De YouTube Star a director de tragedias minúsculas en los márgenes del sistema…
Título original: Funny Face
Año: 2020
Duración: 95 min.
País: Estados Unidos
Dirección: Tim Sutton
Guion: Tim Sutton
Música: Phil Mossman
Fotografía: Lucas Gath
Reparto: Cosmo Jarvis, Dela
Meskienyar.
Con un cartel
construido sobre un famoso cuadro de Caravaggio, el dueño absoluto del
claroscuro como seña de identidad artística, Funny Face es la penúltima
película —la última es el western The last son, de 2021— de un
director del llamado cine independiente y anteriormente actor y exitoso Youtuber,
aunque lo ignoro todo sobre Sutton, y poca información, con ese bagaje, encuentro
en la red. Traigo, por lo tanto, una absoluta «novedad» a este Ojo tan
proclive al descubrimiento de cintas añejas y viejos clásicos de todas las filmografías.
Conviene saber qué se rueda en estos tiempos convulsos, llenos de fanatismo,
violencia, victimismo y claudicación. Solo he leído algunas críticas a una obra
suya de 2018, Quien quede en pie, que no anima excesivamente a seguir
viendo su obra. Con todo, después de haber visto esta curiosa Funny Face,
es muy probable que obras anteriores suyas admitan una lectura que vaya más
allá de lo aparente, porque en esta se suman dos líneas narrativas, la especulación
inmobiliaria y las psicologías borderline, que son majestuosamente
envueltas en una puesta en escena tan poderosa como sugerente, con imágenes
realmente cautivadoras.
La historia
arranca con el anuncio del desahucio de la vivienda donde el protagonista ha
vivido con sus abuelos al quedar huérfano de padres, muy cerca del parque de
atracciones de Coney Island. Este, que suele llevar la cara cubierta con una
careta que representa la alegría, trabaja en un pequeño supermercado y, al
margen de su pasión por el baloncesto, no parece tener otra deriva existencial
que la de sobrevivir sin ninguna ambición ni legítima ni prohibida. El joven,
amante del silencio y de los paseos por su barrio, es una de tantas
personalidades limítrofes, entre la normalidad y el desequilibrio con
estallidos puntuales de insólita violencia y posterior arrepentimiento convulsivo,
como habitan en las películas usamericanas que no aspiran a construir discursos
sociales o ideológicos, sino un retrato individual de un ser complejo y poco
amigo de expresarse. Saul, interpretado por un preciso Cosmo Jarvis, se
encuentra en sus andanzas por el barrio con una chica, Zama, que, tras salir de
casas de sus padres adoptivos, porque ella también es huérfana, se viste con el
hiyab para tener una máscara con la que «protegerse» de una sociedad hostil en
la que no parece hallar su sitio. El encuentro entre esas dos soledades y sus andanzas
juntos desde entonces se van a convertir en el eje de esta singular road
movie ceñida a un territorio muy concreto: el barrio de Brooklyn. Roban un
coche con el que viajan y en el que viven y la suma de sus dos máscaras y sus
dos silencios, más el deseo de venganza contra la inmobiliaria que les ha «robado»
la casa a sus abuelos, va a devenir la columna vertebral del relato. Funny
Face es una sólida muestra de lo mejorcito del cine independiente que bucea
en historias de «los márgenes» del sistema, con personajes tan hundidos en sí
mismos que es un milagro encontrarse con alguien no tanto que sea «afín» cuanto
«respetuoso». El proceso de acercamiento e incluso enamoramiento de ambos jóvenes,
incapaz de sonreír él, a pesar de sus deseos de hacerlo, y de ahí la careta, y
el mutismo defensivo de ella, construyen una insólita love story que se
mezcla con un intento de venganza bastante ingenuo contra los expropiadores de
toda una vida. Todo esto, digámoslo enseguida, nos viene narrado con unas
cuidadísimas imágenes y encuadres que permiten explorar espacialmente la
dimensión de esos conflictos personales. El contraste de esa historia es la narración
paralela de los especuladores sin escrúpulos, retratados como unos mafiosos en
el reservado de un restaurante, y la personalización del fracaso dentro de ese
mundo en el hijo que ha de ir a pedir a su padre, un constructor, que lo saque
del apuro económico que amenaza con arruinarlo.
Hay una secuencia espectacular en la película: la máscara de Saul, que ha sido lanzada al aire, y cuyo
vuelo es seguido por la cámara, acaba en el coche del especulador con
problemas. La cámara enfoca la careta y al especulador y, por la ventanilla del
coche, vemos pasear por la calle, al fondo, segundos antes de desaparecer del
plano, ya sin máscara, a Saul… Hay, por lo tanto, muchos elementos simbólicos
en la película, y conviene hacer una lectura muy atenta de los mismos, porque
lo cierto es que, a pesar del excelente discurso narrativo del film, este casi podría
considerarse una película muda en la que ciertos detalles han de verse con la
lupa hermenéutica que descubre significados en lo más nimio.
Teniendo en
cuenta la dificultad de expresar la incomunicación y de acceder a los
sentimientos no expresados de sus personajes, Funny Face se inscribe en
esa tradición fílmica con antecedentes tan extraordinarios como Antonioni o
Bergman, aunque, por la estética, esté más cerca de la primera época de Wim
Wenders. No es una película para los amantes de la acción ni mucho menos para
los de las tramas realistas convencionales. Aquí hay realismo, e incluso del «sucio»
que puso Raymond Carver de moda, aunque tenga otros autores anteriores, como
Fante o Bukowski, pero también no poco simbolismo que salta a la vista con todo
su poder expresivo. A mí me ha parecido una experiencia interesante, llena de
excelentes imágenes y con algunas secuencias antológicas, como la cena de los
especuladores en el restaurante o la explosión de ira de Saul cuando se le toca
algo que, para él, es realmente «sagrado»: su equipo de baloncesto: Brooklyn
Nets. La película, finalmente, nos muestra unas actitudes vitales muy pero
que muy usamericanas, de las que distinguen su sociedad frente a las europeas,
por ejemplo. En ese sentido, la película tiene algo, también, de documento
social que conviene tener en cuenta. Ya se sabe que todo lo usamericano acaba
llegando a Europa con veinte años de retraso.
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