domingo, 26 de junio de 2016

“Dos buenos tipos”, de Shane Black, los detectives de los 70 pasados por el humor.





El reverso de Inherent Vice de Paul Thomas Anderson: Una divertida comedia de cine negro con extraquímica autoparódica entre Gosling , Crowe y la sorprendente Angourie Rice: Dos buenos tipos, de Shane Black.


Título original: The Nice Guys
Año: 2016
Duración: 116 min.
País: Estados Unidos
Director: Shane Black
Guión: Shane Black, Anthony Bagarozzi
Música:  David Buckley, John Ottman
Fotografía: Philippe Rousselot
Reparto: Ryan Gosling, Russell Crowe, Matt Bomer, Kim Basinger, Yvonne Zima, Keith David, Margaret Qualley, Beau Knapp, Angourie Rice, Daisy Tahan, Abbie Dunn, Michael Beasley, Joanne Spracklen, Dale Ritchey, Terence Rosemore, Chace Beck, Kahallyn Summer Cain, Cayla Brady, Murielle Telio, Lexi Johnson, Gary Wolf, Maddie Compton, Michelle Rivera, Joshua Hoover, Charles Green, Scott Ledbetter, Amy Goddard, Brian Gonzalez, Ty Simpkins.

Siete años después de las andanzas del detective emporrado Doc Sportello, creado por Pynchon y adaptado al cine por Paul Thomas Anderson en Puro vicio, ya criticada en este Ojo cosmológico,  Shane Black se saca de la manga de la imaginación algo así como el reverso de aquella película, duplica los detectives, repartiendo desigualmente músculos y cabeza, y nos entrega una divertidísima comedia negra que entretiene al espectador las casi dos horas de proyección, si bien hay algunas secuencias alargadas innecesariamente y una suerte de desenlace anticlimático que, al viejo estilo de las series de detectives, como las de Dick Powell, diríase que deja sembrada la posibilidad de una continuación. El dúo protagonista, muy inspirado, no puede entenderse sin la eficacísima actuación de la hija en la ficción de Gosling, Angourie Rice, una suerte de Lolita del thriller que juega un papel trascendente en el desarrollo de la trama, con una espontaneidad y frescura que se come, en cada aparición, a sus partenaires con asombrosa facilidad. Desde la primera secuencia, con un crío que le roba al padre la revista erótica en la que aparece desnuda de cuerpo entero la nueva estrella del porno, doble página que va contemplando embelesado por el pasillo justo cuando dos metros detrás de él un coche atraviesa la casa, el pasillo y se empotra en el jardín, lanzando fuera de él el cuerpo desnudo de la actriz que el joven estaba contemplando en la revista. “¿Te gusta mi coche, campeón?”, le dice la actriz antes de palmarla. Ya sé que es una irreverencia, pero la pregunta funciona en Dos buenos tipos como el Rosebud de Ciudadano Kane. Poco a poco, pues, irán apareciendo los protagonistas y, una vez salvajemente presentados, comenzará la investigación de una trama sórdida en la que se mezclan elementos tan heterogéneos como el mundo del cine porno, de un lado, y el Departamento de Justicia, de otro, con una representante encarnada por Kim Basinger, dispuesta a violar las leyes que defiende para que su hija, candidata a actriz porno y declarada podemita al estilo de la Patricia Hearst que un año antes de los acontecimientos de la película, 1976, saltó a la fama planetaria. Ni que decir tiene que ambos investigadores son dos perdedores natos que sobreviven con chapucillas hasta que, por arte de birlibirloque, se ven envueltos en un caso de cuyo hilo van tirando para verse sucesivamente en situaciones progresivamente más amenazadoras para su integridad personal, si bien el sentido del humor que acompaña el desarrollo de esos acontecimientos consiguen que los espectadores estén deseando que esas complicaciones se sigan sucediendo al alocado ritmo de las comedias slapstick o las screwball comedies, pues la película es deudora de ambos géneros. Lo que no tienen, esos espectadores, es tregua alguna: a la que se atisba una cierta relajación en el orden de los acontecimientos, los guionistas se encargan rápidamente de que nos sorprenda o una nueva vuelta de tuerca o apariciones espectaculares como la del asesino a sueldo. Con todo, quizás las mejores escenas tienen lugar en la celebración en casa de los productores de las pelis porno, un ambiente, curiosamente, que no está muy lejos de las Boogie nights de Paul Thomas Anderson, lo que me lleva a pensar que estos Dos buenos tipos sí que son, a su manera, una réplica cinematográfica a Puro vicio, y de ahí la claridad en la trama, la nitidez del perfil de cada protagonista y el irreprochable sentido del humor que también estaba en la de Anderson, eso sí es verdad, aunque oscurecido por la incomprensibilidad de una trama abstrusa. The nice guys (el título en español es una verdadera aberración) es, así pues, una estupenda comedia llena de una acción trepidante cuyas dosis de violencia explícita quizá no la hacen apta para según qué públicos infantiles, pero idónea, al parecer, para los seguidores de Black, cuya Kiss Kiss, Bang Bang, que no he visto, presenta temática y estilísticamente no pocas similitudes con la presente, lo cual me mueve a querer vela para redondear la opinión sobre el autor. En fin, no creo que nadie que me haga caso y vaya a verla se sienta estafado por mi recomendación. Eso sí, ha de tener ciertas tragaderas para la violencia interhumana y no poco sentido del humor, pero del negro…


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