lunes, 18 de enero de 2021

«Misterio en México», de Robert Wise, id est, un «desconocido» Wise…

Un intento de «deslocalización» mejicana de la RKO, entre la comedia y la parodia del thriller… 

 

Título original: Mystery in Mexico

Año: 1948

Duración: 66 min.

País:  Estados Unidos

Dirección: Robert Wise

Guion: Muriel Roy Bolton , Lawrence Kimble

Música: Lorenzo Barcelata, Aaron González, Paul Sawtell

Fotografía: Jack Draper

Reparto: William Lundigan, Jacqueline White, Ricardo Cortez, Tony Barrett, Jacqueline Dalya, Walter Reed, José Torvay, Jaime Jiménez Pons, Antonio R. Frausto, Dolores Camarillo, Eduardo Casado, Thalia Draper.

 

         Pues sí, esta película amable y sin pretensiones, de ahí seguramente el escaso metraje de una historia que no daba para más, aunque incluso sí para algo menos, fue dirigida por Robert Wise. Y no, no se trata de una coincidencia nominal de un director con el reputado director de una lista prestigiosa de películas que encabeza West Side Story y sigue por Apuestas contra el mañana, La torre de los ambiciosos, La casa de la colina o El ladrón de cuerpos, es decir, un repertorio de géneros en los que Wise destacó como si se hubiera especializado en cada uno de ellos, en vez de ser un visitante ocasional de los mismos. Rodada para la RKO, compañía creada en 1928 y que cinco años después de esta película sería absorbida por la Paramount, se trata de un curioso experimento de deslocalización para reducir gastos, a través de un estudio de grabación creado cerca de Cuernavaca, donde transcurre parte de la acción de la película. Todos los actores son prácticamente desconocidos para los espectadores de hoy, aunque aportan una profesionalidad que permite ver la película con agrado, aunque con muy relativo interés, porque la trama se presenta en clave de comedia que, posteriormente, contrastará con la violencia que desata la la búsqueda de un collar de esmeraldas tras cuya pista andaba un detective privado desaparecido, y esa es la razón por la que su hermana, una cantante de más que relativo prestigio, aunque cabe decir que en la interpretación de “Ven aquí” en el club de un mafioso, da suficientemente la talla. La agencia a la que pertenece el detective envía a otro para que trabe relación con la hermana y, siguiendo ese hilo, pueda descubrir al desaparecido agente y saber en qué paró la posesión del valioso collar.

         La policía mejicana se nos presenta con total naturalidad colaboradora,  aun a pesar del nulo poder legal de los agentes en territorio extranjero como el de México, y en ningún momento se trasluce una «superioridad» por parte de los agentes para el esclarecimiento del caso. Antes bien, es al contrario: la agudeza de los agentes mejicanos permite contribuir decisivamente a la feliz solución del caso, aunque se produzca alguna víctima mortal.

         Lo cierto es que el eje de la película es el inevitable «proceso de amores» que se establece entre la hermana y el detective que se pega a ella como, desde que se le enseña en la oficina central de la agencia una foto de ella, dice que hará con sumo gusto. El cúmulo de torpezas de él está en relación directa con la paciencia de ella, de modo que, estando ella en una situación de peligro, aparece él, ahuyenta a la amenaza, y ella se refugia en su abrazo protector, aunque no tarde en «deshacer» el mensaje emitido espontáneamente para mantener las distancias y someterlo a la habitual dosis de indiferencia estudiada, propia de las estrategias sentimentales.

         El casting de la película está muy conseguido, así como la aparición del español en la cinta con total naturalidad, incluidos los esfuerzos del protagonista por hablarlo, pero hay dos actuaciones de niños que tienen un carácter relevante. Ignoro, porque la ficha técnica no me los recoge, si hicieron carrera posteriormente, pero, sobre todo el niño, es un prodigio de dicción y de expresividad gestual. Como forma parte de la familia que cobija al herido hermano de la protagonista, tenemos la oportunidad de verla en el último tercio de la película lo suficiente como para apreciar esa excelente aparición.

         La película no tiene tiempos muertos y corre, en gran medida, hacia la resolución del caso, si bien por el medio se mezcla una interactuación con otra cantante mejicana, a sueldo del mafioso, que despertará los celos de la protagonista casi hasta el momento del desenlace final. Todo, pues, está orientado hacia la narración de los hechos, y aunque el guion contiene no pocas situaciones muy deficientemente tratadas, ¡esos malos que parecen no tener recursos cuando tienen a todos bajo su dominio!, lo cierto es que el espectador, encantado con el tono jovial del protagonista, en la línea de Cary Grant, pero sin el carisma de este, sigue la trama aceptando todo lo que le echen y reconociendo el enorme mérito de Wise para llevar a buen puerto un proyecto que más parece un ejercicio narrativo escolar que una obra propia de su reconocidísimo autor.

         El cine de autor a veces esconde estos pequeños secretos que se ven casi como un juego para ver dónde destella el genio del cineasta, y a fe que en esta película hay momentos, como el de la cartera de las partituras de la protagonista en la pista del aeropuerto, que se elevan sobre el amable tono medio de la película, nada desdeñable para, por ejemplo, acompañarse en la cinta del gimnasio una tarde de saludable ejercicio…

 

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