Rareza, rareza: El almuerzo desnudo, de David Cronenberg,
o una singular inmersión en el universo delirante, literario y existencial, de
William Burroughs.
Título original: Naked Lunch
Año: 1991
Duración: 115 min.
País: Canadá
Director: David Cronenberg
Guión: David Cronenberg
(Novela: William Burroughs)
Música: Howard Shore
Fotografía: Peter Suschitzky
Reparto: Peter Weller, Judy
Davis, Ian Holm, Julian Sands, Roy Scheider, Nicholas Campbell, Monique
Mercure, Michael Zelniker, Joseph Scorsiani, Robert A. Silverman, Mathilda May.
Leo que la película se estrenó en 2007, pero ignoro si
llegó a más de diez salas en todo el país… Si otros dicen que aún no se ha estrenado
y que solo es accesible en vídeo, parece que la palabra “estreno” debería
precisarse con, al menos, un número de copias que permita sugerir que alguien
en algún sitio en alguna sesión ha visto la película. Cuando la escogí en mi
videoteca no primó la referencia literaria del extraño y sombrío libro de
Burroughs, que leí pronto hará de ello cuarenta años, sino la adaptación de un
director, David Cronenberg, que forma parte de mi cuadro de honor de directores
actuales, y aun de siempre, porque Cronenberg creo que ha ganado con creces ese
lugar de privilegio en la Historia del Cine, por más que, en una obra tan
extensa, haya sus más y sus menos. El
almuerzo desnudo no es una mera transcripción en imágenes del “artefacto”
literario de Burroughs, porque ello mismo no solo exigiría un guion tan caótico
como el propio libro sino, sobre todo, prescindir de ese anclaje imprescindible
para una película que se estrene comercialmente: un hilo narrativo reconocible.
Cronenberg ha optado por escoger a Burroughs como protagonista y nos lo
presenta en el momento vital en que está escribiendo Naked Lunch y, como fue costumbre a lo largo de su vida, consumía
habitualmente drogas y cultivaba su afición a las armas de fuego, un pasatiempo
del que se derivó la muerte, supuestamente accidental, de su esposa, Joan
Vollmer, con quien tuvo un hijo, aun reconociéndose plenamente homosexual, en
el transcurso de una recreación del famoso episodio del legendario Guillermo Tell y la manzana sobre la cabeza de
su hijo. La esposa acabó con un tiro en la frente y él huyendo de la justicia,
aunque fue condenado en ausencia, si bien luego se le retiró la pena. Así pues,
acaso un título más apropiado hubiera sido algo así como Génesis de El almuerzo
desnudo, o por ahí, porque le permitiría al espectador no desengañarse respecto
de lo que se le promete, aunque mucho me temo que los productores confiaban en
que la figura de Burroughs fuera tan exótica que daba igual que el título no
respondiese a lo que usualmente entendemos por una adaptación literaria. En
cualquier caso, el camino escogido por Cronenberg me parece estupendo, porque
permite “revisar” una época del autor y entender las claves no solo de Naked Lunch, sino prácticamente de toda
su obra, dominada por el afán de escapar de la alienación que supone el
lenguaje socialmente establecido. Teniendo en cuenta que el autor alucina
durante buena parte del metraje, a nadie le puede extrañar que Cronenberg se
haya recreado en la transcripción fílmica de esas alucinaciones que adquieren,
en el guion, la personificación de insectos monstruosos que establecen una
complicidad con el autor, en tanto que habitantes de un espacio irreal, Interzone, en el que se le exige al autor que elabore
unos informes que acabarán convirtiéndose en el original de Naked Lunch. La película es puro Cronenberg
de su lado más oscuro. Y aunque pudiera pensarse que esa mezcla de irrealidad y
vida cotidiana podría dar pie a una historia lastrada fatalmente por la
inverosimilitud, lo cierto es que la puesta en escena y las interpretaciones
nos permiten una inmersión en la mente desequilibrada del protagonista que
tiene su recompensa. La acción, entre Nueva York y Tánger, está llena de
interiores degradados e iluminados con una suerte de claroscuro en el que los
personajes parecen tan desvencijados como los enseres del decorado. La profesión
del autor, desinsectador, favorece esas alucinaciones zoológicas, y tiene
escenas “laborales” con una potencia visual extraordinaria. La aparición de la
mujer del protagonista inyectándose en el pecho el polvo matacucarachas que usa
el marido en su trabajo, para poder tener un viaje singular nos indica desde el
inicio de la película que no van a faltar, ciertamente, emociones visuales que
llevarnos a los ojos… El círculo literario que frecuenta el protagonista nos
permite adentrarnos en el retrato de una generación de escritores, la beat, de la década de los 50, a la que
un periodista etiquetó como beatnik
en 1958, con cuyos miembros tuvo Burroughs estrecha amistad, especialmente con
Kerouac y Ginsberg. Burroughs, para
quienes ignoren su existencia, es ese señor de aspecto ultraconservador,
delgado, perfectamente trajeado, con corbata y sombrero, apasionado de las
drogas y las armas, cuya obra es un vómito consciente sobre buena parte de los
valores conservadores de la sociedad usamericana. Como fue hijo de familia rica
se entiende que supiera de lo que hablaba. Y lo hizo desde una marginalidad vital
y artística a la que fue fiel toda su vida, una vida en la que, como él mismo
reconoció, el “accidente” de su esposa, marcó un antes y un después. La
película, a veces indirectamente, nos permite entender el retrato del autor y
esa suerte de ceremonia del silencio en que se gestan sus obras. Hermético no
siempre significa oscuro, y en el caso de Burroughs ha de asociarse a lucidez,
natural y, sobre todo, inducida, pero lucidez crítica al fin y al cabo. Esa
actitud insobornable fue la que lo llevó a darse de baja de la Cienciología,
donde Tom Cruise, por cierto, sigue militando con entusiasmo… He de avisar,
sería deshonesto no hacerlo, que sin cierto “contexto” puede resultar algo
durillo adentrarse en la contemplación de esta película, porque a pesar del
esfuerzo archiimaginativo de Cronenberg, de los espacios sugerentes que crea y
de las magníficas interpretaciones de cuantos aparecen, es probable que
espectadores poco motivados se desentiendan de una trama a medio camino entre
la realidad, la ficción y el delirio y opten por no llegar ni siquiera al final
de un metraje acaso un poco excesivo para un desarrollo tan moroso, por
espectaculares que sean la mayoría de las imágenes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario