Intensa biografía de Siegfried Sassoon o la atormentada vida de un poeta homosexual antibelicista y católico.
Título original: Benediction
Año: 2021
Duración: 137 min.
País: Reino Unido
Dirección: Terence Davies
Guion: Terence Davies
Música: Benjamin Woodgates
Fotografía: Nicola Daley
Reparto: :Jack Lowden; Simon Russell Beale; Peter Capaldi; Jeremy Irvine;
Kate Phillips;
Gemma Jones; Ben Daniels; Geraldine James; Joanna Bacon; Anton Lesser; Lia
Williams; z
Thom Ashley; Kellie Shirley; Suzanne Bertish; Paddy Rowan; Calam Lynch; Harry
Lawtey; Tom Blyth; David Shields; Edmund Kinsgley; Jude Akuwudike; Jamie-Lee
Beacher; Stacey Lynn Crowe; Bobby Robertson; Ernest Vernon; Ben Steele.
Aunque Mark Cousins en su monumental
Historia del cine: Una odisea presenta a Davies como uno de los
directores británicos más importantes, son muchas las dificultades que este
hombre ha encontrado para rodar sus películas, a pesar de la innegable calidad
de su cine. Recuerdo perfectamente su biografía de Emily Dickinson, tan
ajustada a la realidad que la poetisa se te volvía tan antipática como difícil
era penetrar en las sinrazones de su agorafobia y su voluntad de reclusión y
silencio, todo ello sublimado en una poesía que ha ido encumbrándose con el
paso del tiempo. El caso es que, a pesar del impresionante trabajo estético de recreación
de la vida de la poetisa de Amherst, mi irritación me impidió hacer la crítica
de la película. ¡Cómo me hubiera gustado que no hubiera sido así! Ahora podría
compararla con esta otra «vida de poeta» que ha filmado Davies con una
magnificencia absoluta y con una intensidad emocional que conmueve al más
refractario a trasparentar las emociones, porque la vida de Siegfried Sassoon
está marcada por la pérdida, por la redención y por la sensación de no haber
sido reconocido como se le debía, pero esto lo comparte con todos cuantos
escriben y publican, sin duda.
Siegfried
Sassoon viene a ser lo que solemos llamar un «poeta menor», es decir, que no
entra en la reducida nómina de los poetas sobresalientes de su generación, y de
ahí, imagino, mi desconocimiento total de su figura y de su obra, aunque en su
momento fuera muy celebrado, tanto en su vertiente poética como en la narrativa
autobiográfica. De hecho, su vida transcurre en un mundo elitista en el que
incluso su vertiente homosexual puede vivirla con el consentimiento social de sus más cercanos sin
que sea denunciado por ello, puesto que la homosexualidad como delito se abole
en Gran Bretaña ¡en 1967! Moverse entre la élite social implica disfrutar de
una moral de excepción, aunque todo ello se pone entre paréntesis cuando
Sassoon se alista para ir al frente en la Primera Guerra Mundial. Conocidos los
horrores de la barbarie que fue aquella guerra de trincheras en campos en los
que se sacrificaron a millones de jóvenes de todo el continente, Sassoon decide
denunciarlo desde dentro del estamento militar al que pertenece en grado de
teniente, si bien lo que único que consigue, gracias a sus influencias
políticas y familiares, es ser enviado a un sanatorio donde acaba enamorándose de
otro poeta, más joven, a quien ayuda a mejorar su poesía y a quien pierde tras
morir este muy poco antes de declararse el armisticio entre los aliados y
Alemania. Allí es tratado por el psiquiatra William Halse Rivers, soberbiamente
interpretado por Ben Daniels, en un papel que me ha traído a la memoria el
impresionante de Andrzej Seweryn en Genealogías de un crimen, de Raúl
Ruiz. Los diálogos entre médico y paciente son de lo mejorcito de la película.
Antes de la
presente, he visto la nueva versión de Sin novedad en el frente, de Edward
Berger, donde se muestran, con crudeza absoluta, todos los horrores de la guerra
que vivió Sassoon y que determinaron no solo su rumbo poético, sino también humano.
En Benediction, Davies mezcla la parte de ficción biográfica con
material documental sobre esa guerra, en una fusión afortunadísima, porque el
impacto de las imágenes reales refuerza la vena pacifista del soldado
desengañado que ha observado cómo una guerra «defensiva» se ha convertido en
una guerra de «conquista», alargando innecesariamente, a su parecer, el
conflicto.
La vida
sentimental de Sassoon ocupa buena parte de la película y sus desengaños
amorosos lo llevan a buscar una redención de su homosexualidad —tengamos
presente la época represiva en que ha de vivirla— a través del matrimonio y la
paternidad, por más que la convivencia al final de su vida con su hijo no sea,
precisamente, un camino de rosas. Esa redención incluye, por el lado
espiritual, su aceptación del catolicismo en el que ingresa con profunda
entrega y devoción hacia el final de su vida, ante la incomprensión del hijo,
con quien tiene un magnífico diálogo en la iglesia y un vibrante enfrentamiento
cuando quiere sacarlo del estado de postración en que vive el poeta, solo y aislado
del mundo, con muy pocos contactos exteriores, y en eso hay un nexo de unión
con la vida de Dickinson, ciertamente.
La música tiene
una presencia muy destacada en la película y contribuye a crear el relato, en
la medida en que expresa esos «sentimientos de época», llamémoslo así, que comparte
el protagonista con el resto de los mortales. Recordemos, ya puestos, que Davies
realizó una película con las canciones populares como protagonistas absolutas,
una película deliciosa, por cierto: Voces distantes, centrada, a
diferencia de esta, en la vida cotidiana de una familia obrera a lo largo del
tiempo.
Hay en la película
un juego entre pasado y presente marcado por la transformación física de los
personajes que nos permite abarcar el periodo vital del escritor; pero esas
súbitas transformaciones son también una pausada meditación poética sobre el
paso del tiempo, sobre la muerte y sobre la poesía. La película, cuyo nombre yo
he interpretado literalmente: bene dictione: lo «bien dicho», el «buen
discurso», tiene un alto contenido poético que se resuelve en el excepcional desenlace
que da igual que revele, porque de lo que se trata es de verlo y oírlo en función
del recorrido biográfico del poeta. Sentado en un banco en el que el personaje
se transforma desde el presente en el pasado de soldado cuando convive en el
sanatorio con Wilfred Owen, oye la recitación del doloroso poema de Owen,
Disabled, que le dio a leer cuando cambió de orientación poética a instancias
de Sassoon. ¡Qué emociones tan diversas y profundas puede llegar a experimentar
el espectador en los minutos finales de la película!
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