Título original: Eden
Año: 2014
Duración: 131 min.
País: Francia
Dirección: Mia Hansen-Løve
Guion: Mia Hansen-Løve, Sven
Hansen-Løve
Fotografía: Denis Lenoir
Reparto: Félix De Givry; Pauline Etienne; Laura Smet; Vincent Lacoste; Vincent
Macaigne;
Greta Gerwig; Golshifteh Farahani; Brady Corbet; Hugo Conzelmann; Roman
Kolinka.
Título original: Bergman Island
Año: 2021
Duración: 112 min.
País: Francia
Dirección: Mia Hansen-Løve
Guion: Mia Hansen-Løve
Música: Raphael Hamburger
Fotografía: Denis Lenoir
Reparto: :Vicky Krieps; Tim Roth; Mia Wasikowska; Anders Danielsen Lie; Joel
Spira; Oscar Reis; Jonas Larsson Grönström; Clara Strauch; Wouter Hendrickx; Gabe
Klinger; riz
Teodor Abreu; Felix Berg; Grace Delrue; Matthew Lessner; Kerstin
Brunnberg; Jordi Costa.
El documentado
vuelo suicida del peterpanismo y la búsqueda de la inspiración con Bergman al
fondo, como decorado natural y como recuerdo fílmico.
Sin pretenderlo, voy cubriendo etapas
fílmicas de la obra de Mia Hansen-Løve, una directora tan desigual como
interesante y reconocible heredera de algunos rasgos creativos de la Nouvelle
vague, pero con planteamientos menos rompedores formalmente. Habiendo
disfrutado de Un amor de juventud y tras sufrir la inane, la
insustancial El porvenir, acabo de ver dos obras suyas muy distintas
pero ambas muy interesantes, en la medida en que la primera es un honesto
retrato generacional de una juventud que aspira a no salir de la mentira de la
imposible suspensión del paso del tiempo y la otra constituye un tópico, pero
lol suficientemente atractivo, análisis de las relaciones de pareja, atracción
que reside en el hecho de situar la acción en la isla donde vivió Bergman, Fårö
[ojo, nada que ver con nuestro homónimo «faro», dado que en sueco significa «peligro»]
una referencia constante para la pareja que se instala unos días, él, un
director invitado a dar unas charlas y presentar su última película, ella, actriz
que, por su cuenta, sin competir directamente con la obra de su marido, busca
darle forma a un guion que le ronda por la cabeza.
Eden: Lost in Music es una película
que Hansen-Løve escribe con su hermano, DJ, sobre un pareja de jóvenes DJs que
aspiran a ser famosos en el ejercicio de una profesión en la que no solo cuesta
destacar, sino consolidarse como una tarea profesional que dé para vivir. El
protagonista, que vive a medias de su madre y a medias de lo poco que gana como
DJ es escogido por la autora como paradigma de cierta juventud instalada en un
presente en el que todo parece permitido, por la ausencia absoluta de la
responsabilidad, y a través de cuyo desarrollo asistiremos al nacimiento, auge
y caída de esas aspiraciones artísticas o, lo que es lo mismo, al choque de las
ilusiones con la dureza de la realidad. La obra tiene un poderoso componente
documental, dado el estricto punto de vista objetivo que adopta la directora.
La cámara sigue las peripecias profesionales y emocionales del joven, cambios
de pareja incluidos, la primera porque su novia, un cameo de la cineasta Greta
Gerwig, de tanta actualidad por Barbie, se vuelve a Usamérica y es posible
que no vuelva a París y que nunca vuelvan a verse, aunque esto último no se
produce porque el dúo de DJs es invitado a hacer su número musical en salas de
música tecno neoyorquinas y se reencuentran, pero ella casada y esperando un
hijo. De su segunda compañera se separa por no aceptar la idea de los hijos,
aunque luego se vuelve a emparejar y cuida atentamente de los hijos de ella,
pero ahí ya nos acercamos al final, que llega tan abruptamente como si la autora
hubiera seguido el presupuesto narrativo naturalista de la famosa «tranche de
vie» de Zola. Es evidente que tratándose de dos aspirantes a DJ, la música
tenga un papel muy relevante en la película, y buena parte de la que suena
constituye una excelente banda sonora. Junto a la música, la película describe
muy bien el mundo algo más sórdido de la contabilidad del negocio y de lo duro
que resulta «hacer taquilla» que dé unos beneficios no solo regulares,
sino suficientes para llevar una vida
desahogada. El protagonista sabe que la madre es su banquera particular, y por
eso vive con total despreocupación, pero llega un momento en que ha de mirar a
la realidad desde otra perspectiva, más anclada en ella y en sus
contradicciones, limitaciones, sujeciones y esclavitudes. Pero antes de llegar
hasta ese enfrentamiento, alguna amistad ha caído por el camino. No es fácil
para la juventud creativa encontrar su lugar en el mundo, sobre todo si no se
está dispuesto a transigir o ceder, y de ello va esta película que describe
fielmente la época de los años 90 del pasado siglo, aún lo suficientemente cercana
a nosotros como para no sentirnos concernidos.
El viaje de dos cineastas, uno consagrado
y la otra aún pendiente de acabar su primer guion, ambos casados y con un hijo
que no los acompaña al viaje a medias entre vacación y compromisos profesionales
de él, nos va a ofrecer un relato metacinematográfico y costumbrista a partes
iguales en un escenario que aporta un valor sustantivo a la película: la isla
de Fårö, hogar de Ingmar Bergman durante
los últimos veinte años de su vida y localización de algunas de sus películas.
Los cineastas viajan al encuentro del cine de Bergman y de su espacio favorito,
amén de a su residencia, ahora museo, y del recuerdo que desean que impregne la
isla. La película no pierde de vista las dos dimensiones, por un lado, la
historia de la pareja, que se irá complicando poco a poco, hasta que él escuche,
con cierta displicencia, el desarrollo del guion de ella, que toma a los
personajes con los que se cruza en la isla como pretexto argumental de un
desarrollo dramático que tiene a los dos esposos como último referente de lo
que se narra: la historia de una distancia, de una incomunicación y de una
dependencia evidente, dada, además, la diferencia de edad y de prestigio entre
ambos; por el otro, todo lo relativo al
recuerdo de Bergman, de su persona concreta, histórica, y de su obra cinematográfica,
lo cual implica la realización de lo que en la película se denomina «Safari Bergman»,
esto es, la persecución en viaje guiado de los recuerdos de Bergman diseminados
por la isla. A este crítico le ha llamado mucho la atención la presencia de un
maestro de críticos en la película, porque, bajo el impersonal «Francisco, de
Barcelona», como es presentado, vemos en escena al afamado crítico de cine
Jordi Costa, quien, propiamente, hace un «cameo» para el que ha tenido la
suerte de haberse desplazado a Fårö y gozar de las delicias no solo del rodaje,
sino también del tour bergmaniano. Imagino la buena relación que habrá de tener
con la directora, porque, de hecho, su «cameo» apenas tiene otra intervención
en la película que confirmar que Como en un espejo, Los colmulgantes
y El silencio forman una trilogía bien definida en su obra sobre la pérdida
de la fe, tema bergmaniano por excelencia.
La llegada de la pareja a la isla y la
distribución de espacios para trabajar: él en la casa; ella en el molino, donde
dispone un rincón idílico en el que esperar la visita de las musas, mientras
que su marido trabaja casi febrilmente, como si lo hiciera dce modo automático,
nos indican ya una distancia física que deviene emocional, y de ahí el «tonteo»
de ella con un joven con quien recorre parte de los escenarios de la vida de
Bergman y con quien tiene la oportunidad de visitar la casa del director y
estar en su biblioteca y en su rincón de trabajo, a pesar de que, desde el
principio, ella ha tomado partido contra el
nulo compromiso de Bergman con sus mujeres y con los muchos hijos que contribuyó
a traer al mundo, algo que a ella, que ha dejado el suyo en casa, lejos, para
venir a esta isla perdida en el Báltico, la horroriza.
La historia progresa morosamente y de
un modo costumbrista en el que los viajes de grupo a los lugares de filmación
del director sueco, casi siempre un espacio vacío, porque lo construido para
esta o aquella película acabaron desapareciendo, están plenamente justificados;
pero junto a esa perspectiva, el guion de la protagonista comienza a perfilarse
a partir de los personajes que ella va conociendo en la isla. La pareja
protagonista de su historia viene a representar un trasunto de la suya propia,
una suerte de tibio desamor construido sobre una suerte de incomunicación y de
doble desapego que progresa hacia el desastre de la incomprensión y quién sabe
si también de la ruptura. Es en ese momento, cuando entramos en los sentimientos
heridos de la guionista expresados a través de su pareja, cuando la película,
en perfecto juego metacinematográfico gana en interés y despierta en los
espectadores, un poco desorientados de por dónde podría ir la historia, cierta
empatía. Está claro que no he de extenderme más al respecto, porque lo propio
es ver la película y salir de dudas. Sí es cierto, no obstante, que la mirada
sobre Bergman peca de superficial y «turística», además de la moralina inicial
con que se despacha la protagonista, pero el desenlace aclara no pocas cosas…
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