La necesidad de recuperar, completa y restaurada, una obra esencial del cine primitivo.
Título original: Homunculus.
Año: 1916
Duración: 67 min.
País: Alemania
Dirección: Otto Rippert
Guion: Robert Reinert
Fotografía: Carl Hoffmann
Reparto: Olaf Føns; Friedrich Khune; Theodor
Loss; Ernst Ludwig; Albert Paul; Lore Rückert;
Margarete Hansen; Max Ruhbeck;
Lia Borré; ; Maria Immhofen; Robert Reinert Jr.
Así que acabé la incursión en la
figura de Theda Bara, el propio programa de películas mudas de YouTube me
animaba a ver esta película, Homunculus, inspirada en parte en el Golem,
de 1915,de Paul Wegener, hoy perdido, y
que, finalmente, he contemplado con placer y con indignación, porque la película
es una joya, pero el refrito que he visto en YouTube es una síntesis muy
forzada de las seis películas que se hicieron de esta historia, lo cual, a
pesar del valor de las partes exhibidas, suprime la línea narrativa y ofrece
saltos temporales y de situación que son difíciles de explicar.
El comienzo, el
nacimiento de un bebé probeta, sin intermediación de mujer alguna, a través de
una máquina de la que sale el bebé no-humano, es prodigiosa, y supone un
primitivísimo ejemplo de ciencia-ficción que ha de ser contemplado con admiración.
Inmediatamente después nos encontramos ya con el Homúnculo adulto, muy
consciente de su diferencia con los demás seres y con unas propiedades que lo
elevan por encima de todos ellos, aunque, como parte de su herencia artificial,
se trata de un ser al que le está imposibilitado enamorarse.
La presencia
del Homúnculo mezcla varios arquetipos del cine de terror, porque, por su
indumentaria, nos recuerda al Nosferatu de Murnau, al diablo e incluso
al mismísimo Drácula, además, por supuesto, de al monstruo del doctor
Frankenstein para el que esta película sirvió de inspiración, en vez de la
rodada en 1910 sobre la obra de Mary Shelley, Frankenstein, de J. Searle
Dawley, un corto de 14 minutos producido, según la Wikipedia, por el inventor Thomas
Alva Edison.
A mí, particularmente, el protagonista me ha recordado mucho la encarnación del
Diablo enamorado que hizo Fredric March en La muerte en persona, de
Mitchell Leisen, pero, sin duda, uno de los grandes momentos de la película es
cuando el personaje ha logrado escalar a la cima de los negocios y la política
y asistimos a un desdoblamiento de su personalidad: la del jefe de los
empresarios que les niega a los trabajadores un salario justo y la del rebelde
que amotina a los trabajadores para asaltar las instituciones y obligarlos a
retribuirlos con ese salario justo. De algún modo, advierto en ese
desdoblamiento una prefiguración de El hombre que fue Jueves, de
Chesterton. La fase de caudillo de las masas incluye escenas que recuerdan
bastante a Metrópolis, de Fritz Lang, y la interpretación de Olaf Føns, que
carga con todo el peso de las(s) película(s), es más que notable. Hay algo de
bergmaniano en su figura, porque se trata de un ser doliente, permanentemente
insatisfecho por la diferencia radical que hay entre él y quienes lo rodean, un
ser incomprendido y solitario, destinado a la insatisfacción eterna.
La puesta en
escena y el uso de vastos espacios exteriores frente a los que se recorta la
fortísima personalidad del protagonista le dan una dimensión cósmica a la
película que la engrandece. En esos escenarios se consiguen planos de fortísima
personalidad que preludian, en cierto modo, el expresionismo cinematográfico
que no tardará en apoderarse de las pantallas de toda Europa.
Aviso a cinéfilos
contumaces: el estado de la película, tal y como la encontrarán en YouTube, es
muy defectuoso, y hay varias partes que se ven propiamente en «negativo», sin
que sea un efecto especial de la realización. Igualmente, hay escenas en las
que la cólera del personaje parece expresarse ¡en color!, aunque insisto en que
se trata de un efecto propio de la deturpación de la película, la cual exige
una restauración que restituya las seis películas que conforman el ciclo del
Homúnculo.
A la espera de
esa feliz ocasión, no dudo en recomendarla a quienes, como yo, disfruten con los restos arqueológicos de una
industria que no para de ofrecernos descubrimientos sorprendentes, entre los
que podemos contar este Homunculus vigoroso y sugestivo.
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