La tierra poco firme de los
muñecos de nieve o un gozoso e inteligente divertimento en homenaje a McDonagh,
Kubrick, Tarantino y los Cohen: En tierra
de nadie, de Tomasz Thomson.
Título original: Snowman's Land
Año: 2010
Duración: 95 min.
País: Alemania
Director: Tomasz Thomson
Guión: Tomasz Thomson
Música: Luke Lalonde
Fotografía: Ralf M. Mendle
Reparto: Jürgen Rißmann,
Thomas Wodianka, Reiner Schöne, Eva-Katrin Hermann, Waléra Kanischtscheff, Luc
Feit, Detlef Bothe, Andreas Windhuis, Anton Weber
A pesar de que las referencias a El resplandor, Reservoir dogs y Fargo
son inevitables, tras ver En tierra de
nadie, segunda película del polaco afincado en Colonia Tomasz Thomson, la
verdad es que la referencia fundamental me parece que es Escondidos en Brujas, la
opera prima de Martin McDonagh, una película desternillante cuyo escenario
cautiva al espectador desde que los mafiosillos británicos de medio pelo llegan
a él y arrastran sus miserias en una trama perfectamente urdida, con dos
interpretaciones, las de Colin Farrell y Brendan Gleeson, antológicas. En esta
película alemana, las de los protagonistas, otros dos “profesionales” del
crimen que parecen auténticos aficionados, Jürgen Riβman y Thomas Wodianka,
reproducen a la perfección la maestría de aquellos y consiguen que el
espectador siga con interés su enigmática peripecia en un lugar absolutamente
perdido y en una época invernal que lo dificulta todo. La puesta en escena, con
el hotel abandonado y la presencia sorprendente de la novia del famoso, que se
entretiene vendiendo drogas que ella fabrica en laboratorio propio y
participando en fiestas de mucho cuelgue, es definitiva para entrar con
complicidad en una trama que va camino del todos contra todos y no se salva ni
el apuntador, lo que en parte sucede. La película consigue crear una atmósfera
inquietante que se llena de presagios terribles que se van cumpliendo
paulatinamente, con un paulato perfectamente medido y algunos golpes de efecto
verdaderamente sorprendentes, como el
suicidio accidental de la novia cuando “cabalga” al más agraciado de los
matones. La irrupción en la trama del jefe que los ha contratado para guardar y
proteger su guarida de los rivales que lo acechan, aunque no quede claro nunca
la índole de esa amenaza, lo que convierte, no pocas veces, la trama en una
fantasmagoría acaso inducida por la intensidad deslumbradora del paisaje nevado
omnipotente, es un giro de interés en la película que le hace subir muchos
enteros. De repente creemos encontrarnos en una trama parecida a la de la
trilogía de Larsson, pero sin ultras y con un mafioso-empresario que sueña con
convertir los despoblados Cárpatos donde tiene su territorio de influencia en
algo así como un Spa invernal de moda para grandes fortunas. La película recurre,
a menudo, a una voz en off que “rebaja” ciertos planteamientos ofrecidos por
los personajes mediante una visión irónica de lo que no son sino auténticos
disparates demenciales. Dicha voz e acompaña, además, de unos carteles, al modo
del cine mudo, en que se sintetiza la información o se añade otra
complementaria que desmonta la de lo que hemos de entender como realidad de los
protagonistas. Hay muy pocos personajes y, siendo la mayoría de ellos auténticos
clichés, personajes planos, es sorprendente que el director consiga que,
literalmente, volquemos nuestra atención máxima y nuestra empatía con esos
pobres diablos que pasarán las de Caín antes de que su odisea acabe. Se trata,
pues, de una comedia negra en el mundo del hampa resuelta con ingenio y sin
renunciar a los homenajes cinematográficos a los que ya hemos hecho referencia.
Las diferentes secuencias están concebidas como breves capítulos que se abren y
se cierran, como es el caso de la llegada de la novia del mafioso y la pequeña
fiesta privada que se monta con uno de los matones junto a la piscina, ante la
indiferencia, primero, y después alarmante preocupación del segundo. Las dos
partes bien marcadas de la película, la convivencia con la novia y la
convivencia con el jefe están perfectamente engarzadas a través de la muerte
accidental de la novia y el suspense perfectamente mantenido hasta que “aparece”
el cadáver de la chica, momento en el que la historia da su último y
sorprendente giro que nos conducirá a un final a medio camino entre Macbeth y La patrulla, de Ford. En cualquier caso, e independientemente de
los referentes cinematográficos, la película no merece ciertas críticas
descalificadoras que ha recibido, a pesar de que, por problemas de presupuesto,
ciertos hilos narrativos hayan tenido que quedar o abruptamente cortados o
insuficientemente desarrollados, pero así como el guion exige ciertas cosas, no
menos las exige el budget… Estoy
convencido de que esta película volverá a tener recorrido y acabará
convirtiéndose en una obra que concitará los elogios que ahora, por su
invisibilidad, no cosecha, salvo este mío de ahora. Ninguna película en la que
el sentido del humor, por negro que sea, está tan presente y tan bien
construido puede dejar de verse. Me lo agradecerán, espero.
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