viernes, 8 de septiembre de 2017

Duelo de actrices: Judi Dench vs. Cate Blanchet en “Diario de un escándalo”, de Richard Eyre.


 El aura tenebrosa de los corazones solitarios: Diario de un escándalo o una crónica de la atropellada salida del laberinto de la insatisfacción.

Título original: Notes on a Scandal
Año: 2006
Duración: 92 min.
País: Reino Unido
Director: Richard Eyre
Guion: Patrick Marber (Novela: Zoë Heller)
Música: Philip Glass
Fotografía: Chris Menges
Reparto: Judi Dench,  Cate Blanchett,  Bill Nighy,  Andrew Simpson,  Phil Davis, Michael Maloney,  Juno Temple,  Max Lewis,  Joanna Scanlan,  Julia McKenzie, Shaun Parkes,  Tom Georgeson,  Emma Kennedy,  Syreeta Kumar.


Qué suerte, poder rescatar a tan bajo precio películas que en su momento me perdí, porque ni la disponibilidad ni el presupuesto llegan todo lo lejos que a uno le gustaría. De Richard Eyre solo había visto antes una película Iris, un conmovedor drama sobre la relación conyugal de la escritora Iris Murdoch y su marido John Bayley, cuando ella se adentró en la niebla asesina del mal del Alzheimer. Como ahora aquí, también allí Judi Dench llevó la voz cantante de una interpretación magnífica sobre cualquier adjetivo que, por fuerza, se quedará pequeño. Puede parecer trivial la anécdota que da pie a esta película intimista, perversa, con un personaje de mente retorcida y una permanente afición cinegética con que consolar los amargos y solitarios días de su vejez, pero el desarrollo, en forma de thriller psicológico, llega a crear una inquietud y un desasosiego más que notables en el espectador. Ambientada en un instituto de clase media, la narración nos llega desde el punto de vista de la veterana profesora, escéptica, nihilista, propia y profundamente antisistema por descreída de su capacidad reformadora. La ironía británica más ácida, así pues, entra en juego desde que la voz narrativa, la del diario sorprendentemente infantil, por las formas, por el continente, de una mente tan aguda como monotematizada en la subyugación que padece por la nueva profesora de arte que se incorpora al instituto, a quien, a partir de un desliz de esta con un alumno de quince años con quien acaba teniendo relaciones sexuales, chantajeará para lograr acercarse a ella como amiga y, si es posible, más tarde, como amante. La película se centra, pues, en las vidas fracasada de esos dos mujeres de diferente generación. La primera busca un escape a su desalentadora vida familiar en la que se siente “atrapada” -tiene un hijo con síndrome de Down-, y lo halla en ese joven que la seduce, juvenilizándola hasta la inconsciencia de ignorar exactamente las terribles consecuencias de una relación semejante -ella se casó con un profesor que la sedujo cuando ella tenía 20 años y con el que se lleva sus buenos años-; la vieja compañera, por su lado, quien, a pesar del horrendo estilo hippioso de su compañera, queda deslumbrada por su belleza, florecerá con la expectativa de poder cazarla aunque sea a través del chantaje. La trama avanza por sus pasos contados y las fidelidades e infidelidades entre ambas mujeres determinarán que el escándalo acabe estallando, lo que permite, por retorcidos caminos, que ambas mujeres acaben viviendo juntas el tiempo suficiente para que la joven descubra la vida manipuladora de quien, por una relación tóxica anterior, ha de cumplir una orden de alejamiento de la mujer con la que convivía. La película, de naturaleza psicológica, está planteada como una película de vampiros, porque la vieja vampiresa solitaria, miembro indudable del Lonely hearts club band, ni puede ni quiere renunciar a sus dotes cinegéticas, a ejercer un dominio sobre las voluntades ajenas que le da sentido a su vida. Cate Blanchet le da una réplica a Judi Dench tan extraordinaria que resulta difícil determinar cuál de las dos actrices merece mayor reconocimiento crítico. Para eso se inventó el ex aequo, por supuesto. Ambas se refuerzan la una a la otra y consiguen transmitir una intensidad que beneficia muchísimo a la película, porque se trata de una historia morbosa y llena de recovecos de todo tipo de los que ambas emergen como verdaderas luminarias. El cine también es, muy a menudo, un arte de actores y actrices, más allá de la propia dirección, y esta película es prueba irrefutable de ello. 

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