Un thriller de lo mejor del manual y un western con Glenn Ford y Ida Lupino en el cénit de su bien hacer… El mejor programa doble posible en estos tiempos de pandemia y estrenos anémicos…
Título original: I Love
Trouble
Año: 1948
Duración: 93 min.
País: Estados Unidos
Dirección; S. Sylvan Simon
Guion: Roy Huggins (Novela: Roy Huggins)
Música: George Duning
Fotografía: Charles Lawton
Jr. (B&W)
Reparto: Franchot Tone, Janet Blair, Janis Carter, Adele Jergens, Glenda
Farrell, Steven Geray, Tom Powers, Raymond Burr, John Ireland.
Título original: Lust for
Gold
Año: 1949
Duración: 90 min.
País: Estados Unidos
Dirección: S. Sylvan Simon,
George Marshall
Guion: Ted Sherdeman, Richard English (Libro: Barry Storm)
Música: George Duning
Fotografía: Archie Stout
Reparto: Ida Lupino, Glenn Ford, Gig Young, William Prince, Edgar
Buchanan, Jack Tornek, Will Geer, Paul Ford, Hank Bell, George Morrell, Paul E.
Burns, John Roy, Bill Wolfe, Edmund Cobb, Chalky Williams, George Chesebro,
Suzanne Ridgeway, Myrna Dell, Dorothy Vernon, Eddy Waller, Si Jenks, Kermit
Maynard, William Tannen, Ray Jones.
La cinta de correr en el
gimnasio no deja de depararme gratas sorpresas mayúsculas, como la del
descubrimiento de un director de quien, sin reparar en su autoría, solo vi
antaño, creo recordar, la de Abbot y Costello, una pareja de la que me gustó,
sobre todas, la extraordinaria película de terror que hicieron, Abott y
Costello contra los fantasmas, de Charles Barton, porque el terror logró
incluso sobreponerse a la comedia, ¡que ya tiene mérito! ¡Y cómo no,
apareciendo el propio Bela Lugosi! Como Franchot Tone es un actor que siempre
me ha gustado, imaginé que, aun no conociendo al tal S. Sylvan Simon (y ya es
curioso que sea el primer nombre el que se «elide», cuando suele ser el segundo,
excepto en el caso del psicólogo B.F.Skinner, cuya B pertenece a Burrhus…, pero
no he logrado saber qué esconde la S. de Sylvan Simon), la película, un
thriller, sería «visible». Y así ha resultado
ser.
Escrita por Roy
Huggins a partir de una novela suya, I love trouble tiene el mérito de
haber sido algo así como el episodio piloto de lo que luego se convertiría en
la serie para televisión creada por el propio Huggins 77 Sunset Strip (el
nombre coloquial con el que se conocía la famosa calle Sunset Boulevard, 39
quilómetros de longitud…, que haría famosísimo en todo el mundo Billy Wilder
con su película de igual nombre…) y protagonizada, ¡aún hoy me acuerdo del
nombre!, por Efrem Zimbalist Jr. La película se ajusta escrupulosamente a los
cánones del género con un detective privado de por medio que se ve envuelto en
un oscuro caso en el que parece que sus servicios tienen más de tapadera que de
lupa, porque todas las pistas que sigue, para un marido a medias celoso y angustiado,
parecen conducir a laberintos sin salida. Eso sí, a Franchot Tone lo rodearon
de cuatro bellezas despampanantes, cuatro mujeres fatales, no vampiresas, ojo,
que le complican la vida durante todo el metraje. Adviértase, sin ir más lejos, el poderoso erotismo explícito del cartel... La presencia elegante de
Tone, su dicción exquisita y las maneras de dandy con que igual trata con ellas
que con el trío de matones del dueño de un cabaret donde supuestamente trabajó
quien acabó huyendo con 40.000 dólares
de él, un trio en el que destacan dos «malos» de lujo del cine negro: John
Ireland y Raymond Burr, este en sus comienzos, aunque ya había tenido un papel
de entidad, mayor que el que tiene aquí, en Desesperado, de Anthony
Mann. La dirección de Sylvan acentúa el contraste del claroscuro, tanto en
interiores como en exteriores, y sigue los pasos de su protagonista por cuantos
espacios propios exige el género. Incluso cuando parece derrotado por la
terrible paliza que recibe, Stuart Bailey, el detective, se las ingenia para
despistar a los bobos chicos malos… con una evasión por la ventana, con sábanas
anudadas que le quitan el peligro de encima… Los diálogos con las mujeres
fatales, y ahí hemos de incluir el muy divertido con la camarera escultural que
lo atiende en la cafetería, son de lo mejor de la película, aunque toda ella se
va oscureciendo a medida que irrumpe la violencia y no queda nada claro cuál
sea el verdadero objetivo del marido que le encarga la búsqueda de su esposa
desaparecida. La sobriedad en la interpretación, la puesta en escena muy
apropiada y el quebradero de cabeza que le causa al espectador la identificación
de mujeres que cambian de nombre y que se parecen tanto que ya no sabe en
presencia de cuáles está ni qué relación tienen con la trama confirma lo que
los primeros compases de la película daban a entender, que estamos ante un
peliculón de cien negro que nada tiene que envidiarle a los clásicos de
Marlowe, por ejemplo. Mi recomendación es que adquieran el DVD que se vende. Yo
la vi en Youtube y la copia usada es más que deficiente; pero sobre una cinta
de correr no puede uno ser muy exigente…
Lust for
Gold reúne a dos estrellas consagradas de Hollywood, nada menos que Glenn
Ford, que ya había rodado Gilda, de Charles Vidor, y Ida Lupino, que había
rodado El último refugio, de Raoul Walsh, con Humphrey Bogart, un
película que recién he visto ayer, antes de ponerme a redactar estas notas
entusiastas sobre el programa doble de Sylvan Simon. La presencia de ambas
estrellas tarda en aparecer, porque la película parte del presente para, en un
flash back retrotraerse al tiempo del bisabuelo del protagonista, quien
descubrió la mina de oro que los indios apache habían condenado mucho tiempo
atrás, arerbatándosela a los mejicanos que pretendían explotarla. El bisabuelo, en compañía de un viejo, sigue
a un mejicano que conoce la existencia de la mina. Al llegar a ella, acaba con
la vida de todos y se queda él solo con la mina, para pasmo de un pueblo que lo
recibe con honores de héroe. En ese momento se inicia el «romance» entre la
dueña de la panadería y pastelería de la ciudad, casada con un hombre al que no
ama, pero al que ha de guardar felicidad porque es el encubridor de un
asesinato cometido por ella. Cuando él se percata, en una escena brillante en
la que el primer plano en sombras de la espalda de él tiene como fondo de la
imagen el beso de quienes quieren traicionarlo para quedarse con su oro, la
película da un giro hacia la perversidad más que notable. Las bajas pasiones
afloran y las caretas caen. Es un guion escrito mil veces y que en el cine ha
tenido muestras tan excelentes como El tesoro de Sierra madre, de John
Huston, por ejemplo, rodada solo un año antes de la presente. No importa, dicha
cercanía, porque Sylvan consigue una película redonda, a la altura sin lugar a
dudas de la de Huston, y con unas interpretaciones de Ford y de Lupino que
dejan sin respiración a los espectadores, sobre todo en el primer final, el del
flash back. El segundo final, el capitulo del presente, en el que se
narra que muchos ilusos emprendieron la ruta de «Superstición», así se llama el
camino que atraviesa una sierra desértica donde, en los últimos años, han
hallado la muerte no menos de cuatro buscadores de la mina, el descendiente de
aquel alemán que se quedó violentamente con la mina se acabará enfrentando a
quien se ha erigido en «protector» de ese oro que algún día acabará siendo
suyo. Quién sea ese asesino es algo que no se sabrá hasta el desenlace de la
película, por supuesto.
La película
convierte la sierra donde se halla la mina en una suerte de protagonista
indirecto de la película, porque en sus riscos no solo transcurre buena parte
del metraje, sino que su áspera presencia impone su ley a los ambiciosos y a
los tramposos, como si el oro emitiera una maldición que alcanza a quienes lo
descubrieron y a quienes aspiran a redescubrirlo.
A pesar del
excelente reparto, me sigue extrañando que esta película de Sylvan no haya tenido
el reconocimiento que merece. Como está catalogado entre los «maestros artesanos»,
tengo para mí que muchos se han quedado con la copla de la «artesanía», en vez
de con la de la «maestría», que es la que por derecho estético y narrativo le
corresponde. Salgo de este conocimiento de Sylvan con la intención, si puedo,
de ver un par de obras suyas que prometen. Les tendré al tanto…
No hay comentarios:
Publicar un comentario