Una petición de principio surrealista y un desarrollo de
comedia sentimental para un final que te deja con la sonrisa en los labios: Yesterday
o la alegre comedia de la impostura necesaria…
Título original: Yesterday
Año: 2019
Duración: 116 min.
País: Reino Unido
Dirección: Danny Boyle
Guion: Richard Curtis
(Historia: Jack Barth)
Música: Canciones: The Beatles
Fotografía: Christopher Ross
Reparto: Himesh Patel, Lily James,
Kate McKinnon, Ed Sheeran, Lamorne Morris, Ellise Chappell, Camille Chen,
Alexander Arnold, Joel Fry, Sophia Di Martino, James Corden.
Si existe, casi con rango
institucional, «la canción del verano», Boyle se ha sacado de la manga «la
película del verano», porque, dada la extensión del culto beatléfilo, raro va a
ser el país en el que esta película no arrase en taquilla: esa ha sido siempre
la magia de cuarteto de Liverpool. El cine británico hace tiempo que halló una
vía inglesa para la comedia -después del esplendor de aquellas joyas de la
Ealing en los años 50- con películas como Cuatro bodas y un funeral, de
Mike Newell, Notting Hill, de
Roger Michell o Tú la letra, yo la música, de Mark Lawrence, a las que
ahora se suma, con total merecimiento, esta Yesterday de Boyle. El
argumento se base en una petición de principio que hemos de aceptar gustosa y
juguetonamente para que el desarrollo de la película tenga sentido: un fan de
los Beatles, empeñado en forjarse una carrera como cantante, acompañado por una
indesmayable «agente», enamorada de él, pero a quien él ni siquiera considera
en ese aspecto porque se ha criado junto a ello «como hermanos», es atropellado,
mientras circula en bicicleta, por un camión una noche en la que se produce un «apagón
universal»: todo el planeta se queda a oscuras durante medio minuto, si llega.
Una vez recuperado de sus múltiples lesiones, y la más grave de ellas,
estéticamente, es la pérdida de dos dientes frontales superiores, al cantante
se le ocurre cantar Yesterday mientras está con unos amigos, después de
que estos le hayan regalado una guitarra para sustituir a la anterior,
destrozada en el atropello. De repente, a todos les emociona la canción y la
consideran la más bonita de todas las que había compuesto hasta ese momento. El
joven proyecto de artista se queda de una pieza y cree que se han conjurado
para tomarle el pelo, aunque la insistencia de su agente en lo contrario lo deja
perplejo y con algo más que con la mosca detrás de la oreja. A partir de ese
momento, inicia una búsqueda masiva en internet de los Beatles, con el único
resultado imaginable a partir de la reacción de sus amigos: no existen, nadie
sabe quiénes son los cuatro jóvenes de Liverpool que revolucionaron a partir de
1962 la Historia de la música popular. Desde esa ignorancia universal: ¡nadie
en el planeta ha oído jamás hablar de los Beatles! Se construye una historia
tópico-crítica sobre el nacimiento de una estrella, porque, poco a poco, a
partir de grabaciones modestas, las canciones de los Beatles vuelven a abrirse
paso en la sensibilidad de los públicos. Como contrapeso de ese descubrimiento,
Ed Sheeran ha decidido participar, como él mismo, en la película, y, ante la
belleza de las canciones del joven cantante desconocido, se ve obligado a
reconocer la «primacía» del recién llegado. Hay que destacar, por fuerza, el «desafío»
para componer en media hora una canción y batirse en duelo con ellas, una de
las secuencias hermosas de la película, en efecto. Poco a poco, pues, entramos
en el esquema de Ha nacido una estrella, como decía, y ahí aparecen, de
su mano, todos los tópicos indispensables de esta vieja historia siempre de
nuevo contada, si bien esta vez con una versión que mezcla la ciencia-ficción,
podríamos decir, dada el tremendo supuesto que nos vemos obligados a aceptar
para que la historia funcione. La película, sabiamente, explota la vía del «usurpador»
siempre pendiente, en permanente estado de tensión, de que su impostura sea
descubierta, algo que se consigue mediante la oportuna aparición de dos seres
misteriosos que sí dan a entender que ellos saben quiénes fueron los Beatles.
Es la parte floja del argumento, del mismo modo que chirría, a su manera, la
aparición de un John Lennon que, al no haber existido los Beatles como tal
grupo, no fue asesinado, y que vive retirado a sus 78 años, ignorante de que
siquiera hubieran existido como tal grupo y sus canciones hubieran dominado el
mundo. Pero a los espectadores nos da igual, absolutamente igual. Aceptamos las
propuestas del guion a pies juntillas y, si se es algo vehemente, como es mi
caso, acabamos avergonzando a nuestra o nuestro acompañante de rigor entonando
con discreta pero firme y audible voz el acompañamiento de las canciones que
nos sabemos de memoria y que el protagonista entona como puede y sabe, pero también
se le perdona, por supuesto. La película, ya lo aviso, va más allá de «lo cinematográfico»
y supone una celebración entusiasta de la fidelidad a unas canciones que nos
han acompañado a lo largo de nuestras vidas, en mi caso desde los 9 años, sin
que jamás se haya menoscabado mi pasión por ellas. Teniendo reciente la película
sobre Queen, un biopic interesante, sobre todo para los no seguidores
del grupo como yo, esta Yesterday es algo totalmente distinto, y se nos
ofrece como un popurrí de géneros hábilmente guiado por el director para hacer
hincapié en uno u otro, pero sin perder de vista nunca el sustrato de comedia
romántica al que, definitivamente, pertenece. En este sentido, la actuación de
los protagonistas, el desconocido -para públicos no británicos- Himesh Patel,
dotado por igual para la comedia como para el leve drama que se sufre en las
comedias románticas, y Lily James, bien conocida por sus papeles en Downton
Abbey y la secuela de Mamma Mia, que da el papel con total decoro de
enamorada no correspondida, ambos, pues, componen una pareja enormemente
simpática para los espectadores, y llevan con total eficacia la triste historia
de amor que nos ofrece el guion hasta que… Bueno, eso ya lo verán en la
pantalla. Lo propio es recordar que la puesta en escena de la película con esas
dos partes del aspirante a estrella y la estrella consagrada está muy lograda.
La primera suscita enseguida una compasión infinita; la segunda, una aversión
inmediata hacia la sofisticación de un negocio cuya crítica radical se produce
cuando…, pero es mejor también que lo vean en la película, por supuesto. Pues
nada, aclárense la garganta, caliéntenla y, ¡hala, a disfrutar volviendo a
cantar los viejos éxitos inmortales del cuarteto eterno!
P.S. El cameo de James Corden,
de primera magnitud…, como él mismo lo es.
He ido a ver esta película con mi hija a petición suya pero me ha aburrido soberanamente y deseaba que acabara. No me la he creído nada y menos al protagonista carente de química con la chica. En las escenas íntimas se ve lo forzadas que son. Su actuación es lineal y sesgada, sin matices que aporten alguna complejidad al personaje y su situación. Supongo que de eso se trataba, de hacer algo fácil y viable para el gran público. Y lo consigue. La sala estaba llena y ha habido algún intento de aplauso. A mi hija le ha gustado, pero yo he visto un producto simplón cuya única alegría es escuchar versiones de canciones de los Beatles. A mi juicio, una muy mala película, del gusto del gran público. Lo del encuentro con Lennon es de juzgado de guardia.
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