Título: Child's Play
Año: 1972
Duración: 100 min.
País: Estados Unidos
Dirección: Sidney Lumet
Guion: Leon Prochnik. Novela:
Robert Marasco
Música: Michael Small
Fotografía: Gerald Hirschfeld
Reparto: James Mason, Robert Preston, Beau Bridges, Ronald Weyand,
Charles White, David Rounds.
Título original: Night Falls on Manhattan
Año: 1996
Duración: 108 min.
País: Estados Unidos
Dirección: Sidney Lumet
Guion: Sidney Lumet. Novela:
Robert Daley
Música: Mark Isham
Fotografía: David Watkin
Reparto: Andy García,
Richard Dreyfuss, Ian Holm, Lena Olin, James Gandolfini, Ron Leibman, Colm
Feore, Paul Guilfoyle.
Quizás la prueba del algodón de la calidad de una película es que, a pesar de haberla visto, si se te ocurre ponerla de nuevo para recordar un poco algo de la trama, no vaya a ser que en realidad no la hayas visto, te quedas enganchado a la pantalla hasta que acaba. Eso nos ha pasado con la que sabíamos que habíamos visto, La noche cae sobre Manhattan, justo después de ver otra, Perversión en las aulas, esta sí que inédita, cuyo título original Child’s play, «Juego de niños», le quita algo de morbo y le devuelve un sentido más acorde con el contenido de la misma, a medio camino entre el terror psicológico y el paranormal.
Adaptación de
una obra de teatro, las películas de internado tienen siempre algo de morboso,
acaso de escabroso, porque hay siempre unas fuerzas ocultas que dominan la acción
y cuya responsabilidad nunca sabemos a quién adjudicar. Se trata, claro, de
crear indicios fehacientes que acusen a un personaje para acabar llevándonos la
«sorpresa» de que, tragedia de por medio, la fuente del «mal» es otro. Eso sucede
aquí, un colegio al que llega un antiguo alumno del mismo, convertido en
profesor de Educación Física y admirador de un brillante y seductor profesor de
Inglés. El colegio es religioso y son pocos los profesores seglares. El nuevo
profesor llega justo cuando se están produciendo varios episodios de violencia
entre los alumnos que tienen desconcertados al Director y a los profesores. Lo
desconcertante del caso es que ninguno de los agredidos acepta denunciar a los
agresores, y se van sumando agresiones que llevan incluso a la pérdida de algún
órgano. Súmese todo ello a ciertas rivalidades entre profesores, especialmente
entre el de Inglés y el de Latín, una excelente interpretación, la mejor de la película,
de James Mason, y ahí tenemos al recién llegado poco menos que entre dos fuegos,
sin saber a qué atenerse, sobre todo después de haber tenido una revelación que
poco menos que lo trastorna: los alumnos heridos buscaban el daño con ahínco,
con adhesión… No diré mucho más, porque estas películas con intriga exigen el
respeto a los futuros espectadores; pero sí diré que Lumet rodó una alegoría
del Fascismo, y ya verán, quienes se acerquen a Filmin a verla, el porqué.
También cabría añadir que a algunos puede sorprenderles la actuación del joven
Beau Bridges, y pensar que es poco menos que su debut, pero cuando rodó esta película
tenía un bagaje fílmico detrás con el que pocos podrían rivalizar. Es un punto
débil de la película la estética y la ambientación como de los viejos Estudio 1
de RTVE, lo que al espectador actual le puede distanciar no poco, pero la
narración de Lumet, aun siendo toda prácticamente en interiores es impecable y
mantiene un ritmo francamente interesante.
De La noche
cae sobre Manhattan cabe decir que fue un éxito de púbico en su momento, y
ahí está un Andy García aupándose al primer plano del estrellato por méritos
propios, aunque flaquee en alguna secuencia dramática, pero muy
superficialmente. De lo que no me acordaba y me ha llamado mucho la atención es
del aspecto escogido por el director para la realización de la película, el
formato 1:85.1, que nos ofrece una pantalla aparentemente casi cuadrada, lo que
crea una incómoda sensación psicológica de excesiva cercanía entre los
protagonistas, como si no pudieran «mantener las distancias» y se vieran
obligados a compartir el espacio del plano en el que no caben ambos o caben
cómodamente si de una escena amorosa se trata, pues gana en intimidad
compartida. Por otro lado, ese formato, ignoro por qué, parece inducir a
colocar la cámara no tanto al nivel de los personajes como ligeramente por debajo,
lo que, con mucha frecuencia, casi se confunde con un contrapicado. En todo caso, la inmediatez
de los actores en la pantalla le da a la película una humanidad y una intimidad
que nos acerca a la peripecia conflictiva que afecta sobre todo al
protagonista, pero no solo a él.
La película
narra el ascenso de un Fiscal de Distrito que ha de acusar al traficante de
drogas que casi asesina a su propio padre, policía. Por un azar de la
enfermedad del candidato a ese puesto en las inmediatas elecciones, el hijo
ejemplar del policía, después de conseguir que el traficante sea condenado, es
nombrado candidato por el Alcalde, quien también opta a la reelección. El
abogado del traficante es Richard Dreyfuss, quien le da al Fiscal una réplica
acorde con su reconocida calidad interpretativa. En un papel menor, como
compañero de patrulla del padre del protagonista, vemos a James Gandolfini, el
célebre Tony Soprano, y ahí sí que hemos de descubrirnos ante una interpretación
tan soberbia que palidecen, a su lado, las de sus compañeros de reparto. Encarna, además, a
un policía corrupto a quien el hijo de su compañero acaba descubriendo, porque,
por otro de esos azares, se encuentra en el río el cuerpo de un policía
desaparecido y entran en acción los de Asuntos Internos, lo cual va a poner al
nuevo Fiscal ante no pocos desafíos de todo tipo: familiar, personal y
profesional. Y ahí o dejo, por si alguien tiene la suerte de no haberla visto.
La película sigue de cerca el desarrollo de un caso real, y Lumet, muy ducho en
revelar los entresijos corruptos del poder, proporciona a su relato una
verosimilitud absoluta.
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