jueves, 23 de mayo de 2024

«El legado», de Lisa Mulcahy o la familia como el peor enemigo.

 

Poderosa historia de terror gótico sobre un clásico de J. Sheridan Le Fanu.

 

 

Título original: Lies We Tell

Año: 2023

Duración: 89 min.

País:  Irlanda

Dirección; Lisa Mulcahy

Guion: Elisabeth Gooch. Novela: Joseph Sheridan Le Fanu

Reparto: Agnes O'Casey; David Wilmot; Holly Sturton; Chris Walley; Grainne Keenan;

Eleanor Methven; Mark Doherty; Elaine O'Dwyer; John Olohan; Kieran Roche.

Música: Aza Hand

Fotografía: Eleanor Bowman.

 

          Baste recordar que Le Fanu fue un autor irlandés cuya literatura gótica llamó la atención de un genio del cine como Dreyer, quien llevó a la pantalla esa obra tan singular en su filmografía que es Vampyr. Recuérdese, de paso, que Le Fanu fue una de las grandes influencias de Bram Stoker, autor de Drácula. Nos hallamos, pues, ante una clásica película gótica en la que los fantasmas o las fuerzas misteriosas del mal se han encarnado, sin embargo, en los miembros de la familia de la protagonista, huérfana, y cuyas propiedades administran dos albaceas testamentarios muy distintos entre ellos. La joven, a tres años de convertirse en mayor de edad y pasar a gobernar su hacienda, recibe la visita de su tío, acompañado de los dos primos de ella: una joven pizpireta y un joven ambiguo cuyas intenciones no tardarán en manifestarse. La mansión en que vive la joven, llena de espacios vacíos o apenas usados, va a ir convirtiéndose, poco a poco, con la llegada de los familiares, en una suerte de «casa tomada» por la ambición del tío y de los sobrinos. La confianza de la joven en su familiar no tarda en convertirse en una lucha desesperada para huir de los oscuros planes del tío. El principal ariete con el que el tío embiste a su sobrina son los desesperados intentos del primo por ser aceptado como pretendiente a la mano de su prima. Llegado el momento, además, la joven será víctima de una violación que no puede evitar. La joven, a partir de semejante agresión, comienza a desarrollar las estrategias que le permitan «deshacerse» de su tío y de sus primos, si bien el hecho de que uno de los albaceas, el doctor, se compinche con el tío, le resta posibilidades de salir con bien de su plan.

          El planteamiento de la película, el segundo largo de la autora, directora de series para televisión, es elemental, pero muy eficaz, porque la narración la vivimos desde el punto de vista de la protagonista, con el que no tardamos en identificarnos y en someternos a la angustia que ella vive, viendo cómo se le cierran las posibilidades bien de denunciar cuanto le está ocurriendo bien de salir huyendo, porque la casa se le ha convertido en una trampa de la que no puede escapar. Con buenas razones, la joven consigue llevar a su tío al convencimiento de que si los planes de este para declararla enajenada y poner su hacienda bajo su administración han de pasar por un juez, bien sabrá ella representar como debe el papel de pobre huérfana acosada por unos familiares ambiciosos que quieren, ¡pobre de ella!, despojarla de sus bienes. ¿A quién creerá cualquier juez, en esa tesitura? La brillante estrategia obliga al tío a negociar una cantidad para que desaparezca de la casa, junto con sus dos primos y la institutriz francesa que educa a la niña y de quien la protagonista sospecha que es la amante de su tío. Llega un momento de la trama, sin embargo, en que la realidad se vuelve más compleja, porque la institutriz no solo es amante, sino la verdadera madre de su prima, aunque no de su primo, el que va buscando casarse a toda costa con ella. Tras el acuerdo de la protagonista y el tío, acaba haciéndose pública la identidad de la institutriz y su relación con tío y sobrina. Esta, sin embargo, rechaza a su madre y se acerca a su prima.

          A medida que la realización ha ido privilegiando el juego de claroscuros, desde que el tío toma la decisión de asesinar a su sobrina, entra en liza no ya el desafío de librarse de los familiares que le han tomado la casa, sino el propio instinto de supervivencia para salvar una vida que, como bien ha ido intuyendo a medida que avanzaba la acción, es el único obstáculo que se interpone entre el tío, arruinado, y los bienes de su sobrina. Es en esos momentos en los que el espectador asiste, propiamente, a una película de terror, reforzada por los movimientos furtivos de los personajes en un escenario propenso a realzar lo misterioso y lo amenazador. El caserón, los pasillos vacíos, la habitación y la cama de la protagonista, la cocina…, donde se resuelve la trama; todo, en conjunto es una puesta en escena austera pero sugerente y, sobre todo, muy eficaz, porque en ningún momento el espectador deja de apreciar los esfuerzos heroicos de la mujer para librarse de la que le ha caído encima. Aunque el tema fe la herencia es bien decimonónico y está presente en su narrativa realista, La desheredada, de Galdós, Eugenia Grandet, de Balzac, por ejemplo, la obra de Le Fanu deriva hacia la encarnación del mal que representa el tío, ayudado en primerísima instancia por su hijo, el primo dispuesto al «sacrificio» de casarse con la rica heredera. La resolución de ella, con un coraje femenino singular, nos muestra  una capacidad de defensa digna de elogio, aunque nos hace sufrir durante todo el metraje, porque, incluso después de la violación, cuando el tío recurre al doctor albacea para tratar de buscar un diagnóstico de locura que la incapacite, desconfiamos de que pueda salir con bien de la amenaza a la que ha de hacer frente. En este sentido, sí que la película cumple su misión de mantenernos en suspense hasta el desenlace, que los intelectores de esta crítica, habrán intuido dramático, como así, es, pero bien merece que lo vean por sus propios ojos.

          La película está llena de detalles, como la relación del servicio con la heredera, o la del capitán, que pasa del ridículo a la categoría de «salvador», o lo más parecido a ello, además de los propios de los hábitos y costumbres de la época, que generan una perfecta ambientación. Insisto, sin embargo, en que no hay un derroche de puesta en escena clásica, sino la contención de un espacio austero que se vuelve amenazador para la propia supervivencia de la protagonista. No siempre el terror ha de reducirse al «susto», y no los hay en esta película en ningún momento, sino el tejido evolutivo de la escapatoria de quien ha de salvar su vida, su hacienda y su honra… El final, en todos los sentidos, es espléndido y da sentido al título literal de la novela: Mentiras que contamos.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                   

2 comentarios:

  1. Parece interesante tdl como la has expuesto. Gracias

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  2. Es de género, el gótico, pero consigue un terror psicológico muy notable, a mi entender.

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