Excelente traducción, vía remedo paródico, del inefable 007
con una actualidad que llamará la atención de cualquier espectador. Divertida
hasta el final.
Título original: Our Man Flint
Año: 1966
Duración: 108 min.
País: Estados Unidos
Dirección: Daniel Mann
Guion: Hal Fimberg, Ben Starr (Argumento: Hal Fimberg)
Música: Jerry Goldsmith
Fotografía: Daniel L. Fapp
Reparto: James Coburn, Lee J. Cobb, Gila Golan, Edward Mulhare, Sigrid
Valdis, Rhys Williams, Joe Gray, Bill White Jr..
De nuevo sobre el tapiz
rodante, me encuentro con una película dirigida por Daniel Mann, interesante director
de La rosa tatuada, La mujer marcada o la impresionante La revolución
de las ratas, que me dejó clavadito en la butaca cuando la vi, bien
jovencito, en un cine de La Gran Vía madrileña. Flint, agente secreto, es,
desde su propio cartel anunciador, una inequívoca parodia de las películas del
agente 007, una serie inaugurada en 1962 con Dr.No. Como es de esperar,
una parodia implica necesariamente una visión crítica de las aventuras de 007,
pero, al mismo tiempo, una copia quintaesenciada de sus planteamientos,
decorados, vestuario, tics de interpretación, diálogos, etc., todo lo cual se
nos ofrece en Flint con abundante generosidad. La presencia de James Coburn, de
excelente planta bondesca, es ya una garantía de éxito para sintonizar con una actuación
que nos depara sorpresa tras sorpresa con la elegancia propia del mismísimo Bond
y con un repertorio de adminículos que harán las delicias de los aficionados a
la serie, a buen seguro quienes más disfrutarán con esta parodia, porque solo
los «especialistas» en la serie captarán todos los mensajes cifrados que la parodia
le hace llegar al espectador. No soy muy amigo de la serie, ni tengo esa fiebre «bondiana»
por una serie que me deja bastante frío, aunque reconozco habérmelo pasado
bien con algunas de ellas, sobre todo cuando Sean Connery era el encargado de
darle vida. Los demás siempre me han parecido pálidos reflejos de su interpretación,
y Craig algo así como el antibond… ¿Cuál es la particularidad que hace de esta
película un film actualísimo e invita a verla sin demora? Pues como se anuncia
inmediatamente después de los títulos de crédito -en ellos se inicia la
parodia, atentos…- no le chafo nada a quien esté dispuesto a divertirse
moderadamente con esa película delirante si le digo que es el cambio climático
el arma de que se valen «los malos» para desafiar a las naciones con la amenaza
de sepultarlas en el caos e incluso en la desaparición, si no se rinden a sus exigencias,
que incluye, entre otras cosas llamativas, la destrucción de todos los
arsenales nucleares, porque el trío de científicos que ha logrado el dominio
del cambio climático como suprema arma busca, a través de esa amenaza, la creación
de una sociedad mejor, propiamente una sociedad del ocio pero gobernada por
ellos. Si Coburn da el tipazo para encarnar a Flint, el agente secreto deseado por todas las naciones para librarlos de la amenaza de esos científicos locos,
Lee J.Cobb le da magníficamente la réplica como superior jerárquico que actúa
con «línea directa» con el Presidente de Usamérica. Una vez que el agente acepta el encargo,
aunque se muestra reticente a hacerlo, porque su «jefe» quiere manejarlo a su
antojo y no dejarle el espacio de libertad que él necesita para resolver los
encargos, Flint desplegará ante nuestros ojos divertidos una panoplia de
recursos que nos mantendrán la sonrisa a lo largo de la película. No faltará
ninguno de los ingredientes de las películas de Bond, como tampoco una
incursión en referentes clásicos como Un mundo feliz, a juzgar por la sociedad hedonista
que han creado en la isla que sirve de refugio y centro de operaciones
científicas para quienes articulan el cambio climático cuyas señales en la película
coinciden -¡fue rodada en 1966!- con todo lo que estamos viendo como desastres “naturales”
en este siglo XXI, producto de ese cambio climático que en la película responde
a una manipulación humana directa. Siquiera sea por esta coincidencia curiosa,
yo acabé enganchado a la película a lo largo de su metraje, y me lo pasé la mar
de bien, no solo porque, incluso cojitranco, corría por debajo de los 6’30”, sino, principalmente,
porque la película, a diferencia de la parodia ideada por Woody Allen, Casino
Royale, rodada en 1967, después de la presente, Flint, agente secreto, tiene un trama
clásica que no se desvía hacia disparates absurdos -más allá de los muchos que
contiene la propia trama de la película, perfectamente desarrollada, eso sí-,
sino que se ciñe a la curiosa aventura humanista de los científicos que se
valen de su ciencia para crear un control del «saco de los vientos» que les
permita establecer su civilización del ocio con las mujeres como «unidades de
placer» de los hombres, por supuesto. En tanto que parodia, hay una potente
dosis de ambigüedad respecto del machismo propio de la serie de Bond, porque el
protagonista combina ambas facetas, la misoginia y la ginofilia casi a partes
iguales. En fin, tampoco es una película que se haya de tomar en serio más allá
de sus estrictos valores paródicos, que son los que le dan sentido y permiten la
diversión de los espectadores. Ahí la tienen, una de esas curiosidades que se
relacionan directamente con nuestro presente, a más de medio siglo de
distancia. Ni siquiera me paro a revelar el rosario de detalles que alegrarán el
visionado de cada cual, pero no es de los más flojos el detallito de un águila
entrenada para detectar usamericanos y atacarles… en la isla de los científicos
locos.
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