Huida desesperada: Un thriller
australiano de Craig Lahiff a medio camino entre Thelma y Louise y Bonnie and
Clyde: el amor fou de dos perdedores.
Título original: Heaven's Burning
Año: 1997
Duración: 96 min.
País: Australia
Director: Craig Lahiff
Guión: Louis Nowra
Música: Michael Atkinson, Graham Koehne
Fotografía: Brian J. Breheny
Reparto: Russell Crowe, Youki Kudoh, Kenji Isomura,
Ray Barrett, Robert Mammone, Petru Gheorghiu, Anthony Phelan, Matthew
Dyktynski, Colin Hay, Susan Prior, Salvatore Coco.
Huida
desesperada es un thriller del director australiano Craig Lahiff. Ni
el título ni el autor le dicen nada al espectador que, como es mi caso, lo
ignoraba todo de ambos. La compré, en mi videoteca de segunda mano, únicamente
porque el protagonista lo encarnaba Rusell Crowe y porque la sinopsis hablaba
de una trama típica de thriller. La película tiene un inicio desconcertante y
en apariencia anodino: la protagonista, japonesa, de viaje de bodas con su
marido, desaparece del hotel donde se hospedaba fingiendo haber sido
secuestrada. A partir de ahí, policía y marido inician su búsqueda. El azar
lleva a que la protagonista sea retenida como rehén de unos atracadores a quienes
se les ha complicado el asalto. El chófer de la banda, Rusell Crowe, impide,
posteriormente, que los atracadores la maten, pero, para ello, ha de acabar con
la vida del hijo del cerebro del golpe. Desde ese giro de la trama, el
conductor y la japonesa infiel, porque tenía pensado reunirse en Australia con
su jefe, con quien engañaba a su marido, para iniciar una nueva vida, comienzan
a ser perseguidos por la familia del atracador muerto, por el marido burlado y
por la policía. La película se convierte, por lo tanto, en una suerte de road
movie en la que los protagonistas, Crowe y Youki Kudoh, vivirán, durante su
huida, un enamoramiento tan profundo como desesperanzado, y ello a través de un
territorio, el de Australia, cuyos paisajes desérticos, con largas carreteras
al estilo de las de los desiertos americanos del oeste, surcadas por moteles,
gasolineras y bares de ínfima categoría constituyen la mejor puesta en escena
para una historia que acaba atrapando al espectador y conquistando su interés
progresivamente, hasta llegar a un final espectacular que me resisto a
desvelar, pero con el que está relacionado el título original de la película: Heaven’s burning. No me parece
aventurado imaginar que David Michôd, director de la excelente y reconocida Animal Kingdom haya visto con suma
atención esta obra de Lahiff, siquiera sea por el paralelismo entre la familia
de delincuentes de origen afgano, una rara mezcla de tradición y modernidad, y
la de su propia película, por más que la estética y la calidad de ambas cintas
sean muy disímiles. Con todo, la película de Lahiff, salvo algunos fallos de guion
relativamente menores, tiene un interés notable. La dosificación de la
persecución y la confianza de los protagonistas en la casi imposibilidad de que
puedan rastrear su ubicación permite generar una tensión perfectamente
resuelta. Destaca, en cualquier caso, la determinación del marido de acabar con
su esposa, una vez que sabe que su desaparición formaba parte de un plan para reunirse
con su amante. Para ello, de alto ejecutivo se transforma poco menos que en un asesino
a sueldo, adaptando una estética de criminal en serie, a lomos de una Yamaha
con la que recorre los vastos paisajes por donde le han precedido los
protagonistas. En el transcurso de esas persecuciones múltiples, no escasean
las escenas violentas, perfectamente ajustadas al desarrollo dela trama,
especialmente el conato de asesinato ritual que inicia el torturador afgano que
trabajó para los soviéticos en su país. Las actuaciones de Crowe y de Kudoh se
ajustan a la perfección a sus roles de personas con escasas perspectivas
vitales, ella, desengañada de los hombres, pues el jefe se arrepintió y no fue
a buscarla a Australia, y él, arruinado, expropietario de un taller mecánico,
teniendo que aceptar trabajos de riesgo para poder sobrevivir y pagar sus
deudas, y ahora, a su pesar, objetivo codiciado de un padre vengativo con
quien, tarde o temprano, acabará cruzando su camino. La historia de amor fou entre Colin y Yukio es convincente y
está resuelta con un contenido lirismo que choca, como no podía ser de otra
forma, con la violencia que los actos de ambos desatan: el abandono del marido
y la muerte del hijo del torturador cuando pretende asesinar a Yukio para
eliminar una testigo que puede reconocerlos. En fin, el hecho de tratarse de un
thriller que condensa en el desenlace lo mejor de la película me impide no
arruinar a los futuros espectadores su visionado, pero estoy convencido de que
no decepcionará a los amantes del buen cine este convincente thriller de Craig
Lahiff, y a los y las seguidores de Russell Crowe les encantará ver a su actor
favorito en plenas facultades físicas e interpretativas.
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