sábado, 18 de mayo de 2024

«Sexy Beast», «Under The Skin» y «La zona de interés», de Jonathan Glazer.

 

Título original: Sexy Beast

Año: 2000

Duración: 89 min.

País: Reino Unido

Dirección: Jonathan Glazer

Guion: Louis Mellis, David Scinto

Reparto: Ray Winstone; Ben Kingsley; Ian McShane; Amanda Redman; Cavan Kendall; Julianne White; Álvaro Monje: James Fox.

Música: Roque Baños

Fotografía: Ivan Bird.

 

 





Título original: Under the Skin

Año: 2013

Duración: 108 min.

País: Reino Unido

Dirección: Jonathan Glazer

Guion: Walter Campbell, Jonathan Glazer. Novela: Michel Faber

Reparto: Scarlett Johansson; Paul Brannigan; Robert J. Goodwin; Krystof Hádek; Scott Dymond; Michael Moreland; Jessica Mance; Jeremy McWilliams; Adam Pearson.

Música: Mica Levi

Fotografía: Dan Landin.

 






Título original: The Zone of Interest

Año: 2023

Duración: 106 min.

País:  Reino Unido

Dirección: Jonathan Glazer

Guion: Jonathan Glazer. Novela: Martin Amis

Reparto: Sandra Hüller; Christian Friedel; Ralph Herforth; Max Beck: Marie Rosa Tietjen;

Sascha Maaz: Stephanie Petrowitz; Lilli Falk; Freya Kreutzkam; Ralf Zillmann; Imogen Kogge; Nele Ahrensmeier; Johann Karthaus; Daniel Holzberg; Medusa Knopf; Luis Noah Witte; Christopher Manavi; Zuzanna Kobiela; Julia Polaczek; Wolfgang Lampl.

Música: Mica Levi

Fotografía: Lukasz Zal.        

 

 

Un thriller espectacular; una nadería cibernética y un visión del genocidio nazi como industria de la muerte.

 

          Tras haber visto La zona de interés con mucha atención, francamente interesado en la propuesta casi brechtiana del autor, descubro que sí había visto una película de Glazer, Under The Skin, a la que, sin embargo, tras sufrir una severa decepción, no le concedí el premio de la crítica, porque mi insatisfacción me dejó tan frío que no acabé de entrar en una propuesta que sí, abordaba el futuro que nos espera, de cyborgs y equívocos y mundos sin piedad en que habitaremos habituados a la impasibilidad moral, pero, justo por eso, no me sentí llamado a dejar memoria de aquel visionado a solas, por supuesto, mi Conjunta huye de propuestas tan transgresoras como, tiene razón…, aburridas. Daba exactamente igual que Scarlett Johansson prestase su agraciado físico para una cacería constante de víctimas inocentes que ni sospechan el salto de dimensión viscosa en que han de hundirse siguiendo el sueño erótico del sexo fácil que la «buscona» les ofrece. De hecho, toda la película se reduce a la búsqueda de las víctimas y al extraño ceremonial de la nueva mantis religiosa… Sí, hay una puesta en escena muy particular en Escocia, en la naturaleza —son impresionantes de verdad las escenas de la costa, con aquel bebé abandonado en una playa azotada por un hermoso temporal, mientras la protagonista se aleja de él tras haberle abierto la cabeza al adulto rescatado de las aguas…— y estoy dispuesto a reconocer que el final tiene una fuerte carga ritual y metafórica, con ese «desnudarse» el robot de la piel humana, después de que un camionero haya intentado beneficiársela, guiado por el mismo engaño al que sucumbieron los candidatos anteriores. No son relaciones demasiado cordiales, las que describe Glazer, quien ha escogido el futuro distópico en vez del futuro cooperativo al que, al parecer, tiende la industria cibernética; pero no es menos cierto que esa es una historia que aún se está empezando a gestar, y de la que ni se ha escrito aún la primera línea del primer capitulo.

          Aprovechando que en Filmin tienen también su primer largo, Sexy Beast, me dije que, ya puesto, mejor tener todos los antecedentes posibles. El inicio de la película, curioso hasta decir basta, con el maromo inglés achicharrándose al sol de Almería (Marbella en la película) en una casa con piscina parecía indicar que pudiera hallarme en la vía de un disparate monumental. De repente, sin embargo, el hombre se levanta y se acerca al borde de la piscina, de espaldas a la montaña en cuya ladera está construida la casa. Entonces observamos cómo una piedra mastodóntica, que él no parece oír, rueda febrilmente ladera abajo con la intención de jugar con él a los bolos… En el último segundo, sin embargo, la piedra hace un extraño y vuela, desde el último obstáculo con el que choca, hasta, pasando a su lado a escasos centímetros, caer estrepitosamente en la piscina. Sí, claro, un «momentazo» WTF!, que se te queda incrustado en la retina como si hubieras visto una de las más hermosas coreografías del Azar que hayas contemplado nunca. A partir de ese instante, me quedo *glueado a la pantalla y la película comienza a crecer poco a poco. El macarra es un esbirro que se ha retirado de los golpes criminales en su país, Gran Bretaña, y se dedica, enamorado, a disfrutar de los más simples placeres de la vida y de su vida familiar, casado, pronto lo sabremos, con una exactriz del porno. El giro cualitativo (o «valor añadido», que dicen los economistas») no tarda en producirse, tras haber conocido a la pareja amiga con quien comparten sus vidas: visitas, veladas, salidas, etc.: aparece en escena Don Logan, o mejor dicho, irrumpe, ¡y con qué salvaje energía! Parece mentira que un cuerpo tan sucinto, aunque musculado, como el de Ben Kingsley sea capaz de amedrentar a un tipo duro como se supone que es el delincuente retirado. Don llega con una oferta «imperativa» para Gal: Teddy Bass, un dandymacarra que ha logrado, a través de una orgía, entrar en contacto con el director de un banco cuyas cajas de depósitos están absolutamente garantizadas contra cualquier robo, va a dar un golpe para el que requiere de las habilidades natatorias de Gal. El personaje de Bass, llevado por Ian McShane con una sutileza en la amenaza que te hiela la sangre, solo muy poquito está por debajo de Ben Kingsley, aunque ambos brillan al tener que enfrentarse a un Ray Winstone que da perfectamente el papel de esbirro pardillo  y pícaro al tiempo, y del que puedes esperarte cualquier cosa. Con esa esperanza asiste el espectador a la degradación moral y física que inicia el más convincente de los psicópatas que se hayan interpretando recientemente en el cine: no solo intenta destruir emocionalmente a Gal, sino también  a su mujer y a sus amigos, especialmente a la mujer de él, Jackie, con que airea que se ha aqcostado, años atrás: es su juego: sembrar la discordia y conseguir que, para evitar el desmoronamiento, Gal participe en el golpe de Bass. De esa situación, una vez que la mujer de Gal dispara a Don con la escopeta de caza de su marido, estando este herido y desangrándose en el suelo, momento en que la otra pareja acabará de rematar a Don Logan, la acción nos transporta al hotel donde ha de alojarse Gal hasta que lo vayan a buscar para ser enrolado en el equipo y dar el golpe, etapa de la película en la que se cierne sobre el protagonista la amenaza de represalia e Bass por la inexplicable desaparición  de Don. Será suficiente para hacernos asistir al proceso del golpe, estupendamente rodado con cámara submarina, con una congoja total por cuál será el destino de Gal una vez descubran, porque la lógica tiene esas cosas y opera igual con los científicos que con la escoria humana mafiosa, que Gal miente sobre el paradero de Don. Todo ello es bueno que lo vean los espectadores por sí mismos y disfruten con la tensión que el director crea con  muy pocos medios y las magníficas interpretaciones de los protagonistas. No sé si será por comparación con sus otras películas o por qué, pero me ha parecido una película a la altura de Escondidos en Brujas, de Martin McDonagh. La presencia de un clásico del cine británico como James Fox redondea un elenco que va a hacer las delicias de cualquier espectador. Tengo la impresión de que, andando el tiempo, será su ópera prima —a la espera de lo que vaya rodando, por supuesto— de lo más recordado de su filmografía.

          Y llegamos a lo más reciente su más que polémica Zona de interés, que se abre, por cierto, con un plano fijo negro que crea ya, así, sin más, un inequívoco estado de ánimo. Como sabía de qué iba la historia, en modo alguno me sorprende la propuesta ni el tono de falso documental sobre la lujosa vida de los oficiales de los campos de concentración, y sí, la naturalidad apabullante con que esa vida es representada contra un escenario con el que limita pero al que nunca accede el espectador, ni, de hecho, los protagonistas, salvo cuando los mandos entran para ir a «trabajar». Si en el cine es, a veces, tan importante lo que ocurre «fuera de campo» como lo que vemos, en esta película Glazer juega con el conocimiento de los espectadores y, sin mostrar él los horrores del holocausto, los espectadores, como los lectores modernos que acaban de darle sentido al relato que leen, van a proveer, cada cual a su modo y manera, y en función de sus recuerdos y conocimientos, las imágenes que constantemente va a estar contrastando con lo que ven sus ojos en la pantalla: la ordenada vida familiar de unos seres para quienes ni siquiera parece existir la fábrica de la muerte que tienen pegada a ellos y de la que prescinden con una indiferencia que insulta cualquier sensibilidad, y más aún la de los espectadores que andan con sus propias imágenes del interior de aquellos siniestros barracones y hornos. A veces, como el abrigo de piel, algo emerge de lo que no existe que nos recuerda que sí existe; otras veces es tan atroz como la ceniza con que se abonan los parterres como al que la madre asoma al hijo para que capte la belleza de la naturaleza. La mujer del protagonista ha construido el sueño del Reich, la nueva Alemania del orden, la familia y la belleza, al lado del más siniestro de los horrores que, realmente, no existe para ella: es el no-lugar; la «fábrica» del trabajo de los hombres, la infraestructura, sórdida como todas, que permite el florecimiento del Reich. La belleza está, desde el comienzo de la película se ve, en la excursión al río, un paisaje idílico para una existencia hermosa y bienaventurada. ¡Cómo va ella a renunciar a semejante paraíso, cuando su marido le dice que le han destinado a Oranienburg, en Berlín! Que el protagonista sea un especialista en el desarrollo de los hornos crematorios y que en Berlín exijan su presencia para dar un impulso definitivo a tan genocida política le es totalmente indiferente: su vida está donde el sueño del orden ha sido creado y la belleza está al alcance de la mano. Esa discusión de los esposos al lado del río es la única vez en la que se oyen voces más altas que otras. Todo transcurre siguiendo las pautas propias de las colonias militares: un orden de vida rígido y fiable que te asegura la tranquilidad y la confianza.

          A lo largo de la película el autor va añadiendo diferentes registros que se oponen a la homogeneidad del relato: la niña que esconde comida en los terrenos donde han de trabajar los presos. O, ya en Berlín, las desconexiones del protagonista, que sirven de nexo entre el pasado y el presente, y lo que es un espacio nazi, se nos revela, en la imagen siguiente, parte del Museo Judío de Berlín, depositario de la memoria que, en el caso del protagonista, no le ocupa el más mínimo espacio, dada la indiferencia con que afronta  sus responsabilidades, tanto en la dirección del campo como ante su nuevo cometido de mejorar el diseño de los hornos. No acabo de entender el vómito del jerarca como señal de nada, y ya el reconocimiento médico busca establecer la perfecta salud de quienes obraron con tan suprema maldad. Puede que parte de la famosa «banalidad del mal» sí que se advierta en la indiferencia emocional del protagonista, porque se trata de un burócrata de la muerte, en efecto.

          Se trataba de una apuesta arriesgada, y, al parecer, dicen, quienes han leído la obra de Amis en que vagamente se basa, que tiene poco o nada que ver con la obra del británico, y que Glazer se ha tomado profundas libertades argumentales, lo cual me parece estupendo. Ha construido su propia historia y los espectadores la seguimos con esa doble visión superpuesta que es del todo irrenunciable; aunque cuando conseguimos no hacerlo y nos «instalamos» en la vida feliz de la comunidad armónica nacionalsocialista, los muros del campo, la torreta y las alambradas de espino dibujan la sombra del horror que acaba esparciéndose por el lado del Edén…  

7 comentarios:

  1. Hola buenas ,
    vengo aquí
    por consejo
    de Maria
    (El saco de
    mis pensamientos),
    en realidad le ha
    aconsejado el blog,
    a todo quisqui,
    un saludo.

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  2. Gracias por las reseñas Vi zona de Interés. Te mando un beso. Enamorada de las letras

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    1. Zona de interés es película controvertida, pero inteligente, aunque fría. Grtacias.

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  3. Unas críticas muy interesantes. Un beso

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