domingo, 15 de noviembre de 2015

¡Gran programa doble!: “Con las horas contadas” y “Acosados”: cine negro 100%: placer total.



                          

Con las horas contadas, una trama vigorosa y una realización excepcional de uno de los grandes aún poco reconocido: Rudolph Maté, excelente Director de Fototografía y, después, magnífico Director.


Título original: D.O.A.
Año: 1950
Duración: 83 min.
País: Estados Unidos
Director: Rudolph Maté
Guión: Russell Rouse, Clarence Greene
Música: Dimitri Tiomkin
Fotografía: Ernest Laszlo (B&W)
Reparto: Edmond O'Brien, Pamela Britton, Luther Adler, Beverly Garland, Lynn Baggett, William Ching, Henry Hart, Neville Brand, Laurette Luez, Jess Kirkpatrick, Cay Forrester, Frank Jaquet, Lawrence Dobkin, Frank Gerstle, Carol Hughes


            Rudolph Maté quien trabajó como director de fotografía nada menos que con Carl Th. Dreyer en La pasión de Juana de Arco o con Hitchcock y Welles, no es un director que haya quedado en la memoria de los aficionados al cine, pero sí, sin duda, entre los cinéfilos. En ¡Qué grande es el cine!, aquel magnífico programa de José Luis Garci, eran aficionados a él y allí vi, por ejemplo, Perseguida (Second Chance), que sin ser una obra tan redonda como Con las horas contadas, tiene momentos de gran cine, sobre todo cuando la acción transcurre en el teleférico. Maté fue un director versátil y con una notable dedicación al western, aunque rodó películas de casi todos los géneros, incluso “de romanos”, o mejor dicho, de griegos, como El león de Esparta, sobre la célebre aventira de los 300.
         Con las horas contadas es una película que parte de un magnífico guión original en el que un ciudadano se presenta en las dependencias policiales denunciando un asesinato: el de él mismo, como, en efecto, sucede, y no desvelo nada que no se anuncie en la primera secuencia. El resto de la película es un flash back de cómo un notario se ve envuelto en una trama criminal de la que acabará siendo otra víctima. A partir del momento en que el protagonista sabe que ha sido envenenado, inicia una frenética investigación para averiguar quién lo ha hecho y por qué. Lo que se suponía que había de ser un fin de semana “loco” en San Francisco, para huir de la formalización de un compromiso nupcial serio con su secretaria, se envenena, valga el término, para convertirse en un film negro con los mejores ingredientes del género: una trama complicadísima, muy enrevesada, en la que a punto está de naufragar el espectador; unos “malos” “de película”, y sobre todo el estupendo gánster sin luces, al estilo de aquel del que dicen , en Retorno al pasado, esa joya de Jacques Tourneur,  que “es incapaz de encontrar un santo en la Biblia”; un escenario real, San Francisco, al que se le dota de un evidente protagonismo, sobre todo con las imágenes espectaculares del nightclub y la estupendísima banda de jazz que lo amenia; una fotografía en blanco y negro de muchísima cualidad; una soberbia actuación de actores secundarios elevados a protagonistas más que creíbles de esta historia aparentemente sin pretensiones pero que acaba ganando enteros a medida que transcurre su pautadísima trama, y, finalmente, una historia de amor alimentada a través de la comunicación telefónica y en persona justo antes del desenlace, cuando se convierte, realmente, en la historia de un amor fatal con momentos de profunda emoción humana. Lo que domina, con todo, como el género exige, es una investigación con idas y venidas de unos a otros sospechosos en busca de los móviles que hayan podido determinar el asesinato del protagonista, quien lucha contra el tiempo para morir, al menos, con la tranquilidad de saber por qué se ha acabado convirtiendo en una víctima. No sé si el hecho de haber pagado 1€ por la película tiene algo que ver con mi entusiasta apreciación, pero me ha parecido un ejercicio cinematográfico que merece un visionado por parte de quienes sean amantes del género negro, porque, a mi modesto entender, no va a defraudarles. La puesta en escena, al margen de los muchísimos exteriores en San Francisco, perfectamente retratados, incluye un abanico de espacios perfectamente escogidos para unos planos medidos al milímetro. Con todo, es difícil fijarse en detalles técnicos cuando la trama arrastra al espectador al ritmo febril del progreso del veneno que va a acabar con la vida del protagonista. Todo un descubrimiento.


Acosados o un espectacular giro de guion que deja al espectador a dos velas, repasando a full speed toda la película para orientarse y sacar la historia en claro: entre el cine negro y el cine onírico.
Título original: The Chase
Año: 1946
Duración: 86 min.
País: Estados Unidos
Director: Arthur Ripley
Guión: Philip Yordan (Novela: Cornell Woolrich)
Música: Michel Michelet
Fotografía: Franz Planer
Reparto: Robert Cummings, Michèle Morgan, Steve Cochran, Peter Lorre, Lloyd Corrigan, Jack Holt, Don Wilson, Nina Koshetz, Alex Minotis

         Arthur Ripley fue un director de 5 películas, una de ellas, Camino de odio, producida, interpretada y guionada por Robert Mitchum, de quien se dice, al parecer que también metió mano en la dirección. La película de Mitchum tiene mejores intenciones que realidades, aunque, como extrañeza, tiene su interés, sin llegar, por supuesto al enorme de la de Charles Laughton, La noche del cazador, también protagonizada por Mitchum, por  cierto, tres años antes. Ripley fue lo que solemos llamar un “artesano” del cine, ese adjetivo que pone de relieve la maestría técnica aliada a una relativa originalidad que nunca llega a cuajar como maestría y que, sin embargo, cuando los elementos se conjuran casi por arte de birlibirloque, lo que sale es una narración que se convierte en una obra de envergadura. Eso es lo que ocurre con Acosados, una película de cine negro que se beneficia de la historia, del director de fotografía, de los actores y de una dirección que sabe en todo momento ponerse al servicio de una historia que confunde al espectador y le obliga a reconsiderar todo lo visto, con un espectacular giro de guion propio de quien firmó la novela en que se basaba: The Black Path of Fear, de William Irish, un prolífico escritor del género criminal en algunas de cuyas obras se han basado películas tan notables en la historia del cine como La ventana indiscreta, una obra maestra de Hitchcock, La novia vestía de negro, de Truffaut o El hombre leopardo, de Jacques Tourneur, entre otras. La trama, perfectamente urdida, incluye un cambio de registro que acerca la película al género gótico, y dispénseseme de añadir más para no fastidiarles a los posibles espectadores, cuyo número deseo que sea grande, porque la película los merece, la sorpresa de ese cambio. En cualquier caso, los actores, sobre todo Michele Morgan, muy puesta en su papel de sufrida vampiresa, sabe estar a la altura de lo que se espera de su singular belleza, pero, junto a la experiencia en papeles de malvado de Peter Lorre, tdo un clásico, cabe destacar la interpretación de un secundario como Steve Cochran que, sin embargo, fue protagonista exacto y lleno de verdad en El grito, de Antonioni. Por si faltara la guinda para comprobar que la conjura afectó a la película de Ripley a todos los niveles, solo hemos de recordar que el director de fotografía, Franz Planer, quien firma, y con eso está todo dicho sobre su innegable calidad, Carta de una desconocida, de Max Ophüls.
         Con tanto dato de la conjuración, lo que quiero indicar a los posibles lectores de estas líneas es que un juicio crítico favorable, como el que me suscitó el visionado de esta película perdida en la noche de los tiempos del cine, un título absolutamente olvidado, tiene un valor que se acaba encontrando a poco que se investigue de quiénes es obra. Reunir tanto talento no siempre significa un éxito seguro, pero se da el caso, en Acosados, de que así ha sido, y quienes la vean espero que me den la razón, o la parte de ella que me asiste.

[Nota: El vídeo es de Regia Films, en la colección “Programa doble”.]

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