miércoles, 12 de julio de 2017

Una elegante (y ligera) comedia sentimental francesa: “Calle de la estrapada”, de Jacques Becker




Calle de la *estrapada o una visión amable de las infidelidades en la vida de pareja. 

Título original: Rue de l'Estrapade
Año: 1952
Duración: 97 min.
País: Francia
Director: Jacques Becker
Guion: Annette Wademant
Música: Georges Van Parys, Marguerite Monnot
Fotografía: Marcel Grignon (B&W)
Reparto: Louis Jourdan,  Daniel Gélin,  Anne Vernon,  Jean Servais,  Micheline Dax, Jean Valmence.


Tengo la impresión de que es la primera película que he visto de Jacques Becker, pero tengo mis dudas de si París, bajos fondos, de la que he visto varias escenas en YouTube,  la vi en algún programa de ¡Qué grande es el cine!, de Garci, pero me falla la memoria. En cualquier caso, me resulta muy familiar el protagonismo de Simone Signoret, arrebatadoramente bella en esa película y en tantas otras. Calle de la estrapada es una deliciosa comedia sentimental que narra la infidelidad de un piloto de carreras, el chivatazo que sufre su mujer de parte de una amiga del matrimonio, el intento de independizarse de la mujer y, finalmente, la trabajada reconciliación que pone punto final a una comedia que, en apariencia intrascendente, pone de relieve una difícil situación de la mujer a comienzos de la década de los 50, cuando, como es el caso de la protagonista, una Anne Vernon simpática y superficial, que jamás se deja arrastrar por la posible vertiente dramática de una situación que siempre se mantiene en el terreno de la comedia ligera de costumbres. De hecho, al espectador moderno lo que más le llamará la atención es la profesión del marido, piloto de “aquella” Fórmula 1 de entonces, cuando el paso por el box para cambiar de neumáticos permitía incluso una conversación brevísima entre ambos esposos. De ella, que trata de abrirse paso cándidamente en el negocio de la moda, en una situación ambigua, porque el dueño de una firma de alta costura se prenda de ella y quiere que trabajen juntos por la noche, lo que despierta los celos del diseñador de la firma, supuesta pareja íntima del propietario, una relación homosexual manifestada abiertamente en una época en la que aún el cine no se podía permitir alardear de exhibirlas, por supuesto. Aquí está hecho de una manera tan natural que diríase que a la homosexualidad siempre se le ha concedido carta de naturaleza en el cine, en el ftrancés, por ejemplo. Para castigar a su marido, la protagonista decide udarse a un piso sin agua corriente y con cocina separada del dormitorio en un barrio de París, se va a la Calle de la estrapada que, aunque suena a galicismo, es palabra perfectamente española, derivada del italiano, y que hace referencia al giro que se realiza a la mancuerda en el caso de la tortura que consiste en atar a los presos e ir dando vueltas para tensar el cuerpo del reo. Supongo que el título de la película tiene un valor simbólico de los tormentos que la esposa engañada por el marido conquistador quiere aplicarle antes de ceder y vovler con él a la paz del hogar. Anne Vernon fue la madre de Catherine Deneuve en Los paraguas de Cherburgo, uno de los mejores musicales de todos los tiempos, y si allí estaba deliciosa, viendo la presente entiendo por qué. Su presencia aporta a la comedia esa ligereza de la comedia de enredos en la que nadie acabará sufriendo nada irreparable y de la que está desterrada la tragedia por principio fundacional. La comedia tiene, bien pensado, un leve toque Lubitsch y algunos personajes, como el de la vieja criada de los esposos, que es desternillante. Cuando se instala en su nuevo “hogar”, a la protagonista se le “pega” un vecino de rellano que pretende ser artista y famoso y que “sabe”, por definición, sí, que la recién llegada ha sucumbido a sus encantos congénitos y se ha enamorado de él hasta los tuétanos, a pesar de que esta, con una sonrisa compasiva, le manifieste todo lo contrario. Se trata de un ligerísimo enredo sentimental que no pasa a mayores y que cumple la función narrativa de distanciar a los esposos, ahora él con medias razones celoso, para después unirlos con más fuerza. Ese personaje soñador, que duda de sí mismo tanto como se muestra segurísimo de sí, me recordó, mientras veía la película, y así se lo dije a mi Conjunta, a Jean-Pierre Leaud y, por asociación, a su personaje-estrella: Antoine Doinel. Informándome acerca de la película y de su director, quien fue ayudante de Renoir, por cierto, he confirmado que ese personaje interpretado por Daniel Gelin -de quien fue hija no reconocida María Schneider, la protagonista de El último tango en París, es el que le inspiró a Truffaut la creación de su Antoine Doinel, y, de hecho, las maneras de actuar de Gelin son las que descubrió Truffaut en Jean.Pierre Leaud. Y ahí está la película para que quien quiera pueda hacer las comparaciones de rigor. Se trata, en definitiva, de una película amable, ligera, incluso chispeante en algunos momentos, y llena de encuadres cuidadísimos que, con una puesta en escena que va de los sublimes salones de la moda de alta costura parisina hasta la finca degradada adonde se traslada la protagonista, nos ofrece una narración fluida y elegante. No creo que decepcione a nadie.
*Estrapada, por cierto, es palabra castellana que significa una giro en el tormento de la mancuerda, es decir, aquella tortura en que se ataba a un preso y se estiraba de las cuerdas que lo ligaban con el lógico riesgo de descuartizarlo, claro... Como metáfora, en la película, no deja de parecerme algo incongruente con el tono ligero de la misma. 

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