Un
acercamiento documental a Hitchcock desde él mismo…
Título original: My Name Is Alfred Hitchcock
Año: 2022
Duración: 120 min.
País: Reino Unido
Dirección: Mark Cousins
Guion: Mark Cousins. Biografía
sobre: Alfred Hitchcock
Reparto: Alistair McGowan
(voz)
Música: Donna McKevitt.
Comencemos por
decir que Alfred Hitchcock es y será siempre un enigma que él mismo encriptó de
tal manera que, hasta la fecha, nadie ha podido desvelarlo. Aparentemente, su
vida no tiene secretos y ha sido contada hasta la extenuación una y otra vez
por otros y aun por él mismo, pero hay siempre un no se sabe qué de trampantojo
vital y artístico que nos induce a error y a tomar por verdadero lo que no es
sino una broma o, en su caso, un MacGuffin que nos distrae de lo esencial sobre
él que queda, así, oculto.
Mark Cousins
es autor de una excelentísima historia del séptimo arte que, con agilidad,
ingenio y exhaustiva documentación, nos permite recorrer las cimas del cine
desde sus inicios hasta nuestros días. No hay aficionado al cine que deje de
verla, porque, además, es una fuente riquísima para tomar nota de las
referencias de películas que, sepultadas por las grandes maquinarias de la
producción, merecen absolutamente ser vistas. Y no me refiero a lo que algunos
llaman, con cierto supremacismo, “cine étnico”, sino a obras maestras de
culturas que son habitualmente despreciados por los canales de distribución.
Cousins ha demostrado un conocimiento y un
amor al cine que se pone a prueba en este documental que recorre la vida de
Alfred Hitchcock en clave autobiográfica. Basándose en la ingente producción
biográfica sobre el director inglés, Cousins ha «armado» una autobiografía que
ha puesto en su propia voz, bueno, en la del actor Alistair McGowan, quien
consigue una extraordinaria interpretación del maestro de la ambigüedad y el
trampantojo. En todo momento tenemos la convicción de que, de manera milagrosa,
Cousins ha hallado unas cintas ocultas con la voz del maestro que le han
permitido «coser» su biografía de un modo impecable.
Aunque hay un hilo cronológico y se
dedica mucho metraje a las películas de su etapa inglesa, lo cierto es que la
insinuante voz de Hitchcock no nos adentra tanto en sus hechos autobiográficos
cuanto en su concepción de lo que es el cine y de cómo se organiza el rodaje de
sus películas, lo que, al cabo, se convierte en una suerte de brillante
exposición autocrítica de su propia obra, ilustrada permanentemente con los
cortes de las películas referidas. La película no sorprenderá, y sí encantará,
a los muchos aficionados nostálgicos del programa de televisión de José Luis
Garci, ¡Qué grande es el cine!, cuya versión actual, Classics,
puede verse en 13 Televisión todos los viernes a las 22’00 h. Y ello porque el
esquema del documental es muy parecido al de la tertulia de sus programas, en
la que los contertulios van desmenuzando la realización de la película mientras
se proyecta en pantalla la secuencia, el plano, o lo que sea que los intervinientes
tengan a bien destacar de la película.
En la obra de Cousins esa técnica se
refuerza por la primera persona de Hithcock, lo que confiere a la película una
suerte de auctoritas que la distingue de otros abordamientos hechos
sobre la figura del director. Es verdaderamente asombroso el modo como Cousins
ha escrito un guion que, inspirado en las muchas declaraciones públicas del
director, así como las muchas entrevistas en que hizo no pocas confesiones
sobre su «accidental» maestría, en una persona que jugaba al despiste
intelectual para pasar si no por «iletrado», sí por persona normal y corriente, pero muy atenta a lo que ocurre a su alrededor, pero no a la «actualidad»
propiamente dicha.
La película se divide en numerosos capítulos
en los que Hitchcock va trazando su autorretrato, tanto biográfico como, sobre
todo, artístico, y no hay aspecto de la elaboración de sus películas que pase
por alto, sobre todo los detalles que tanto ayudan a comprender el porqué de
muchas secuencias, planos o elección de actores y actrices, más allá de los
fetichismos propios del autor. Su reconocido sentido del humor aparece de forma
ininterrumpida, y Cousins acentúa el innegable narcisismo de un autor bien
consciente de su propia maestría y de su desbordante imaginación visual, así
como de la lucha constante que hubo de mantener para conseguir sacar adelante
proyectos a veces tan difíciles como la impagable Psicosis, por ejemplo.
Si algo tiene esta semblanza de Hitchcock
que pueda resultar innovadora para el espectador medio es el mucho espacio que
dedica el documental al análisis pormenorizado de las películas de su etapa
inglesa, muchas de las cuales puede, el intelector de este Ojo,
encontrar aquí criticadas, porque el genio de Sir Alfred no aparece como por
ensalmo en su época usamericana, sino que se ha forjado en todas esas películas
«inglesas» en las que está «todo él», para disfrute de sus innumerables
seguidores.
Que esta autobiografía imaginaria no agota
el personaje ya lo hemos dicho, pero, por ello mismo, añade una perspectiva, la
de cómo ve el autor su propia obra, que merece ser vista y disfrutada. Con picardía y una buena dosis de ironía, Hitchcock nos lleva de su mano por los entresijos de su obra y, al cabo, nos vemos seducidos por su enfoque autoirónico, a mayor gloria del genio británico. Pasear con él por secuencias y planos inolvidables es un auténtico regalo que Cousins ha empaquetado con absoluta fidelidad al original.
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