lunes, 11 de octubre de 2021

«Wodehouse in Exile», de Tim Fywell, «Buenos principios», de Yvan Attal y -«Death of a Ladies' Man,» de Matt Bisonnette o los escritores en pantalla.

 

Título original: Wodehouse in Exile

Año: 2013

Duración: 82 min.

País: Inglaterra

Dirección: Tim Fywell

Guion: Nigel Williams

Fotografía: Owen McPolin

Reparto: Tim Pigott-Smith. Zoë Wanamaker. Curran McKay. Simon Coury. Robert Cooper. Paul Ritter. Flora Montgomery. Paul Mallon. Niall Cusack.


Título original: Mon chien Stupide

Año: 2019

Duración: 106 min.

País:  Francia

Dirección: Yvan Attal

Guion: Yvan Attal, Yaël Langmann. Novela: John Fante

Reparto: Yvan Attal, Charlotte Gainsbourg, Pascale Arbillot, Adèle Wismes, Sébastien Thiery, Ben Attal, Eric Ruf, Pablo Venzal.



 





Título original: Death of a Ladies' Man

Año: 2020

Duración: 100 min.

País: Canadá

Dirección: Matt Bissonnette

Guion: Matt Bissonnette. Historia: Bobby Theodore

Música: Stephen Rennicks

Fotografía: Jonathon Cliff

Reparto: Gabriel Byrne, Jessica Paré, Brian Gleeson, Antoine-Olivier Pilon, Suzanne Clément, Karelle Tremblay, Raphael Grosz-Harvey.

 

   Uno real y dos de ficción, lo que cuesta que los escritores resulten atractivos en el cine…    


              Mal, por lo general, es como dan los escritores en pantalla, sean «malditos» o «consagrados». Cuesta entrar en las vidas de los escritores llevadas a la pantalla siempre y cuando no hayan llegado a esta por otros hechos distintos de los propios suyos: la creación literaria. El repertorio de tópicos: el papel sacado de la máquina, estrujado a conciencia y lanzado o al suelo o a la papelera; la generosidad con el alcohol para propiciar la inspiración; la desesperación de la noche en vela alrededor de una palabra o una frase que sirva de espoleta para la detonación del torrente de palabras que construirá una historia; la incomprensión de quienes rodean al «genio»;  el vagabundeo por la nostalgia o la complacencia con las propias incapacidades; los celos patológicos de los rivales que van tras la propia mujer a la que se da tan mala vida, sin embargo… En fin, que cuesta lo suyo no solo hacer verosímiles esas vidas, sino también lo suficientemente atractivas como para retener a los espectadores en sus asientos.

         De las tres películas cuyos protagonistas son escritores, la que más me ha interesado es la dedicada a P.G. Wodehouse, sin duda por mi absoluto desconocimiento del personaje y de su obra. Un momento. Pues no, no tengo ningún libro suyo, vengo de comprobarlo en mi biblioteca, aunque me he tropezado mil veces con los suyos, cuando revuelvo en las librerías de segunda mano. Ahora, claro, después de haberlo «conocido» algo más, iré a comprar su clásico My Man Jeeves. Estamos hablando de un biopic televisivo que, sin embargo, tiene un diseño de producción como el de cualquier película para la gran pantalla. La historia que se narra en él es la del episodio de la detención por los nazis, en Francia, del ya entonces famosísimo escritor de humor y de cómo los servicios de inteligencia nazi consiguieron que emitiera unos programas de radio destinados a su público estadounidense para tratar de alterar la percepción del nazismo y evitar que los Usamericanos entraran en guerra. Alrededor de la ingenua persona del escritor, la genialidad literaria puede rozar con la ingenuidad absoluta, cuando la persona, dedicada al humor toda su vida, encarna la bondad sin matices, se monta una red de personajes que le hacen creer que es liberado del campo de concentración en Polonia porque ya ha cumplido los 60 años. Desde su llegada al campo de prisioneros, y en la medida en que Wodehouse es un grafómano, lo que le sirve para distanciarse de la realidad en un refugio, el de la escritura, que prevalece incluso contra la maldad absoluta de un régimen como el nazi, Wodehouse comenzará a escribir un diario de prisión en el que describe en clave humorística la vida en el campo, lo cual sirve de regocijo para el resto de los internos con quienes comparte pabellón. Si algo bueno tiene el biopic, al margen de dar a conocer un supuesto oscuro pasado del escritor que los diferentes gobiernos británicos se empeñaron en mantener vivo a lo largo del tiempo, una situación contra la que protestó enérgicamente alguien tan sin sospecha como George Orwell, es que accedemos a fragmentos de su obra, leídos con la gracia con que el protagonista se hace acreedor a nuestra simpatía y empatía. Recordemos, respecto de la «ingenuidad» de Wodehouse, que incluso en Inglaterra hubo ciertos sectores que no veían mal la figura autoritaria de Hitler, y que esa relación peligrosa debió de influir lo suyo en la abdicación de Eduardo VIII. Lo cierto es que la línea argumental de la defensa y exculpación de Wodehuse —recordemos que aunque fue nombrado caballero no regresó jamás a Inglaterra, después de su liberación y su regreso a Francia, donde las autoridades francesas quisieron detenerlo a su vez, aunque poco después viajó a Usamérica, cuya nacionalidad adquirió en 1955— estriba en lo metido que estaba el autor en su proceso creativo y la enorme distancia desde la que contemplaba la realidad histórica de su momento. La magnífica interpretación de Tim Piggot-Smith, que carga con todo el peso de la película, encarna a la perfección una veta del humor británico que forma parte de la idiosincrasia de esa nación, de ahí las constantes salidas bienhumoradas del escritor que e nos da a entender que trazan una línea sin fisuras entre su personalidad en la vida real y la de los personajes de sus relatos. A pesar de ser una película para televisión, insisto, la factura de la puesta en escena es exquisita y toda la película se sigue con interés, sobre todo si se desconocía el «suceso» que acabó siendo trascendental en la vida del escritor.

         De Yvan Attal reseñé no hace mucho en este Ojo  la película Una razón brillante, una historia que teniendo a la oratoria como eje temático desarrollaba un enfrentamiento generacional y social muy curioso y bien llevado. En este caso, Attal, en compañía de su mujer, Charlotte Gainsborough, nos narra la historia de un escritor que consiguió un bestseller con veinte años menos y que, desde entonces, no ha levantado cabeza, ni siquiera con tres novelas posteriores que fueron destrozadas por la crítica. Es padre de cuatro hijos y, por azar, acaba convertido en dueño de un perro al que bautiza como «Estúpido» y que le acompañará en el proceso de pérdidas progresivas que irá sufriendo, porque, quejica de que la vida familiar le impide crear, la familia casi surrealista que forma con su mujer y sus cuatro hijos ira desmoronándose ante sus ojos hasta quedarse nuevamente solo, y es la crónica más o menos amable y jocosa de esa disfuncionalidad familiar  lo que volverá a convertirlo en un escritor de éxito que, cuando este llegó, le permitió «huir» de París e instalarse en una casa de ensueño en Biarritz, una de esas que se anuncian, superexclusivas y de precio millonario, en las páginas del suplemento económico de El País. Attal no es mal director, pero no da el papel del escritor ni con recomendación. Tiene muy pocos registros y muy reducida vis cómica. Lo que más sorprende del personaje es que siendo tan plano haya sido capaz de escribir una obra que le ha resuelto la vida a él y a toda su familia, a pesar de los fracasos posteriores. La intención es buena, el resultado deja mucho que desear, aunque la película se ve con cierta tolerancia y amor a la lengua francesa, por supuesto. Con tantos personajes en escena, forzosamente el retrato de ellos había de caer en el tópico, pero resulta que sucede lo mismo con el principal, el escritor. En fin, los amantes de la arquitectura disfrutarán con el casoplón, pero los amantes del cine nos quedamos bastante insatisfechos, aunque haya algunos gags de cierto relativo mérito.

         La última, Death of a Ladies' man, «La muerte de un seductor», aunque bien podríamos traducir ladies’ man por «caballero» e incluso por «mujeriego», es una película canadiense bastante más compleja que la de Yvan Attal y que se adentra mejor en el tormento creativo de un autor al que le han diagnosticado la muerte en un breve plazo de tiempo. La confusión, deliberada y constante, entre el autor y el personaje de lo que el protagonista está escribiendo nos sirve para entrar en el mundo de la derrota encarnado por el personaje. ¿Cuál es la novedad? Pues no es otra que la magnífica banda sonora con canciones de Leonard Cohen que, sin convertir la película en un musical, se imbrican a la perfección en el desarrollo dramático de la historia. Es cierto que hay una introspección constante en un ser que, debido a su final próximo, va redescubriendo no solo su vida, sino, sobre todo, la de quienes lo rodean: su primera mujer y sus hijos, así como el fantasma de su padre, con quien tiene charlas acerca de lo que él hizo o dejo de hacer por su hijo en vida. A la alucinación del padre le siguen otras de muy diversa naturaleza, pero todas ellas, desde una imaginería surrealista, funcionan como claves para permitirle acercarse al entendimiento de lo que ha sido su existencia. Tener a Gabriel Byrne como protagonista te da un plus de credibilidad que te permite empatizar enseguida con el personaje, te parezca lo que este te parezca. La aparición de la segunda esposa de Don Drapper en Mad Men, Jessica Paré, haciendo un papel de dependienta muy curioso, quien deviene la última oportunidad de conocer el amor del protagonista, acaba de redondear una película que se ve con agrado.

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2 comentarios:

  1. De vez en cuando busco en internet cosas relacionadas con Wodehouse (al que admiro y releo desde pequeña con una obsesión que roza la locura) y he topado con tu blog. Y hay una película sobre su vida que no conocía!!!! Tengo que encontrarla!!!! Me he puesto hasta nerviosa! Se merecía el Nobel pero el lío que montaron a su alrededor con los nazis hizo que no se lo dieran, estoy convencida.

    No hay día gris, disgusto o enfado que no se me pase leyendo cualquier página al azar del libro que ese día lleve en la mochila (porque siempre llevo un libro de Wodehouse encima para emergencias, funciona mejor que un Lexatin).

    Me has dado una alegría enorme! Que tengas buen día :)

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    1. ¡Cuánto me alegra poder ser útil! De las tres que reseño, la de Wodehouse es la que mejor se ve. Y conocer al personaje me ha empujado a leerlo. Si además de Wodehouse le interesa la literatura en general, le recomiendo este otro blog mío dedicado a ella:
      https://diariodeunartistadesencajado.blogspot.com/
      Gracias. Un saludo cordial.

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