Los límites de los lobbies en la política usamericana: El caso Sloane o la podredumbre del
sistema delatada a ritmo de thriller con un timing perfecto y una inmoralidad
compartida por los miembros del sistema y sus detractores.
Título original: Miss Sloane
Año: 2016
Duración: 132 min.
País: Estados Unidos
Dirección: John Madden
Guion: Jonathan Perera
Música: Max Richter
Fotografía: Sebastian Blenkov
Reparto: Jessica Chastain, Mark
Strong, Gugu Mbatha-Raw, Alison Pill,
Michael Stuhlbarg, Jake Lacy, Sam
Waterston, John Lithgow, David Wilson Barnes, Raoul Bhaneja, Chuck Shamata, Douglas Smith, Meghann Fahy,
Grace Lynn Kung, Al Mukadam, Noah
Robbins, Lucy Owen, Sergio Di Zio, Joe Pingue,
Michael Cram, Dylan Baker, Zach
Smadu, Austin Strugnell, Alexandra Castillo, Jack Murray,
Christine Baranski, Aaron Hale, Greta Onieogou.
No sé si aún se usa “electrizante”
para describir ciertas películas cuyo ritmo frenético nos arrastran perdiendo
el resuello a través de unas intrigas de las que casi no entendemos nada de
nada hasta que llegamos a un punto de la trama en que todo se ilumina y todo lo
entendemos. Es virtud del narrador, dejarnos in albis durante un buen trecho de la película para, después,
reescribir lo visto a la luz de lo que se nos desvela como una película de
análisis de un carácter muy concreto, es decir, pasamos del thriller político a
la película psicológica, y ambos se funden para bien en el último tramo del
desenlace. La protagonista es la encargada de un lobby que busca el respaldo de
los senadores para una proposición de ley que busca el control y/o la abolición
del uso de las armas de fuego, un tema muy actual, como se advierte. Los
lobbies, en Usamérica, no tienen únicamente la función de buscar el lucro de
las empresas, sino que también los hay con fines humanitarios, como es el caso
de la película. Como forman parte del sistema, algo de lo que aquí, en nuestra
reputada democracia, carecemos, por ejemplo, están sujetos a normas,
obligaciones y límites que no pueden traspasar. La película comienza con la citación
de la encargada del lobby para someterse a una investigación senatorial acusada
de haber violado los principios éticos que han de regir la actividad de los
lobbies, pues se la acusa de haber ido más allá de sus límites. La protagonista
es una mujer workalcoholic, es decir, dedicada en cuerpo y alma las
veinticuatro horas del día a su labor de captación de fondos y votos de los
senadores para conseguir un loable objetivo político, de ahí que arrastre una
vida personal en la que ha de recurrir incluso al sexo de pago por no tener
tiempo para enredarse en conquistas o amoríos que le quitarían tiempo para su
profesión, insomnios al margen… La dureza de su carácter esconde una ambición
profesional y política que no se conforma con menos que con la victoria aplastante
sobre sus rivales. ¿Qué es lo que la caracteriza, a diferencia de otras
profesionales? No solo la frialdad de su determinación, sino la falta de
principios éticos a la hora de recurrir a cualesquiera recursos para salir
victoriosa en su empresa. Es el caso, por ejemplo, de una joven a la que
promociona en el equipo del lobby -todos ellos son jóvenes idealistas al
servicio de la más noble de las causas…-porque salió indemne de un tiroteo en
un campus, algo que ella, la protagonista, convierte, para la sorpresa de la joven,
a la que le parece una traición y un abuso ser así utilizada por ella, en un
arma fantástica para crear opinión favorable a sus tesis en la opinión pública.
La presencia en informativos y programas de debate forma parte de la actividad
de los lobbies, y a resultas de esa actividad, la joven es asaltada por un
fanático de las armas que está dispuesta a volarle los sesos. En ese momento, otro
viajero -la acción transcurre en una terminal de aeropuerto- se percata de lo
que está a punto de suceder y con su arma personal acaba con la vida del agresor,
lo que lo convierte poco menos que en un héroe ensalzado y paseado por todas
las televisiones por el lobby armamentístico, que lucha contra nuestra “heroína”
poco virtuosa, porque su afición a saltarse las fronteras de lo permitido no
solo la pone en el disparadero de ser despedida de su puesto, sino, como
finalmente sucede, llevada a una audición en el Senado para evaluar si ha
violado las leyes lobbystas. Por lo narrado, se deduce fácilmente que todo el nervio
de la película corre a cargo de la protagonista, quien, en efecto, carga con él y realiza una suerte de tour de force
interpretativo tan seductor como efectivo: magnífica, así pues, Jessica
Chastain, con las dosis exactas de perfidia, ambición, inteligencia, frialdad,
decisión y emotividad que convierten su actuación en un recital, aunque el
espectador no puede por menos que distanciarse críticamente de ella, porque no
se trata en modo alguno de una heroína con la que empatizar, sino todo lo
contrario, una heroína de quien casi estamos deseando que se estrelle y que sea
condenada. Es extraña nuestra posición como espectadores, porque, tras ser
salvada por las armas la becaria de su equipo, casi estamos dispuestos a
decantar nuestra opinión ética hacia la posesión y uso de las aras de fuego. La
película, sin embargo, que manifiesta al respeto cierta ambigüedad de fondo,
progresa hacia esa duda razonable que se ha de tener respecto de una cuestión cuya
naturaleza, desde un país donde no está legalizada su pertenencia y uso, nos es
difícil comprender. No he seguido con la sinopsis porque hay un giro en la
trama que nos permite una visión distinta del asunto, y es justo que no lo
revele. La película se enmarca en ese cine “político” usamericano que nos habla
de las raíces podridas de un sistema al que denuncias como la presente, sin
embargo, fortalecen más y más.
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