la que ella asiste casi exclusivamente para
poder observarlo a sus anchas, porque su enamoramiento es una pasión de tal
naturaleza que sufre por no poder tenerlo, de ahí la necesidad de aliviar el
deseo sexual que le excita el sacerdote con su marido, quien no acaba de
entender nada de nada, porque, fuera del contacto sexual aliviador, el marido
le produce un asco infinito. La comida con la hija, en plano fijo también, es
una muestra del deterioro de esa relación matrimonial, e impacta en el
espectador por la dureza de la misma. Solo hay violencia psicológica, pero es
más agresiva que la física a la que sustituye.
Dos hermanas, una de las cuales es directora de la escuela
local, y la otra, profesora de baile,
monitora de aeróbic y de aquagym, recién llegados a Polonia, y profesora
de ballet en la escuela de su hermana, toman el relevo de la morbosa historia
de la enamorada del hermoso cura joven que tanto contrasta con la rudeza de su
marido, empleado de la fábrica y sin ningún refinamiento particular. La hermana
mayor, la directora, quien mantenía una relación adúltera con un hombre a quien
se le acaba de morir la mujer, advierte que él se muestra evasivo, porque
quiere dedicar su tiempo a su hija, y ella
decide atacarlo, precisamente, por el lado de la hija, tratando de chantajear a
su amante con una posible expulsión de la niña. La respuesta contundente y
física del amante desvela la inseguridad absoluta de ella y su desamparo. Todo
el poder de que hace gala en su puesto no compensa el desvalimiento en que la deja
la ruptura de su relación. Y a partir de la escuela se genera la relación entre
dos vecinas de escalera, una profesora que va a quedarse sin trabajo y la joven
pluriempleada que espera ilusionada la llegada del fotógrafo de Varsovia que le
va a hacer fotos profesionales para intentar buscar su lugar en el cine o en la
moda. La profesora en vías de ser cesada está enamorada de la joven, y usará de
sus estrategias para atraerla a su casa con una invitación sorprendente en una
habitación en la que los pájaros de ella vuelan libremente, mientras ellas
comen. Cuando advierte que le dan calabazas para la segunda cita, se acerca a
la casa de la joven y advierte el panorama patético de una joven drogada sobre
quien el fotógrafo se ha masturbado y corrido antes de desaparecer de la
escena. La vieja profesora la asea y luego vuelve a su casa. En el mismo
edificio vive también la malmaridada enamorada del sacerdote.
Las cuatro
actrices realizan interpretaciones de mucho valor, sobre todo porque no es
fácil expresar desde la contención, la sobriedad y el dolor, como el polvo
furtivo de la directora en los lavabos de una estación con un antiguo alumno
al que no reconoce…
Si algo le
queda al espectador es la imagen de una sociedad derrotada y triste, incapaz de
la alegría y con unas psicologías torturadas por la insatisfacción y cierta
mediocridad vital de la que parece imposible salir.
Insensatos,
por su parte, supone un avance formal muy notable respecto de la primera, pero,
sin embargo, ahonda en la tortura de unas vidas que se desarrollan ante
nuestros ojos sin que nos expliquemos, de buen comienzo, dónde radica la
esencia del mal que, las acompaña y determina. La obra se abre con una
estilizada relación sexual en una casa con vistas al mar, con unas escenas de
insólita profundidad de campo, hermosísimas, en las que la cámara, desde
ángulos inusuales, viaja por los cuerpos de los amantes, mostrando, al final, una
diferencia de edad que nos sorprende. Ella, tocóloga, ejerce en un hospital de la población costera,
y vive su vida en compañía de quien parece ser su marido, un hombre de unos
cuarenta años, frente a los sesenta largos de ella. En un momento dado se
presenta la mujer del hijo de ella para «devolvérselo» a la madre, porque le
resulta imposible seguir cuidando de él, un gran tetrapléjico, propiamente un
vegetal, al que se le han de prodigar cuidados exigentes. El hijo, que aparece
barbudo y desnudo como un cristo yacente en planos horizontales que acentúan la
impronta pictórica de la película, allá donde se pose la cámara, emite unos sonidos
que enloquecen a cualquiera, y que la madre a duras penas puede soportar. La
presencia del hijo enfermo afecta a su relación con su pareja, quien coge sus
cosas y se va, a pesar de las súplicas de ella, quien queda desamparada y
expuesta a una relación ingrata y exigente que la trastorna. Ya desde el
comienzo de la película, cuando está la protagonista en la playa con unas
amigas, esta decide internarse en el mar sin tener conciencia de lo que está
haciendo, y es rescatada por una compañera de trabajo, quien no se explica la suerte
de trance bajo el que la doctora se ha internado febrilmente en el mar, con una
determinación suicida que se repetirá más de una vez. La imposibilidad de
lidiar con la situación del hijo, la lleva a programarle una eutanasia que es
aceptada por su pareja y por su hija, quien se presenta ante ella con un
resentimiento y una herida abierta que exige una reparación a toda costa. Lo
que nos sorprende es que la hija exija de su madre una atención sexual que nos
desconcierta radicalmente, porque emerge ella, entonces, como una suerte de
diosa de la fertilidad cuyo favor buscan sus hijos. Y sí, por esos derroteros
deriva la fábula de una familia demasiado unida y separada y unida… La película
tiene escasísimos diálogos y la imagen todopoderosa del enclave en el báltico
polonés crea una belleza que contrasta, aun en sus colores metálicos y
apagados, con la turbulencia interior de la protagonista, una mujer fuerte que
ha de enfrentarse a la difícil decisión de poner fin al tormento de su hijo, de
explicárselo a sus otros hijos y a su pareja, y de salir adelante, como cuando
recorre los interminables pasillos del tanatorio antes de volver a la luz fría
del paisaje exterior marino. Por el camino, ha habido momentos de intensa
cinematografía, como cuando el cuarto del hijo tetrapléjico es invadido por
gaviotas que se apoderan del espacio e incluso se posan en la cara del enfermo,
un simbolismo que puede verse de varias maneras, y entre las que la madre
escoge la más positiva.
¡Qué cuidadísima puesta en escena, la de esta película no
exenta de morbosidad y retorcimiento! Cine mudo y luminoso. Y con emociones tan
intensas como la situación lo requiere. Y hasta aquí puedo decir, porque el
final obliga a reconsiderar todo lo visto anteriormente, y a esa revelación ha
de llegar el espectador por sus planos contados, en los que se habrá demorado con
la misma perplejidad con que asistirá a la estremecedora revelación final.
Para este papel de la madre se necesitaba una actriz como Dorota Kolak, que hizo de profesora lesbiana
en la anterior película del autor. Una mujer de sorprendente expresividad y
fuerza, amén de una capacidad inmensa para trasladar al espectador estados
emocionales de gran complejidad. El resto del reparto la acompaña, pero ella,
propiamente, es la one woman band de esta película hermosa, triste y
atrevida, muy atrevida.
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