Excelente
dominio de la tensión narrativa para una historia «necesaria».
Título original: La
infiltrada
Año: 2024
Duración: 118 min.
País: España
Dirección: Arantxa
Echevarria
Guion: Arantxa Echevarria,
Amèlia Mora. Idea: María Luisa Gutiérrez
Reparto: Carolina Yuste; Luis
Tosar; Iñigo Gastesi; Diego Anido; Víctor Clavijo; Nausicaa Bonnín; Pepe Ocio;
Jorge Rueda; Carlos Troya; Pedro Casablanc; Asier Hernández; Yune Nogueiras; Jorge
Monje; Javier Barandiaran; Chechu Salgado; Javier Tolosa; Luisa Merelas; Isidoro
Fernández; Leire Ruiz; Unai Arana; Gaizka Sarasua; Iñigo Azpitarte; Tatán; Adrián
Santos; Carlos Heredia; Vito Rogado; Héctor Melgares; Esti Curiel; Helena
Dueñas.
Música: Fernando Velázquez
Fotografía: Javier Salmones,
Daniel Salmones.
Con el único
precedente de El Lobo, de Miguel Courtois, como policía infiltrado en
Eta, Arantxa Echevarria ha rodado esta película en la que se nos cuenta y
descubre al tiempo una historia: la de la única mujer policía infiltrada en
ETA, bajo el alias de Aranzazu Berradre
Marín, Arantxa en la película, y
colaboradora decisiva para la desarticulación del sangriento comando Donosti,
hechos que se recogen con magnífico pulso narrativo en la película, cuyo
progreso hacia el thriller político va avanzando con paso firme desde la
aparición del etarra Kepa Etxeberrua Saragzasu y de forma casi volcánica desde
la irrupción en escena del peligrosísimo Sergio Polo Escobes, cuya entrada en
la trama acerca la película más a un thriller con psicópata incluido que al
mundo del terrorismo, en lo cual tiene un papel decisivo su intérprete: Diego
Anido, tan injustamente tratado en los Goya como el otro «malo» canónico de
esta edición: Urko Olazabal, aunque entre ellos hubiera debido disputarse el galardón
al mejor actor secundario, sin duda.
Aunque las comparaciones se ha prescrito
que son odiosas, he echado de menos la ambientación en el ideario de la banda
que se producía en El Lobo, y que daba a entender con notable
profundidad el alienado delirio ideológico de la banda terrorista, aquí
reducido al retrato de dos asesinos de muy diferente calaña, con quienes, en un
acto de profesionalidad extrema ha de convivir la policía infiltrada para
asegurar su inmaculada pertenencia al grupo terrorista, aunque sea en calidad
de infraestructura necesaria. En ese cometido, Carolina Yuste sobresale con
excelencia, y modula perfectamente la progresión hacia la desesperación y el
asco que necesariamente hubo de sufrir la verdadera infiltrada, incapaz, además,
de la más mínima compensación emocional, porque su jefe, el único ante quien
responde, solo la ve como policía, jamás como la mujer que es. El temple de
aquella mujer sí que puede considerarse heroico, y no esos destripanucas a los
que buena parte del pueblo vasco celebra en inmorales actos de homenaje que la
colaboración de los herederos de aquella ETA con el gobierno socialista que los
necesita para mantenerse en el poder ha dejado impunes y sin reproche penal por
enaltecimiento del terrorismo, que es lo que, en el fondo y en la superficie,
son.
Lo
sorprendente, para muchos espectadores, habrá sido no tanto la rivalidad entre
la Policía Nacional y la Guardia Civil, cuanto el despliegue de operaciones
camufladas contra el terrorismo llevadas a cabo sin levantar la mas mínima
sospecha. Ese otro lado de la lucha antiterrorista que, obviamente, ni podía ni
debía ser noticia. El grado de profesionalidad, salvo las chapuzas de rigor e
inevitables, no tiene nada que envidiar al que hemos visto en muchas películas
usamericanas, y ello contribuye a la vivencia de lo narrado como si el
espectador fuera parte activo del dispositivo.
Aunque la
responsable de meternos empáticamente en esa situación corresponde casi en
exclusiva al magnífico papel de Carolina Yuste, quien ha sabido matizar el
progreso hacia el agotamiento y el asco hacia sus compañeros de «banda» con una
maestría interpretativa ya acreditada en otras películas anteriores. Las dos
ultimas en que la he visto, Saben aquel…, de David Trueba, y Chinas,
de Arantxa Echevarria. Pero la directora ha sabido escoger espacios y planos
que convierten la película en una admirable sucesión de secuencias intensas de
mucho fuste. No hay más que recordar el momento en que la infiltrada desvía el
coche para que el sanguinario terrorista guarde la pistola en el maletero y
este la hace salir del coche y él, tras hacer lo mismo, se dirige a ella, la
pistola por medio, por encima del techo del vehículo…, o la más previsible de
la copia del contenido de la carpeta con los objetivos de la banda, quizá más
estandarizada, pero no menos efectiva.
La película
está llena de detalles muy cinematográficos, esto es, no se requiere ninguna
argumentación para comunicar exactamente ciertos aspectos de la realidad que no
precisan sino un par de planos cuya expresividad lo dice todo. Llega la
infiltrada y ve la cocina patas arriba, después se acerca al salón y ve a los
dos terroristas viendo la televisión con la mesita de comedor hecha una porquería:
los asesinos tienen una clarísima idea de cuál es el puesto y la función de una
mujer en su vida, desde luego.
Por el lado
del dispositivo policial, destaca la interpretación, acaso un pelín
sobreactuada, de Víctor Clavijo, muy destacado intérprete de otra película antigoyesca,
a juzgar por su preterición, La espera, de F. Javier Gutiérrez, una
suerte de actualización sobrenatural de Los santos inocentes, de Camus,
factor que me disuadió, en su momento, de hacer la crítica, porque, a mi
juicio, echa a perder una excelente historia que no necesitaba ese «toque satánico»
para conquistar a los espectadores. Con todo, tanto él como el resto del
dispositivo policial se mueven en unos niveles de interpretación que nos
permiten acercarnos a lo que fue trabajar policialmente en las vascongadas en
aquellos años del terror, que tanto todos sufrimos, en cualquier lugar de
España, y me viene ahora mismo a la cabeza, a título de ejemplo, que la banda
fuese hasta Viladecaballs, recóndito municipio catalán, para asesinar al
concejal del PPC, Francisco Cano, como si de una macabra lotería del terror lo
hubiera determinado.
Si algún pero
pudiera ponérsele a la visión que nos da la película del terror de ETA es la
ausencia de un retrato de la sociedad vasca cuyo silencio y/o complicidad con «esos
chicos», que decía Arzalluz, tanto contribuyó a su perduración. Aún está por
filmarse esa película, sobre esa suerte de comprensión antropológica de la violencia
que acaso pudiera ser una adaptación de la novela de Raúl Guerra Garrido, Tantos
inocentes, donde mejor he leído yo ese retrato. Ahí lo dejo, pero conviene recordar
que, antes de morir, Patrice Chéreau tanteó, al decir de Guerra Garrido, esa posibilidad…
Estoy cansado
ResponderEliminarde que usen
estás galas ,
para reivindicar
esto , aquello,y
lo otro, sin
embargo, y
menos mal,
la excepción
este año,me
gustaron las
palabras de
María Luisa
Gutiérrez,
dando a entender
la triste realidad,
de la memoria
historica, hecha
a medida de los
progres, que
su único
argumento,
es sacar la
momia a
pasear ,la
momia,
entiéndase,
el caudillo.
Sabes que le
dijo Sánchez
a una mujer
con familiares
asesinados por
terrorismo,
cuando ella le
dijo que se
sentían
abandonados?
"Esa es tu opinión.
¡Lo que no haya dicho el lindo don digodiego...! Toda la inmundicia ha estado y está en su "shitprop" continuo... Y pido disculpas por el exabrupto, pero reconozco que no puedo sufrir a Su Excelencia.
EliminarDescuida , que
Eliminarno aparezco mas,
eres de la misma
cuerda .
Ahora,
ResponderEliminarrevisando,
creo que
malinterprete,
lo siento.
Creí q te había dejado un comentario y veo q no, o q si lo hice voló ; )
ResponderEliminarTengo ganas de ver esta película, pero esta la veré cómodamente instalada en mi sofá : ) no creo q esta necesite pantalla grande. Me resulta sumamente interesante pensar q en un mundo tan masculino como la policía y una banda terrorista, una mujer, alguien aparentemente frágil, tuvo la suficiente fortaleza psíquica y frialdad necesaria para ser capaz de vivir todo lo q recrea esa película en un tiempo tan complicado como el q se vivió durante todos esos años y entre gente frente a la q sientes verdadera repulsión, tal cual comentas, este tipo de personajes se merecen toda mi admiración y si la actriz q la interpreta lo hace tan bien como dices, me encantará disfrutar de esta película. Si algún día tengo la oportunidad, te lo comentaré, mil gracias como siempre JUAN, un beso !
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