Una Elisabeth Moss soberbia en una tópica trama de egos literarios en crisis…
Título original: Listen Up
Philip
Año: 2014
Duración: 108 min.
País: Estados Unidos
Dirección: Alex Ross Perry
Guion:Alex Ross Perry
Música: Keegan DeWitt
Fotografía: Sean Price Williams
Reparto. Jason Schwartzman, Jonathan Pryce, Krysten Ritter, Joséphine de
La Baume, Elisabeth Moss, Jess Weixler, Dree Hemingway, Keith Poulson, Kate Lyn
Sheil, Yusef Bulos, Maïté Alina, Daniel London, Samantha Jacober, Lee Wilkof,
Joanne Tucker, C.C. Kellogg.
Hay películas cuya trama conoces
de pe a pa y, sin embargo, si las interpretaciones son sólidas, te dejas llevar
por ella sin ningún esfuerzo, aunque, a fuer de sincero, Ross Perry alarga en
demasía una historia depresiva que no da más de sí, ya por la reiteración de
secuencias que en modo alguno hacen progresar la historia, ya por la
insignificancia de otras que apenas aportan matiz nuevo alguno a una trama algo
sosaina e insípida.
El título en
español, Desmontando a Philip quiere remitir a la excelente película de Allen,
Desmontando a Harry, pero mientras en esta hay una concepción hermenéutica muy
precisa, la de la «deconstrucción» del
significado y, en el caso de la película, del protagonista, en la de Ross Perry
no hay sino una situación alargada y pretenciosa, sostenida, además, por un
actor que, dando el papel a la perfección, resulta tan odioso como lo muestra
la escena en la que se entrevista con un antiguo compañero de College, de la
que no digo nada, porque el final de la entrevista es todo un golpe de efecto
que deja sin aliento al espectador. El contrapunto, si bien deberíamos hablar
del «compunto», a tenor de la cercanía que hay entre el viejo escritor y el
escritor joven, lo representa Jonathan Pryce un viejo autor de éxito que aloja
en su casa de campo al joven discípulo que ha conseguido un éxito relativo con
su segunda novela, y a quien invita convertirse en profesor de escritura
creativa en un College, mientras comparte la casa con él y con su hija, aunque
la oposición de esta a compartir el espacio familiar con un auténtico extraño
logrará que el joven se mude a un piso.
La apertura de
la historia, en la que queda el autor con una antigua novia para reprocharle
que no hubiera creído jamás en él y que hubiera considerado una exceso de
infantilización su aspiración de convertirse en un autor de éxito, marca, para
el resto del metraje, el bloque granítico de la personalidad misántropa del
joven, a lo que ha de añadirse una clara tendencia depresiva ante la banalidad
y superficialidad del común de los mortales. Incluso se separa de su última
pareja, la encarnada por una excelente Elisabeth Moss, quien ha de hacer un
enorme esfuerzo para no solo aceptar que la abandone ese pedazo de mastuerzo con
quien vivía, sino para rechazar, tiempo después, que él quiera retomar su
historia común donde la dejaron, «como si nada hubiera pasado», la enésima
prueba de la ausencia total de madurez del escritor metido a nefasto profesor…
No hay comentarios:
Publicar un comentario