Un recital de Clifton Webb (inolvidable en Laura, de Preminger) en una comedia irónica y metacinematográfica.
Título original: Dreamboat
Año: 1952
Duración: 83 min.
País: Estados Unidos
Dirección: Claude Binyon
Guion: Claude Binyon. Relato: John D.
Weaver
Música: Cyril J. Mockridge
Fotografía: Milton R.
Krasner (B&W)
Reparto: Clifton Webb; Anne Francis; Ginger Rogers; Jeffrey Hunter; Elsa
Lanchester; Fred Clark; Paul Harvey; Ray Collins; Helene Stanley; Richard
Garrick; Gwen Verdon.
Tengo el honor friqui de haber sido el primer espectador en FilmAffinity de esta maravillosa comedia de Claude Binyon, un director de cortísima obra, pero larga experiencia como guionista, sobre todo al servicio de Wesley Ruggles, para quien escribió catorce guiones, no todos ni de lejos tan afortunados como el presente, lleno de ingenio, imaginación, sentido del gag y del ritmo narrativo para una historia que, ¡placer de cinéfilos!, tiene al cine como protagonista principal de la comedia.
Con un arranque que parece propiamente de Lubitsch: un profesor de universidad
le pide a un torpe alumno que lea el famoso monologo del Hamlet de Chéspir. Y al
buen mozo no se le ocurre otra cosa que comenzar con el Ham…que desespera al
atildado profesor de Literatura, quien se despacha de esta guisa: Denham,
the word "Ham" is not to be read; neither as part of the soliloquy
nor as a self-condemnation of your own performance. It is an abbreviation of "Hamlet,"
the character who is speaking. A partir de ahí ya hemos encontrado el tono de los chispeantes
diálogos y las estupendas situaciones de la película. El elegante profesor
tiene, además, una hija que es su puro reflejo (¡incluso visten ambos con
hechuras distintas de la misma tela…!) y a quien sus compañeras de Universidad
le gastan una encerrona para, supuestamente, «bajarla de los humos
intelectuales» a realidades que ignora. Ello es, y a partir de aquí comienza
una maravillosa comedia que tiene al cine y a la televisión como protagonistas
muy principales, un programa de televisión, un sistema de comunicación y diversión
que va ganando creciente prestigio en aquellos años, principios de los 50 del
XX; un programa de televisión presentado por una vieja gloria aún de muy buen
ver del cine mudo, interpretada a la perfección por Ginger Rogers, y en el que,
junto a los anuncios pertinentes de los patrocinadores, se proyectan películas
mudas de ella ¡y del severo profesor! El rodaje de las películas mudas, hechas
ex profeso para la película, en la que el profesor encarna héroes de diferentes
épocas en las que siempre seduce a la bella protagonista y la besa de un modo
ritual, es uno de los principales goces de la película. La hija, abochornada
por ese pasado nada intelectual de su padre, se va corriendo de la reunión y
rechaza hablar con él, hasta que aclara que él era profesor de Literatura hasta
que la glamurosa actriz, Gloria Marlowe, lo sedujo en un abrir y cerrar de ojos
y acabó cambiando, en otro, la tiza por el antifaz y la espada…bajo el nombre
artístico de Bruce Blair, a quien Marlowe llama Dreamboat, esto es, «bomboncito»,
lo que acentúa hasta el infinito la humillación que sufre la hija.
Todo se
complica cuando la Junta Directiva de la Universidad le pide que renuncie al
cargo para no manchar el buen nombre de la institución académica con su frívolo
pasado, ahora de actualidad. La directora, la siempre estupendísima Elsa
Lanchester, inolvidable en tantas películas, de La novia de Frankenstein,
de James Whale a Testigo de cargo, de Billy Wilder o El misterio de
Fiske Manor, de Charles Vidor, sin embargo, pide un aplazamiento hasta después
de las vacaciones de pascua, tiempo que el profesor aprovechará para exigir que
se dejen de emitir sus viejas películas. La escena en que la directora le
recuerda que ella ha sido siempre una rendida admiradora de Dreamboat y
lo acorrala para seducirlo es una entre las decenas de ellas que hay que nos exigen
ver la película sin tardanza.
Con la hija se
desplaza a Nueva York y allí comienza verdaderamente la aventura que va
encadenando rodajes de sus películas y escenas de la encerrona que le tienden
el productor del programa de su excompañera de reparto y las trampas de esta
para evitar que les quite la gallina de los huevos de oro que han encontrado en
el revival del cine de otra época, aventuras que siguen encandilando al
nuevo público de la televisión que va desertando poco a poco de las salas de
cine. El conflicto incluso llegará a ser juzgado por un tribunal, en sesiones de alta comicidad.
El encadenado
de secuencias cómicas es constante y Webb tiene la máxima responsabilidad en la
eficacia total de las mismas, si bien está perfectamente secundado no solo por
Ginger Rogers, sino por un clásico de los secundarios como Fred Clark y, en la
trama paralela del «descubrimiento del amor y la sexualidad» por parte de la
estirada hija, la especie de Ninotchka que compone la esplendente Anne Francis
y el casi debutante Jeffrey Hunter, quien rodaría poco después con John Ford y
con Nicholas Ray.
Todo está perfectamente ligado en una historia
que no excluye ni alguna secuencia típica de vodevil en el hotel donde se
alojan padre e hija, y la indescriptible escena de la lucha en la cafetería del
hotel, de la que nada digo para que el disfrute sea mayor por parte de quien me
haga caso y no se la pierda. La historia avanza en el sentido de ir acercando
progresivamente al viejo profesor a su juventud cinematográfica, y, por esa vía,
la película tiene un desenlace felicísimo en el que se funden los límites entre
ficción y realidad, incluso en el caso del propio actor, Clifton Webb.
¡Maravilloso!
La película puede verse con excelente
calidad de imagen en YouTube, y con subtítulos en inglés generados
automáticamente, una herramienta que a veces patina de forma tan graciosa como
lo que ocurre en pantalla…
No hay comentarios:
Publicar un comentario