lunes, 3 de febrero de 2020

«Duelles» (“Instinto maternal”), de Olivier Masset-Depasse, o la mujer y el mal.



Un desafortunado título en español para una excelente película sobre el mal en toda su crudeza.

Título original: Duelles
Año: 2018
Duración: 97 min.
País:  Bélgica
Dirección: Olivier Masset-Depasse
Guion: Olivier Masset-Depasse, Giordano Gederlini
Música: Renaud Mayeur, Frédéric Vercheval
Fotografía: Hichame Alaouié
Reparto: Veerle Baetens, Anne Coesens, Mehdi Nebbou, Arieh Worthalter, Jules Lefebvres, Luan Adam.

Hace más de una semana me preguntaba qué película demoníaca o maldita iba a convertirse en la crítica 666, y la casualidad -que todo lo prevé- ha dispuesto que sea esta película belga de Olivier Masset-Depasse, un realizador belga que ya ha «atacado», con anterioridad, dos temas arduos: la inmigración ilegal y el terrorismo de ETA, en Ilegal y Santuario. Estamos, pues, ante quien se enfrenta con miedo a la desacralización del discurso feminista según el cual, a juzgar por las inexplicables afirmaciones de sus representantes, no existe la mujer «mala» o capaz de cometer actos perversos. Duelles, el título original que con su significado de “doble” o “dual” permite acercarnos mejor a la historia de eta película de terror psicológico con un final sorprendente sobre el que líbreme don Alfredo H. de decir ni mu, es una película llena de crudeza y dolor que acaba convirtiéndose en el detonante de un deterioro de la profunda amistad entre dos vecinas que las lleva al límite de la paranoia.
La estética de la película, que se acomoda a los años 60 en una urbanización de las afueras de una gran ciudad, remite inmediatamente al modelo usamericano de los suburbs y las típicas relaciones estrechas de vecindad, con fiestas compartidas, casas en las que se entra y se sale como en y de la propia, la amistad entre los niños de idéntica edad, etc.  Los coches aparcados a la entrada, las casas de dos pisos, e incluso el vestuario, todo está perfectamente seleccionado para que el espectador tenga la sensación de que está viendo una película usamericana de mediados de los 60, y digo yo que de ahí, y de la historia en la que enseguida entraré, los críticos han relacionado Duelles, con las películas de Hitchcock, Brian de Palma y otros. A mi modesto entender de simple aficionado, creo que, más allá de la estética, y atendiendo a la ética, o mejor dicha, a la ausencia o la perversión de la misma, esta película tendría un referente más ajustado en la película de Clouzot, Las diabólicas. Si allí las amigas se unían para cometer el mal; en la presente se enfrentan, pero con idéntico objetivo.
Pero adentrémonos en la historia para entender con claridad la situación terrorífica que el Realizador va dosificando a lo largo de la película con mano maestra, porque es capaz de mantenernos en la intriga más absoluta hasta el desenlace. Dos familias vecinas, amigas, comparten buena parte de su vida en un barrio residencial. El niño de una de las familias, la de la protagonizada por Veerle Baetens, protagonista de una película que me gustó particularmente, Alabama Monroe, de Felix Van Groeningen, es hiperalérgico a un buen número de alimentos, sobre todo cereales y frutos secos, razón por la que la madre, un punto histérica al respecto, está sobre él, controlándolo hasta la asfixia, mientras que la vecina, interpretada por la magnífica actriz habitual del Realizador, Anne Coesens, tiene una relación con el niño infinitamente más relajada, razón por la que enseguida advertimos lo cómodo que se siente con ella y lo tenso que se siente con su propia madre, tan controladora.
A poco de describirnos una relación tan armónica, un mal día, el hijo de la vecina relajada cae enfermo y se sube al alféizar de la ventana para tratar de rescatar al gato que se ha subido donde no debía y desde donde, ahora, no podía bajar. La vecina lo ve, le grita que se detenga y va corriendo a su casa, sube las escaleras y cuando abren la puerta del cuarto ven la ventana vacía, en perfecta elipsis de la muerte de la criatura.
A partir de ese momento, se inicia una guerra psicológica entre las dos mujeres, en primer lugar, y entre las familias, en segundo. Lo que hasta entonces había sido una relación fraternal adopta la aspereza de la desconfianza, de la atribución desmedida de responsabilidad a quien, según la madre del fallecido, podría haber evitado el fatal desenlace, y, finalmente, se llega al odio descarnado y exhibido de la manera más cruel posible.
En ese intercambio de sospechas y rencores, el hijo alérgico, harto de constatar que ambas mujeres disputan y se agreden psicológicamente sin piedad alguna por su culpa, decide subirse a la misma ventana desde la que cayó su amiguito y amenaza, en una escena llena de dramatismo, a ambas mujeres con lanzarse al vacío para acabar con una situación tan terrible. En última instancia, el chiquillo resbala y está a punto de caer, pero es salvado de ello por la madre rival, quien lo atrapa antes de que caiga hacia atrás.
Si bien ese incidente es el inicio de la «reconciliación» de ambas mujeres, no sucede lo mismo con el marido que ha perdido al hijo, quien no soporta la presencia del hijo de los vecinos, ni de estos, en su casa. Ello nos muestra, pues, que la terrible herida por la pérdida del hijo no entiende de sexos, a la hora de sufrirla. Es cierto que entre ambas mujeres parece que han recompuesto la amistad rota, pero incidentes como el de que el niño vaya a la cocina, durante una reunión de ambos matrimonios,  a ver qué puede «picar» antes de la cena, en vez de sus habituales barritas de zanahoria, contra el parecer de la madre, y volver con una asfixia provocada por el contenido de una bolsa de aperitivos, con la necesidad urgente de ser llevado a urgencias para que puedan administrarle los antihistamínicos o el pulmicort y el ventolín o la medicación que su caso exija, esa situación dispara de nuevo la paranoia de la madre respecto de que su amiga quiere acabar a toda costa con su hijo, en «justa» venganza por haber perdido el suyo…
Desde ese momento tan dramático, así pues, a la madre del niño vivo no habrá manera de quitarle de la cabeza que su amiga quiere acabar a toda costa con la vida de su hijo. La muerte de su suegra, que ella atribuye igualmente a la amiga dispara la tensión intramatrimonial y aleja a ambos cónyuges, porque el marido insiste en que su mujer necesita ayuda profesional para vencer esa paranoia que la está consumiendo. A pesar de que el espectador tiene más información que los personajes de la trama, en eso ha de alabarse la honestidad del Realizador, la evolución de la situación aún sufre unos giros que obligan al espectador a contemplar sobrecogido el terrible desenlace de la película: el mal en estado puro. Avisados quedan, los valientes que se atrevan con ella…
Por cierto, el niño alérgico es un actor como la copa de un pino. No siempre los niños actores acaban teniendo una carrera que consolide sus brillantes inicios, pero, o mucho me equivoco, o a este le aguarda un brillante futuro en el cine.
Los que tomamos la decisión de suscribirnos a Filmin tenemos la suerte de poder ver películas europeas de notable calidad que, de otro modo, jamás veríamos, dado el control usamericano de la distribución y exhibición en salas de las películas.

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