Poderosa
historia de terror gótico sobre un clásico de J. Sheridan Le Fanu.
Título original: Lies We
Tell
Año: 2023
Duración: 89 min.
País: Irlanda
Dirección; Lisa Mulcahy
Guion: Elisabeth Gooch. Novela: Joseph
Sheridan Le Fanu
Reparto: Agnes O'Casey; David Wilmot; Holly Sturton; Chris Walley; Grainne
Keenan;
Eleanor Methven; Mark Doherty; Elaine O'Dwyer; John Olohan; Kieran Roche.
Música: Aza Hand
Fotografía: Eleanor Bowman.
Baste recordar
que Le Fanu fue un autor irlandés cuya literatura gótica llamó la atención de
un genio del cine como Dreyer, quien llevó a la pantalla esa obra tan singular
en su filmografía que es Vampyr. Recuérdese, de paso, que Le Fanu fue
una de las grandes influencias de Bram Stoker, autor de Drácula. Nos hallamos,
pues, ante una clásica película gótica en la que los fantasmas o las fuerzas
misteriosas del mal se han encarnado, sin embargo, en los miembros de la
familia de la protagonista, huérfana, y cuyas propiedades administran dos
albaceas testamentarios muy distintos entre ellos. La joven, a tres años de
convertirse en mayor de edad y pasar a gobernar su hacienda, recibe la visita
de su tío, acompañado de los dos primos de ella: una joven pizpireta y un joven
ambiguo cuyas intenciones no tardarán en manifestarse. La mansión en que vive
la joven, llena de espacios vacíos o apenas usados, va a ir convirtiéndose,
poco a poco, con la llegada de los familiares, en una suerte de «casa tomada»
por la ambición del tío y de los sobrinos. La confianza de la joven en su familiar
no tarda en convertirse en una lucha desesperada para huir de los oscuros
planes del tío. El principal ariete con el que el tío embiste a su sobrina son
los desesperados intentos del primo por ser aceptado como pretendiente a la
mano de su prima. Llegado el momento, además, la joven será víctima de una
violación que no puede evitar. La joven, a partir de semejante agresión,
comienza a desarrollar las estrategias que le permitan «deshacerse» de su tío y
de sus primos, si bien el hecho de que uno de los albaceas, el doctor, se
compinche con el tío, le resta posibilidades de salir con bien de su plan.
El
planteamiento de la película, el segundo largo de la autora, directora de
series para televisión, es elemental, pero muy eficaz, porque la narración la
vivimos desde el punto de vista de la protagonista, con el que no tardamos en
identificarnos y en someternos a la angustia que ella vive, viendo cómo se le
cierran las posibilidades bien de denunciar cuanto le está ocurriendo bien de
salir huyendo, porque la casa se le ha convertido en una trampa de la que no
puede escapar. Con buenas razones, la joven consigue llevar a su tío al convencimiento
de que si los planes de este para declararla enajenada y poner su hacienda bajo
su administración han de pasar por un juez, bien sabrá ella representar como
debe el papel de pobre huérfana acosada por unos familiares ambiciosos que quieren,
¡pobre de ella!, despojarla de sus bienes. ¿A quién creerá cualquier juez, en
esa tesitura? La brillante estrategia obliga al tío a negociar una cantidad
para que desaparezca de la casa, junto con sus dos primos y la institutriz
francesa que educa a la niña y de quien la protagonista sospecha que es la
amante de su tío. Llega un momento de la trama, sin embargo, en que la realidad
se vuelve más compleja, porque la institutriz no solo es amante, sino la
verdadera madre de su prima, aunque no de su primo, el que va buscando casarse
a toda costa con ella. Tras el acuerdo de la protagonista y el tío, acaba haciéndose
pública la identidad de la institutriz y su relación con tío y sobrina. Esta,
sin embargo, rechaza a su madre y se acerca a su prima.
A medida que la
realización ha ido privilegiando el juego de claroscuros, desde que el tío toma
la decisión de asesinar a su sobrina, entra en liza no ya el desafío de
librarse de los familiares que le han tomado la casa, sino el propio instinto
de supervivencia para salvar una vida que, como bien ha ido intuyendo a medida
que avanzaba la acción, es el único obstáculo que se interpone entre el tío,
arruinado, y los bienes de su sobrina. Es en esos momentos en los que el
espectador asiste, propiamente, a una película de terror, reforzada por los
movimientos furtivos de los personajes en un escenario propenso a realzar lo
misterioso y lo amenazador. El caserón, los pasillos vacíos, la habitación y la
cama de la protagonista, la cocina…, donde se resuelve la trama; todo, en
conjunto es una puesta en escena austera pero sugerente y, sobre todo, muy
eficaz, porque en ningún momento el espectador deja de apreciar los esfuerzos heroicos
de la mujer para librarse de la que le ha caído encima. Aunque el tema fe la
herencia es bien decimonónico y está presente en su narrativa realista, La
desheredada, de Galdós, Eugenia Grandet, de Balzac, por ejemplo, la
obra de Le Fanu deriva hacia la encarnación del mal que representa el tío,
ayudado en primerísima instancia por su hijo, el primo dispuesto al «sacrificio»
de casarse con la rica heredera. La resolución de ella, con un coraje femenino
singular, nos muestra una capacidad de
defensa digna de elogio, aunque nos hace sufrir durante todo el metraje, porque,
incluso después de la violación, cuando el tío recurre al doctor albacea para
tratar de buscar un diagnóstico de locura que la incapacite, desconfiamos de
que pueda salir con bien de la amenaza a la que ha de hacer frente. En este
sentido, sí que la película cumple su misión de mantenernos en suspense hasta
el desenlace, que los intelectores de esta crítica, habrán intuido dramático,
como así, es, pero bien merece que lo vean por sus propios ojos.
La película está
llena de detalles, como la relación del servicio con la heredera, o la del
capitán, que pasa del ridículo a la categoría de «salvador», o lo más parecido
a ello, además de los propios de los hábitos y costumbres de la época, que
generan una perfecta ambientación. Insisto, sin embargo, en que no hay un
derroche de puesta en escena clásica, sino la contención de un espacio austero
que se vuelve amenazador para la propia supervivencia de la protagonista. No
siempre el terror ha de reducirse al «susto», y no los hay en esta película en
ningún momento, sino el tejido evolutivo de la escapatoria de quien ha de
salvar su vida, su hacienda y su honra… El final, en todos los sentidos, es
espléndido y da sentido al título literal de la novela: Mentiras que
contamos.
Parece interesante tdl como la has expuesto. Gracias
ResponderEliminarEs de género, el gótico, pero consigue un terror psicológico muy notable, a mi entender.
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