martes, 17 de noviembre de 2015

Esas películas que pasan sin pena ni gloria… “Happy now”.


                         

En el club de las segundas oportunidades: Happy now, de Philippa Collie-Cousins.


Título original: Happy Now
Año: 2001
Duración: 97 min.
País: Reino Unido
Director: Philippa Collie-Cousins
Guión: Belinda Bauer
Música: Dario Marianelli
Fotografía: Richard Greatex
Reparto: Emmy Rossum, Ioan Gruffudd, Jonathan Rhys-Meyers, Om Puri, Paddy Considine, Susan Lynch, Richard Coyle, Alison Steadman, Robert Pugh

            Con guion de una reputada escritora de novela negra, Belinda Bauer, y la propia directora, Happy now es una película que ofrece más de lo que seguramente pasó inadvertido en su momento. Se trata de la ópera prima de Philippa Collie-Cousins, y eso se advierte en el mimo con que ha planificado una puesta en escena vigorosa que se beneficia, además, de un escenario natural, la ficticia Pen-y-Wig, la real Barmouth, en Gales, que impresiona con su belleza y como marco feliz de la tortuosa trama en la que un crimen sucedido 14 años antes vuelve a la actualidad del pueblo por la salida de la cárcel del presumible asesino (en realidad un falso culpable) y por la presencia de una joven prácticamente idéntica a la joven asesinada. La presencia de la joven renueva en uno de los verdaderos culpables de la muerte accidental de la joven, la reina de la belleza del lugar, los sentimientos de culpa que no ha podido superar. A partir de ese planteamiento, la película nos va ofreciendo, desde la muerte inicial de la joven, una inteligente dosificación de la información gracias a la cual el jefe de policía de la localidad va a descubrir a los verdaderos responsables. Como el otro joven responsable es una especie de psicópata sin escrúpulos, las diferencias entre ambos van a alimentar una tensión que se mantendrá a lo largo de todo el metraje. La ciudad se nos presenta como un auténtico depósito de excéntricos, comenzando por la dueña del hotel que vive en un pulmón de acero y siguiendo por el resto de los personajes, componiendo una película coral y a veces costumbrista que sirve de contrapeso a la morosa investigación del jefe de policía, quien comparte hotel con la joven recién llegada y con su madre, de quien acaba enamorándose.  La complicada trama, porque la recién llegada es hermanastra de quien fue asesinada, tiene en la evolución del padre de ambas criaturas respecto del falso culpable, Tin Man, un infeliz al que los dos jóvenes, después de atropellarlo en el lugar de autos acabaron cargándole el mochuelo, uno de sus principales centros de interés. La violencia con que es recibido el infeliz marca la vida del pueblo y dispara el miedo de los dos jóvenes, quienes hacen lo posible por alejar de él al único que puede implicarlos.

        La película, como decía, se beneficia de ese sentido añadido que tienen los británicos para hacer “apología” turística de su país, al que saben fotografiar con tanta capacidad persuasiva. Las imágenes de Pen-y-Wig hacen desear ir a conocer el Barnouth real, sin duda. Sin embargo, el verdadero foco de interés de la película, en la que salen actores desconocidos entonces y que luego han seguido trayectorias de éxito como, por ejemplo, el afamado Jonathan Rhys-Meyers, es  precisamente el trabajo de unos actores en la más pura esencia de lo que puede llamarse la “escuela británica”, tan emparentada con su enorme tradición teatral. La directora se beneficia de interpretaciones que brillan todas a gran nivel, lo que contribuye a dotar a la trama de una verosimilitud y una fuerza que hacen de Happy now, a pesar de lo extravagantes que puedan entenderse algunas situaciones y algunas conductas de los personajes, una película muy digna de ser rescatada.

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