Concisa y contundente, Mercado de ladrones denuncia la explotación y las mafias con un
guion entre el thriller y el melodrama.
Título original: Thieves'
Highway
Año:1949
Duración:94 min.
País: Estados Unidos
Dirección: Jules Dassin
Guion: A.I. Bezzerides
Música: Alfred Newman
Fotografía: Norbert Brodine (B&W)
Reparto: Richard Conte,
Valentina Cortese, Lee J.
Cobb, Barbara Lawrence, Jack Oakie, Millard Mitchell, Joseph Pevney, Morris Carnovsky, Tamara Shayne, Kasia Orzazewski, Norbert Schiller, Hope Emerson.
Jules Dassin es un autor relativamente prolífico de
quien, al me os para mí, una película destaca sobre el resto de su producción Rififí, que forma parte de una trilogía
de películas policiacas que tienen tres escenarios diferentes: Nueva York, La ciudad desnuda, Londres, Noche en la ciudad y París, Rififí. Las dos últimas son ya películas
del “exilio” del autor, obligado a marchar por las denuncias contra él por
desarrollar actividades antiusamericanas, en el marco de la represión política
de la izquierda comunista por parte del famoso senador McCarthy. Intercalada
entre La ciudad desnuda y Noche en la ciudad, Jules Dassin rueda
su última película en Usamérica antes de salir por piernas del país. Se trata
de una película que no se pierde en divagaciones y que va derecha al asunto
central: vengar el ultraje que sufrió el padre del protagonista y, de paso,
construirse un modo de vida que le permita salir adelante a un exmarine que
regresa a casa después de la Segunda Guerra Mundial. Todo empieza idílicamente,
con el regreso a casa del soldado, lleno de regalos para sus padres y su
prometida, cuando acaba enterándose de que su padre está paralítico por una
paliza recibida cuando unos desconocidos lo asaltaron y le robaron el dinero recibido
por un mayorista e fruta sin escrúpulos en el mercado central de San Francisco.
El protagonista, Nick Garcos, se alía con quien le compró el camión a su padre
para comprar fruta, sobre todo manzanas, y llevarlas a la gran ciudad. Compra
un nuevo camión, pero llevan también el camión del padre, una auténtica chatarra.
El socio de Nick es un pequeño estafador que quiere aprovecharse de los
campesinos para aumentar sus márgenes de beneficios. La deriva “solidaria” del
protagonista se manifiesta cuando exige a su socio que les pague la cantidad
real por la cual había comprado la fruta, tras lo cual, Nick se adelanta en el
viaje para vender la carga de su camión. Es fantástica la escena en la que los
campesinos deshacen el trato, suben al camión y comienzan a tirar las cajas de
fruta al suelo y comienzan a rodar las manzanas entre los árboles, con los
hijos de la familia al fondo que ven esa suerte de río de frutas de la pobreza avanzando
hacia ellos. Las escenas de la conducción, tras el accidente sufrido al salir
de la carretera y ser rescatado por su socio de una muerte segura, son
espectaculares y a la altura de las que
se sucederán después, con el socio, cuando, en una prolongada bajada, el camión
pierda la palanca de los cambios y los frenos y acabe saliendo de la carreta y volcando
la carga para acabar estallando con el conductor en su interior. La aventura de
Nick en San Francisco reproduce la historia del padre con una variante: al
padre lo invitan a beber y, una vez bebido, le roban impunemente sin que, con
el tiempo, sea capaz de recordar, para no torturarse, si él mismo no fue quien
perdió el dinero involuntariamente; al hijo lo seduce una prostituta contratada
por el mayorista para entretenerlo mientras le roban la carga del camión. La
prostituta, Rica, una estupenda creación de Valentina Cortese en su debut en
Usamérica, llena de humanidad y sensualidad a partes iguales, avisa al
camionero, que estaba destrozado por el cansancio, de la jugarreta del mafioso.
Se va a por él y logra arrancarle 500$ en efectivo y 3500 en un cheque. Para
celebrarlo, le dice a su novia que vuele hasta San Francisco para celebrarlo y
casarse con él. En el ínterin, los esbirros del mayorista, una de las mejores
creaciones de las muchas buenas de Lee J. Cobb, asaltan al camionero, lo golpean
y le roban. La mujer recoge la cartera caída mientras los esbirros lo golpean y
se escapa, huyendo de ellos, pero, al final, es atrapada y robada. Cuando ella
llega al cuarto donde se ha refugiado Nick, este intenta hacerle confesar dónde
está su dinero, incluso con violencia, hasta que se convence de que el robo ha
sido obra del mayorista. A todo esto, llega la novia y es recibida por la
prostituta, lo que no solo le extraña, sino que, cuando advierte que Nick está
instalado en su cuarto, la mosquea tanto como para, nada más enterarse de que
su novio ha perdido todo el dinero, volver a coger la maleta y marcharse por
donde ha venido… Para entonces, la
relación pasional del camionero y la prostituta ha alcanzado un nivel de pasión
que por fuerza ha de dejar huella en el protagonista. Hay que ver la
predilección en los noir usamericanos
por las rebecas de punto desde que nacieran con la película de Hitchcock, y el
uso sensual que hacen de ella, como cuando Rica invita a Nick a pasar a su
cuarto y se planta ante él con un perfil ajustadísimo de los pechos bajo la
leve prenda elástica… La película se precipita, después de haberse enterado el
protagonista, de la trágica muerte de su socio, hacia un final lleno de violencia
y furia, con una tensa secuencia en la que el camionero se venga del mayorista,
quien, acorralado, accede a reintegrar el dinero robado, no sin recibir antes
dos terribles mazazos en las manos que poco menos que se las destrozan, hasta
que interviene la policía y lo detiene. En la escena final, en la que Rica se
dedica a decir la buenaventura a posibles clientes futuros en un bar, Richard
Conte se presenta para buscarla: Sorry,
guys, she’s with me, dice, y hay un cruce de miradas limpias y enamoradas
entre los dos perdedores que los une en un final feliz que no chirría lo más mínimo,
porque, más allá de la condición de ella, es el amor quien los empuja el uno
hacia la otra y viceversa. Sí, Dassin es capaz de unir el thriller y el
melodrama en unas secuencias de inmensa ternura y humanidad.
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