En la senda de
la comedia clásica usamericana, una divertida parodia que pica más alto…
Título original: La familia
perfecta
Año: 2021
Duración: 110 min.
País: España
Dirección: Arantxa Echevarría
Guion: Olatz Arroyo
Música: Pascal Gaigne
Fotografía: Pilar Sánchez
Díaz
Reparto: Belén Rueda, José
Coronado, Gonzalo de Castro, Carolina Yuste, Gonzalo Ramos, Jesús Vidal, Pepa
Aniorte, Pepe Ocio, María Hervás.
Bueno, bueno, bueno…,
iba hojeando críticas en FilmAffinity y ya pensaba que era un bicho rarísimo mi
siete de valoración entre los dominantes unos y doses paupérrimos, hasta que he llegado a las dos últimas que le
concedían lo que se merece, un siete y un nueve, este último, quizás, pelín extremado,
aunque entiendo que a alguien le haya encantado tanto que deje de lado el
esquematismo de la situación y de los personajes y se lo haya pasado en grande;
pero como diría Boskov del fútbol,
«comedia es comedia», y al altar de los gags y las risas, o sonrisas, se han de
sacrificar cualesquiera pequeños detalles que en otras películas serían un
hándicap evidente. Añadamos, para mayor desconcierto mío, que Arantxa
Echevarría fue galardonada con los Goya a la mejor película, mejor directora
novel y mejor guion hace bien poco. ¿Ha perdido en dos años todas sus
facultades? No se me escapa que da igual cuál sea el puesto que ocupes en el escalafón
de directores para marcarte un bodrio inexplicable, les ha pasado a casi todos
los grandes, salvo honrosísimas excepciones; pero tengo la impresión de que,
tras la inmersión antropológica en el mundo gitano, a no pocos les habrá
parecido esta comedia una «frivolidad» imperdonable. ¡Como si el género de la
comedia no fuera uno de los más difíciles del Séptimo Arte! Y reconozco, y lo
defenderé donde sea y con sólidos argumentos, que esta comedia de Echevarría no
solo es divertida, que es lo que se le ha de exigir a una comedia, sino incluso
brillante y con un poso final de reflexión existencial que, pudiendo haber llevado
la historia por otros caminos, se ciñe al planteamiento general de la comedia
de enredo sin chirriar lo más mínimo.
La diferencia
de clases, superada por una boda «desigual», casi parece remitir a la época de El
sí de las niñas, ¿realmente he de decir que de Leandro Fernández de Moratín?,
pues lo dejo, dados los últimos planes (des)educativos del actual (des)Gobierno,
o, recientemente, a la boda morganática del actual Jefe del Estado, el rey
Felipe VI, y tiene precedentes en el cine, por el lado de las bodas, que nos
remite, sobre todo, salvando las distancias, a El padre de la novia, de
Vincente Minnelli. Dos mundos alejados varias galaxias, el del impresionante palacete
de la familia del novio, abogado, y la «choza» de la novia, monitora de
gimnasio, se encuentran por primera vez, en casa de la novia, para recibir la comunicación de que los dos tórtolos
planean casarse. Antes, sin embargo, unos magistrales títulos de crédito siguen
a la madre de él, de espaldas, repasando
la impecabilidad de su casa, hasta que aparece Trini, la criada china que, a su
manera, me trae el eco del chino que se hace el amo del bar de tapas en la
memorable Tapas, de José Corbacho y Juan Cruz. Todas las intervenciones
de Huichi Chiu tienen una vis cómica deslumbrante. Tras el encuentro entre las
familias, en la que la incomodidad de los padres del novio se vuelve hasta
física, queda claro que el único objetivo de la madre que ha dedicado toda su
vida a su hijo, quien pacientemente ha respondido siempre a las sugerencias de formación
de sus padres, consiste en impedir a toda costa esa boda.
El excelente
guion dosifica la progresión de la historia y permite, con el desplazamiento a
un pueblo de Soria, la «patria chica» de la familia de la novia, un desarrollo
que va a ahondar en una suerte de tramas paralelas que nos divertirán
constantemente hasta el desenlace afortunado de la película. Ya adelanto que la
película no acaba en boda, sino que la boda es el disparadero de una continuación
de la trama en la que aparecen algunos tintes sombríos que se compensan, no
obstante, con secuencias tan espectaculares, a pesar de su corrección política,
como la de la conductora del autobús, la madre de la novia, que se le atraviesa
a un inspiradísimo Israel Elejalde, conductor que despotrica de todo lo que
respira y conduce: «¡Mujer habías de ser!», le espeta a la conductora, quien,
tras llegar a su altura, porque un anciano que cruza un paso cebra le impide
continuar, se baja del autobús y se le encara. El resto es mejor que lo
disfruten, como tantas otras escenas en la que el reparto nos deleita con un
saber hacer que me extraña que esta película no haya tenido mejor taquilla que
las películas de Segura. Quiero entender que ha habido un malentendido, porque,
si no, no se explica. Tanto Belén Rueda como Gonzalo de Castro, como Jose
Coronado o Pepa Aniorte, los consuegros…, brillan a una altura propia de los «clásicos»
de la comedia y nos hacen reír desde que se reúnen en la casa de la novia y se
inicia el juego de los errores: comparando, como procede, dos familias
totalmente distintas.
El guion
explota la situación de un modo parecido, al menos así me lo ha parecido, al de
Ocho apellidos vascos, de Emilio Martínez Lázaro, aunque el choque de «identidades»
se sustituye aquí por el de «clases», pero la fórmula funciona igual o mejor,
porque los disparates de la de Martínez
Lázaro apenas tienen cabida en La familia perfecta, en la que hasta la
presencia del cura del lugar, Don Custodio, interpretado con notable acierto
por Jesús Vidal, parece natural y, por supuesto, muy cómica.
La película,
por otro lado, se presenta en la cartelera con ese marchamo de las comedias que
tanto han favorecido su éxito en pantalla: «Para todos los públicos», porque es
así, se puede ver en familia, algo que ya está desapareciendo de los hábitos
sociales. Nosotros la vimos con nuestra hija (26) y nos reímos los tres hasta
decir basta. Claro que al cine se le pueden pedir muchas cosas, pero cada
género tiene sus particularidades. La contemplación ayer de El hombre
tranquilo, de Ford, en el programa de Garci, descubre unas «costuras»
machistas que se corresponden con la época y el país donde transcurre la acción,
Irlanda, lo cual no puede ser juzgado con nuestros estándares de relaciones
actuales, porque, de otro modo, se cae en el ridículo molieresco de censurar/despreciar
como machistas a grandes filósofos de todos los tiempos, como recogen
los libros de texto que siguen la llamada ley Celáa, quien fuera ministra de
Educación…
Insisto, quienes
quieras pasarse 110 minutos de la forma más placentera, esto es, riendo con la
inteligencia y el buen recuerdo de las acreditadas maneras clásicas de la
comedia, especialmente de la usamericana, modelos para el género, que vea
cuanto antes La familia perfecta. Admitiré las quejas y las discutiré
punto por punto aunque ya se sabe lo subjetivo que es el humor, desde luego…
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