Una comedia
de feliz ver: Incidente en Dakota, del artesano Joseph Kane, con un
dúo inspirado: John Wayne y Vera Ralston
Título original: Dakota
Año: 1945
Duración: 82 min.
País: Estados Unidos
Director: Joseph Kane
Guión: Lawrence Hazard, Howard Estabrook (Historia:
Carl Foreman)
Fotografía: Jack A. Marta (B&W)
Reparto: John Wayne, Vera Ralston, Walter Brennan,
Ward Bond, Mike Mazurki, Paul Fix, Ona Munson, Olive Blakeney, Hugo Haas, Nick
Stewart, Grant Withers, Bill Wolfe, Robert Livingston, Fred Aldrich, Jack La
Rue, Selmer Jackson, Roy Barcroft
Siempre
es sorprendente la facilidad con que la industria cinematográfica americana
consigue sacar adelante proyectos a los que apenas les basta bien un guión
curioso, bien unos intérpretes magistrales, bien un director artesano para
hacer un producto de impecable factura que consigue captar ese bien tan
preciado que es el interés de los espectadores y mantenerlo durante todo el
metraje. Eso sucede con Incidente en
Dakota, una película de la que podría decirse, en principio, que tiene
todas las papeletas para ser absolutamente irrelevante, pero en la que un par
de excelentes actores, así como la pericia de un hábil artesano, consiguen
crear una película muy digna de ser vista y paladeada, porque, aquí y allá, en
diferentes secuencias y planos, incluso tiene momentos de cine muy logrado. Si
además aparece un secundario de lujo como Walter Brennan, la cosa se pone
incluso estupenda. La anécdota de la película parte de un matrimonio a espaldas
del padre de la novia, quien se empeña en detener a su hija, apalear al marido
“ladrón” y reintegrar a su hija al hogar familiar. El tono de comedia ligera
que tiene la película, al que se adaptan con una actuación ejemplar Wayne y
Ralston, permite ir siguiendo la floja peripecia argumental de la misma, que
gira en torno a la inversión que el matrimonio quiere hacer en terrenos que se revalorizarán,
por las expropiaciones correspondientes, con la próxima llegada del
ferrocarril, del que es propietario el padre de la novia. Tras el encuentro con
los malvados de rigor que quieren adelantarse a la compra de terrenos mediante
engaños y coacciones, la situación tiene un desenlace que sube muchos enteros
la calidad de la película, sobre todo por las imágenes nocturnas espectaculares
de las cosechas incendiadas. Hay, en toda la película, una naturalidad en la
realización que recuerda mucho la del gran mago de la misma que fue John Ford,
esa apariencia de que no pasa nada, de que todo es trivial, cotidiano, y, sin
embargo, se están ventilando asuntos muy serios, sean éticos, políticos o
psicológicos. A ese respecto, la entrevista/seducción entre la “vampiresa” del salón
y John Wayne es ejemplar. Es cierto que la anécdota de la que parte el
argumento es relativamente floja, que hay alguna confusión en el desarrollo de
la trama, con espectaculares cambios de propiedad de los dineros y del contrato
de propiedad de los terrenos que los campesinos le han malvendido al ventajista
de turno, pero, en resumen, la película sabe resolver esas carencias, sobre
todo con la presencia contundente de la pareja protagonista. La Wikipedia recoge
una anécdota de Vera Ralston muy ilustrativa de su carácter: Later that season, she competed at the 1936
Winter Olympics, where she placed 17th. During the games, she personally met
and insulted Adolf Hitler. Hitler asked her if she would like to "skate
for the swastika." As she later recalled, "I looked him right in the
eye, and said that I'd rather skate on the swastika. The Führer was furious." Buenos
mimbres, en efecto, para devenir una star de Hollywood.
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