miércoles, 15 de octubre de 2025

«Vivir en la cumbre» y «Capturado», de Ted Kotcheff, un ilustre ignorado.

 

Título original: Life at the Top

Año: 1965

Duración: 117 min.

País. Reino Unido

Dirección. Ted Kotcheff

Guion. Mordecai Richler

Reparto: Laurence Harvey; Jean Simmons; Honor Blackman; Michael Craig; Nigel Davenport; Donald Wolfit; Margaret Johnston; Robert Morley; Denis Quilley; Edward Fox.

Música: Richard Addinsell

Fotografía: Oswald Morris (B&W).

 

 






Título original: Split Image

Año: 1982

Duración:110 min.

País: Canadá

Dirección: Ted Kotcheff

Guion: Robert Mark Kamen, Robert Kaufman, Scott Spencer

Reparto: Michael O'Keefe; Karen Allen; James Woods; Peter Fonda; Brian Dennehy; Elizabeth Ashley; Lee Montgomery; Ronnie Scribner; Deborah Rush; Pamela Ludwig; Brian Henson; John Dukakis; Peter Horton.

Música: Bill Conti

Fotografía: Robert C. Jessup.

 

 

La dura vida del desclasado infeliz y el peligro de las explotadoras sectas tóxicas.

 

          Vivir en la cumbre, de Jack Clayton, es un melodrama excelente que tuvo, seis años después, una continuación que no desmerece de ninguna de las maneras del original. Es más, a Laurence Harvey le da la réplica una Jean Simmons que hace olvidar enseguida a la protagonista de la primera, Heather Sears, por la belleza y por una interpretación de esposa desdeñada que se busca la vida allá donde la miran con los ojos con que una mujer aún joven quiere que la miren, siempre en el círculo selecto de amistades de su propia clase, por supuesto.

El calculador esposo y padre de un hijo con quien nada tiene que ver y de una hija que lo adora se pasea por la vida con la amarga sensación de estar malgastando su tiempo, viviendo como el hijo del gran empresario para quien trabaja sin que ello le reporte una compensación vital mínima. Lo mismo le sucede a ambas parte del matrimonio, si bien en el caso de ella se trata de uno de los mejores amigos de su marido. En el caso del marido, la atracción se dirige a una periodista con vida independiente y libre, que no depende de nadie, pero que cae bajo el hechizo de un magnético personaje que la seduce, o a quien ella seduce, para ser más exactos.

          En esos casos de tedio insufrible en las altas esferas de la sociedad, la perspectiva de una nueva relación sentimental y sexual supone la vía perfecta de huida para renovar la sensación de estar vivo y tener un propósito o un destino en la vida. El retrato del matrimonio en crisis es de una acidez terrible y justifica que ambos busquen, en sus aventuras respectivas, un consuelo que los justifique.

          Teniendo presente la primera película, no podemos olvidar que el personaje, Joe Lampton, es un joven ambicioso que no cejará hasta conseguir llegar a esa cumbre social para la que cree haber nacido. En la continuación, sin embargo, se nos introduce en una historia en que ha tenido tiempo de sobra para hastiarse de la vida cómoda, de los lujos y del poder, e incluso, y ello es parte importante de esta secuela, de la política. Elegido miembro del Ayuntamiento por el partido conservador, pronto se percatará de que han aprovechado su tirón de hombre joven y apuesto para usarlo como hombre de paja al servicio de unas políticas que van en contra de la política social de vivienda que él se ha comprometido a defender. Llegada la votación al pleno, se declara en contra de su partido y votará en conciencia, lo cual le acarrea un distanciamiento de los de su «clase», pero un acercamiento a la periodista que ha seguido su meteórica carrera política.

          Y ahí comienza un rumbo de la historia que nos va a permitir observar nítidamente cómo los advenedizos solo son «contemplados» por los poderosos mientras tienen poder y medran a su sombra. Lampton inicia un viaje inverso hacia el lugar de partida desde el que escaló hasta la cumbre. Poco a poco, una vez que se ha instalado en casa de la periodista, va comprobando que sus intentos de hacerse con un puesto por sus «méritos propios» no solo no fructifican, sino que son aprovechados en algunos casos, como el del amigo que tenía una relación con su mujer, para esas frías venganzas de manual. Lo que descubre Lampton es que la admiración de la periodista se va erosionando a medida que ella va creciendo profesionalmente y él se va degradando hasta vivir de ella y reducirse a un ser que solo se queja de su infortunio.

          Con esos caminos sembrados, la continuación es justo que la vea cada espectador sin mi molesto desentrañamiento. Vale decir, sin embargo, que las interpretaciones de Honor Blackman y de Laurence Harvey en ese tempestuoso, interesado y frívolo «romance» que aspira a convertirse ingenuamente en «familia» son de altísimo nivel. La fotografía en blanco y negro de la película destaca sobradamente, por sus contrastes, la vida esquinada, angulosa y dramática de un trepa mediocre y resultón. Sean benévolos los espectadores con el final, porque ¿cuál otro podría haber tenido? Pues eso.

          Capturado es una película sobre las sectas en Usamérica, muy distante de la triunfadora en las pantallas Midsommar, de Ari Aster, rodada en Suecia, aunque comparte con ella ciertos rasgos propios del funcionamiento de estas sectas en las que el culto al líder y su enriquecimiento forma parte de la tradición. Capturado, curiosamente, se rueda dos años después de que se haya instalado, no sin polémica, la secta Osho en Wasco, Oregon, Usamérica, una historia retratada perfectamente en la serie documental Wild, Wild, Country, de  Maclain Way y Chapman Way. Se trata, pues, de un problema de captación de jóvenes para someterlos a un lavado de cerebro y apartarlos de sus familias y de sus propios destinos personales.

          El caso del joven gimnasta exitoso, que se siente atraído por una joven que lo mira con insistencia y que lo invita a una reunión con cinefórum, donde ven la versión protagonizada por Spencer Tracy y dirigida por Victor Fleming del clásico de Stevenson El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde, con un corolario obvio: la dualidad natural con que nacemos, el bien y el mal forman parte de nuestra naturaleza y hemos de escoger el camino adecuado. Al acabar a película, lo que hasta entonces parecía el inicio de una historia de amor entre dos jóvenes da un vuelco sorprendente con e intento de secuestro de uno de los jóvenes que habían asistido al cinefórum. En unas vibrantes secuencias de acción, el joven huye de sus perseguidores gracias a que Danny logra detenerlos, arriesgando su propia integridad. Admirado por el grupo de jóvenes cristianos, no tarda en descubrir que la joven, Rebecca, lo invita a compartir una estancia de un fin de semana en la comunidad en la que ella, junto a varias decenas de jóvenes, vive.

          El intento de secuestro fue la acción desesperada de unos padres para «recuperar» a su hijo de manos de la secta cuya descripción se ajusta punto por punto a las de este tipo de películas que constituyen per se un género propio. El líder de la secta no podía estar mejor escogido: Peter Fonda, la dosis exacta de liderazgo angélico y demoníaco. El cabecilla de los secuestradores también es una elección fantástica: James Woods.

          Los padres de Danny recurrirán a sus servicios para intentar lo que en el caso anterior salió mal: secuestrar a Danny y desprogramarlo en su domicilio con técnicas que aplica Woods para «recuperar» la individualidad de Danny, quien ha sido bautizado como Joshua en su comunidad.

          Esas dos vías paralelas, el intento de los padres de recuperar a su hijo y el afianzamiento de la vida de Joshua en la comunidad, donde, por cierto, les suprimen mediante la dieta el deseo sexual y las chicas padecen amenorrea, van a discurrir en lo que resta de película. No creo revelar demasiado si recomiendo la película por el tramo en que Woods intenta desprogramar al joven atleta enamorado, porque en esas secuencias se logran momentos cinematográficos muy intensos, cámara subjetiva mediante y por los efectos distorsionadores de la realidad que se consiguen, para representar la alteración mental, como si estuviera drogado, del joven programado incluso para resistir los intentos desesperados de desprogramación. ¡Espectacular! Pocas películas sobre sectas, todas perniciosas, he visto yo con una plasmación de la desprogramación tan efectiva y efectista como en la presente.

          En resumen, dos películas magníficas de Ted Kotcheff que lo elevan muy por encima de muchos directores a los que se les reconoce el calificativo de «autor», por dirigir obras singulares. Kotcheff dirigió obras muy populares, y ahí está aquel éxito universal que fue Rambo, pero también obras de tanto calado como las que aquí ofrezco a los espectadores para que descubran un cine que mezcla sabiamente la calidad y la popularidad.

          ¡Que las disfruten!

 

 

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