domingo, 23 de junio de 2024

«La tierra prometida», de Nikolaj Arcel o el Antiguo Régimen danés…

 

El sueño del bastardo: entre la ambición, la tenacidad y el orgullo.

 

Título original: Bastarden

Año: 2023

Duración: 127 min.

País:  Dinamarca

Dirección: Nikolaj Arcel

Guion: Nikolaj Arcel, Anders Thomas Jensen

Reparto: Mads Mikkelsen; Amanda Collin; Simon Bennebjerg; Melina Hagberg; Kristine Kujath Thorp; Gustav Lindh; Thomas W. Gabrielsson; Søren Malling; Jakob Ulrik Lohmann; Magnus Krepper; Morten Hee Andersen; Felix Kramer;Lise Risom Olsen; Arved Friese; Patricia Slauf; Martin Feifel; Laura Bilgrau Eskild-Jensen.

Música: Dan Romer

Fotografía: Rasmus Videbæk.

 

          ¡Esta manía de embellecer los títulos de las películas extranjeras, máxime cuando el original es tan nítido y elocuente como el de esta: Bastardo! La traducción tiene un deje bíblico que casa mal con la ambición fundamental del bastardo: ser reconocido por la realeza existente y promovido al rango de noble, con el título correspondiente como señor de unos páramos despreciados por todos y en los que  no se ve ninguna utilidad ni productividad.  Sí que el capitán bastardo tiene una misión, pero, se mire como se mire, es personal e intransferible: redunda exclusivamente en su propio beneficio, reparación y satisfacción. Luego, el desarrollo de los acontecimientos van por otros lados y al hombre no le queda más remedio que reconocer que la verdadera vida, más allá de sus aspiraciones legítimas, exigen otras decisiones que pueden incluso apartarnos de esas ambiciones iniciales que lo animan a instalarse donde nadie quiere hacerlo: en páramos desolados, pedregosos, azotados por todos los vientos inclementes y con unas temperaturas invernales devastadoras.

          Cultivar en esos páramos que se tienen por estériles es el primer paso para convencer al rey de que bien puede fundarse una colonia para la mayor grandeza del reino y en la que el capitán Kahlen sea el amo y señor, por supuesto. El principal obstáculo con el que habrá de luchar el capitán no será el capricho real, las adversas circunstancias climatológicas o que acaben fructificando sus patatas, sino la terrible, durísima y despiadada competencia que sufrirá por parte de quien se considera dueño y señor de esos páramos y de las vidas de quienes lo habiten: Frederik de Schinkel, interpretado magistralmente por Simon Bennebjerg, a quien vimos no hace mucho en otra obra turbadora: El pacto, de Bille August, sobre la escritora danesa por excelencia: Karen Blixen, una película muy interesante.

          La crítica, profesional y aficionada, destaca la interpretación de Mads Mikkelsen, el protagonista de la famosa Otra Ronda, de Thomas Vinterberg y, a título anecdótico, de Torremolinos 70, de Pablo Berger; pero no me cabe duda de que está muy reñida la lucha por elegir si es Mikkelsen o Bennenjerg quien se alza con el protagonismo en la película, porque no es nada fácil crear un tirano que se lleve la audiencia tras él, y Bennenjerg lo consigue con  brillante facilidad. El retrato del hombre débil, apocado, cuya maldad es siempre la que jamás comete por propia mano, sino ajena, va creciendo a lo largo de la película, sobre todo después de enterarse de que un par de criados han decidido escaparse para ponerse al servicio del capitán, antes de seguir su camino hacia su independencia personal, si ello es posible, porque el capitán solo les ofrece comida y techo, no tiene ingresos con los que pagarles. Al tiempo, la prometida oficial del aristócrata demente inicia un coqueteo con el apuesto, aunque rudo, capitán, lo que se añade a los celos desatados en que incurrirá el noble.

          La película recrea con fidelidad y con exquisita fotografía la indómita naturaleza danesa, algo en lo que el cine nórdico, no solo el danés, se está especializando, como ya dejé dicho en la reciente crítica de Godland, de Hlynur Palmason. A la que se regrese a la filmografía de Dreyer, podremos observar la espectacular visión del paisaje que suele formar parte de sus películas. Hay, en conjunto, una suerte de mirada metafísica y moral sobre el paisaje que nos habla, profundamente, del destino de las personas que tratan de salir adelante en él, venciendo toda clase de adversidades: escuela de temple y valor que no necesariamente escoge lo mejor, sino, muy a menudo, lo más conveniente.

          De lo anterior se deduce que el protagonista, guiado férreamente por su ambición, antepondrá esta a lo que podríamos entender, de forma vaga, como «buenos sentimientos», lo que complace al público, pero arruina la ambición del protagonista. Ello se ve en la renuncia a la niña gitana, símbolo, para los colonos que llegan para ayudarle a explotar los páramos, de malos augurios y de lo funesto en general, razón por la que el capitán, después de haberse encariñado de ella, toma la decisión de quedarse con los colonos y colocar a la niña en un centro de caridad. Téngase en cuenta que la pareja de sirvientes que huyó del noble ha sufrido la pérdida del hombre, salvajemente asesinado por el  noble, lo que ha ido dando pie a una unión de hecho entre la mujer y el capitán, en la que la niña era tratada como una hija adoptiva de ambos, de ahí el drama de la renuncia a la niña y la consiguiente desaparición de la mujer, que ha vuelto a su antiguo empleo en la casa nobiliaria.

          Ya se advierte, imagino, que la épica del cultivo de la patata en los páramos, por más que le parezca interesante a los espectadores no puede competir con los vaivenes sentimentales de la nueva pareja y la hija adoptiva, que poco a poco se van apoderando de la trama. Sí, es cierto que la relación del capitán con la Corona progresa en una dirección que concitará una reacción defensiva y oportunista —ahora que los nobles de la zona ven un nicho de negocio en los cultivos en el páramo- que enfrentará violentamente a los esbirros del noble contra el capitán y sus escasos ayudantes. Por esta vertiente de western de la película, muchos espectadores se sentirán más cómodos, imagino, que con el bucólico crecimiento de la patata, pero esta lucha por arrancarle a la naturaleza indómita unas parcelas de vida vegetal no dejan de tener un enorme aliciente. También la naturaleza suscita tanto interés como las pasiones humanas, por ello mismo, a pocos defraudará esta película serena y terrible, porque el poder absoluto de los nobles se exhibe aquí en toda su crudeza asesina. Disfruten. Tómensela con calma. Escuchen el hermoso crecimiento de los tallos y asómbrense de la enorme ingratitud de los corazones humanas y de su redención.

         

 

1 comentario:

  1. Realmente dan ganas de verla con esta reseña. El cultivo de ja patata no es además el menor de los motivos para verla. Gracias

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