domingo, 29 de diciembre de 2019

«La dama de oro», de Simon Curtis o la historia de un cuadro excepcional y una época terrible.



La medida y contundente biografía del espolio artístico nazi a través de un cuadro emblemático de Gustave Klimt: Retrato de Adele Bloch-Bauer I

Título original: Woman in Gold
Año: 2015
Duración: 107 min.
País: Reino Unido
Dirección: Simon Curtis
Guion: Alexi Kaye Campbell
Música: Martin Phipps, Hans Zimmer
Fotografía: Ross Emery
Reparto: Helen Mirren, Ryan Reynolds, Daniel Brühl, Tatiana Maslany, Charles Dance, Katie Holmes, Antje Traue, Max Irons, Elizabeth McGovern, Jonathan Pryce, Tom Schilling, Moritz Bleibtreu, Anthony Howell, Allan Corduner, Henry Goodman.

Al seleccionar esta película de Simon Curtis tuve presente que, por el nombre, ya había visto algo del mismo autor que me había complacido, pero, como siempre también, no hago la comprobación hasta haber visto la película elegida. Y sí, claro, no suele fallar. Del mismo autor vimos mi Conjunta y yo una película nada pretenciosa y muy lograda: Mi semana con Marilyn, una biografía de Marilyn Monroe ceñida al tiempo en que rodó El príncipe y la corista, de Laurence Olivier en Inglaterra. La propia sencillez del planteamiento y la estupenda elección de la protagonista, Michelle Williams, quien sabe hacer suyo el personaje con una verosimilitud absorbente.
La película que gira en torno a los procesos seguidos en algunos países europeos, sobre todo Austria y Alemania de devolución a sus legítimos propietarios de las obras de arte confiscadas/robadas por los nazis se centra en uno de los cuadros más famosos del arte moderno, el de Gustave Klimt: Retrato de Adele Bloch-Bauer I, una modelo que acabaría siendo amante del pintor, y en cuya composición se usó pan de oro, lo que da pie al título de la película. La protagonista, sin embargo, es la sobrina de la retratada, quien acaba contactando con  un joven abogado, hijo de una amiga suya y bisabuelo del compositor Arnold Schönberg, el autor de la inmortal La noche transfigurada, entre otras piezas, y con quien, tras un tiro y afloja razonable, decide hacerse cargo del caso, a pesar de la dificultad intrínseca del proes, pues de lo que se trata es de pleitear nada menos que contra el estado austríaco actual, para quien ese cuadro forma parte de los «tesoros nacionales» de su Museo Belvedere.
La película no se centra exclusivamente en el pleito judicial y sus diferentes alternativas, que van jalonando la narración, sino que nos cuenta la historia de María Altman,  la heredera legítima de los cuadros que Klimt pintó para su familia y que le fueron robados por los nazis. La película tiene a Helen Mirren como suprema protagonista porque su sola presencia basta para captar la atención de los espectadores, pero, para los aficionados a las series, hemos de destacar la presencia de Tatiana Maslany -de ascendencia austriaca, por cierto, y de ahí su exquisito alemán-, protagonista absoluta de la serie Orphan Black que tantos reconocimientos le ha granjeado. Aquí interpreta a la María joven que, ante la llegada d los nazis al poder tras el Anchluss, decide escaparse con su marido, con quien acaba de casarse, camino de Usamérica, una huida que genera las escenas de acción que sirven de contrapeso al estatismo de la lucha judicial.
Movernos en el terreno del genocidio y el saqueo nazi contribuye a generar una fuerte empatía con la protagonista, y sirve de obligado contexto para la historia del cuadro, cuya confección abre la película para trasladarnos enseguida al tiempo presente en el que la María madura regenta una tienda y vive felizmente olvidada de aquel pasado terrible que, sin embargo, por el proceso judicial que inicia, ha de verse obligada a rememorar, con la sacudida emocional que ello supone para quien salió literalmente «por piernas» en una huida que, llena de emoción, consigue consumarse.
La tercera baza de la película es la historia del descendiente de Schönberg que trata de abrirse paso en el competitivo mundo de la abogacía en Usamérica. En su viaje a Viena conectará con  sus orígenes y se dará cuenta de que embarcarse en ese pleito no obedece a una ambición de triunfo, con el consiguiente corolario de mejora económica, sino a una suerte de «ajuste de cuentas» con todos los miembros de la comunidad judía universal a la que se siente ligado.
Se trata, como se advierte por la sinopsis, de una película bien guionada y realizada con ese estilo «transparente» al servicio de la narración pero en el que abunda el buen gusto en la selección de encuadres y, sobre todo, en la pueta en escena, aunque la propia ciudad de Viena es ya, de por sí, el mejor escenario posible.
Un cuarto personaje básico para la trama es el periodista de investigación que les ayuda a rastrear la existencia del testamento en el que figurara, como sostenían las autoridades, una «cesión» de las obras al Estado austríaco. Ese personaje, hijo de un nazi, es Daniel Brühl, que aparece muy desdibujado y algo tópico, sin posibilidad real de «meterse» en un personaje meramente «funcional», tanto que casi podría hablarse de un «cameo» en vez de un papel de mayor o menor relieve.
Insisto en que se trata de una película muy bien hecha, con un guion lleno de interés y muy bien dosificado, del mismo modo que las alternancias entre el pasado y el presente. De más está decir que Helen Mirren atrapa al espectador en cuanto aparece en pantalla, con esa desbordante naturalidad de quienes actúan por imperativo genético, podríamos decir, en vez de por obediencia a un método. Falla no poco, eso sí, el coprotagonista, Ryan Reynolds, tan sobradamente inexpresivo que en ningún momento está a la altura de la réplica que merece Helen Mirren, pero acaso esa misma «insignificancia» resulte ser lo que buscaba el director para acentuar la heroicidad de la hazaña de los débiles frente a los poderosos, porque, en el fondo de esta historia, esa perspectiva de lucha contra los poderosos por parte de las personas sin poder ni dinero para plantarles batalla es también el «tema» de esta película.
Que no le quede duda a nadie, sentarse a ver esta película equivale a pasar más de hora y media absolutamente entretenido, además de acceder al conocimiento de una de las más negras etapas de la historia de la Humanidad, cuyas consecuencias aún se manifiestan en reclamaciones por robo como la de María Altman.


No hay comentarios:

Publicar un comentario