Calle de la *estrapada o una visión amable de las
infidelidades en la vida de pareja.
Título original: Rue de l'Estrapade
Año: 1952
Duración: 97 min.
País: Francia
Director: Jacques Becker
Guion: Annette Wademant
Música: Georges Van Parys,
Marguerite Monnot
Fotografía: Marcel Grignon (B&W)
Reparto: Louis Jourdan, Daniel Gélin,
Anne Vernon, Jean Servais, Micheline Dax, Jean Valmence.
Tengo la impresión de que
es la primera película que he visto de Jacques Becker, pero tengo mis dudas de
si París, bajos fondos, de la que he visto
varias escenas en YouTube, la vi en
algún programa de ¡Qué grande es el
cine!, de Garci, pero me falla la memoria. En cualquier caso, me resulta
muy familiar el protagonismo de Simone Signoret, arrebatadoramente bella en esa
película y en tantas otras. Calle de la estrapada es una deliciosa comedia
sentimental que narra la infidelidad de un piloto de carreras, el chivatazo que
sufre su mujer de parte de una amiga del matrimonio, el intento de
independizarse de la mujer y, finalmente, la trabajada reconciliación que pone
punto final a una comedia que, en apariencia intrascendente, pone de relieve
una difícil situación de la mujer a comienzos de la década de los 50, cuando,
como es el caso de la protagonista, una Anne Vernon simpática y superficial,
que jamás se deja arrastrar por la posible vertiente dramática de una situación
que siempre se mantiene en el terreno de la comedia ligera de costumbres. De
hecho, al espectador moderno lo que más le llamará la atención es la profesión
del marido, piloto de “aquella” Fórmula 1 de entonces, cuando el paso por el
box para cambiar de neumáticos permitía incluso una conversación brevísima
entre ambos esposos. De ella, que trata de abrirse paso cándidamente en el
negocio de la moda, en una situación ambigua, porque el dueño de una firma de
alta costura se prenda de ella y quiere que trabajen
juntos por la noche, lo que despierta
los celos del diseñador de la firma, supuesta pareja íntima del propietario,
una relación homosexual manifestada abiertamente en una época en la que aún el
cine no se podía permitir alardear de exhibirlas, por supuesto. Aquí está hecho
de una manera tan natural que diríase que a la homosexualidad siempre se le ha
concedido carta de naturaleza en el cine, en el ftrancés, por ejemplo. Para
castigar a su marido, la protagonista decide udarse a un piso sin agua
corriente y con cocina separada del dormitorio en un barrio de París, se va a
la Calle de la estrapada que, aunque suena a galicismo, es palabra
perfectamente española, derivada del italiano, y que hace referencia al giro
que se realiza a la mancuerda en el caso de la tortura que consiste en atar a
los presos e ir dando vueltas para tensar el cuerpo del reo. Supongo que el
título de la película tiene un valor simbólico de los tormentos que la esposa
engañada por el marido conquistador quiere aplicarle antes de ceder y vovler
con él a la paz del hogar. Anne Vernon fue la madre de Catherine Deneuve en Los
paraguas de Cherburgo, uno de los mejores musicales de todos los tiempos, y si
allí estaba deliciosa, viendo la presente entiendo por qué. Su presencia aporta
a la comedia esa ligereza de la comedia de enredos en la que nadie acabará
sufriendo nada irreparable y de la que está desterrada la tragedia por
principio fundacional. La comedia tiene, bien pensado, un leve toque Lubitsch y
algunos personajes, como el de la vieja criada de los esposos, que es
desternillante. Cuando se instala en su nuevo “hogar”, a la protagonista se le “pega”
un vecino de rellano que pretende ser artista y famoso y que “sabe”, por
definición, sí, que la recién llegada ha sucumbido a sus encantos congénitos y
se ha enamorado de él hasta los tuétanos, a pesar de que esta, con una sonrisa
compasiva, le manifieste todo lo contrario. Se trata de un ligerísimo enredo
sentimental que no pasa a mayores y que cumple la función narrativa de
distanciar a los esposos, ahora él con medias razones celoso, para después
unirlos con más fuerza. Ese personaje soñador, que duda de sí mismo tanto como
se muestra segurísimo de sí, me recordó, mientras veía la película, y así se lo
dije a mi Conjunta, a Jean-Pierre Leaud y, por asociación, a su
personaje-estrella: Antoine Doinel. Informándome acerca de la película y de su
director, quien fue ayudante de Renoir, por cierto, he confirmado que ese
personaje interpretado por Daniel Gelin -de quien fue hija no reconocida María
Schneider, la protagonista de El último
tango en París, es el que le inspiró a Truffaut la creación de su Antoine
Doinel, y, de hecho, las maneras de actuar de Gelin son las que descubrió
Truffaut en Jean.Pierre Leaud. Y ahí está la película para que quien quiera
pueda hacer las comparaciones de rigor. Se trata, en definitiva, de una
película amable, ligera, incluso chispeante en algunos momentos, y llena de
encuadres cuidadísimos que, con una puesta en escena que va de los sublimes salones
de la moda de alta costura parisina hasta la finca degradada adonde se traslada
la protagonista, nos ofrece una narración fluida y elegante. No creo que
decepcione a nadie.
*Estrapada, por cierto, es palabra castellana que significa una giro en el tormento de la mancuerda, es decir, aquella tortura en que se ataba a un preso y se estiraba de las cuerdas que lo ligaban con el lógico riesgo de descuartizarlo, claro... Como metáfora, en la película, no deja de parecerme algo incongruente con el tono ligero de la misma.
*Estrapada, por cierto, es palabra castellana que significa una giro en el tormento de la mancuerda, es decir, aquella tortura en que se ataba a un preso y se estiraba de las cuerdas que lo ligaban con el lógico riesgo de descuartizarlo, claro... Como metáfora, en la película, no deja de parecerme algo incongruente con el tono ligero de la misma.
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