Un La La Land sin más música
que la del llanto: Ellie Parker o el nuvelvaguista
antiglamour de la profesión de actriz.
Título original: Ellie
Parker
Año: 2005
Duración: 95 min.
País: Estados Unidos
Director: Scott Coffey
Guion: Scott Coffey
Música: Neil Jackson, BC
Smith
Fotografía: Scott Coffey,
Blair Mastbaum
Reparto: Naomi
Watts, Scott Coffey, Rebecca Rigg,
Mark Pellegrino, Chevy Chase,
Jennifer Syme, Greg Freitas, Samantha Shelton.
Cine independiente, si hemos de entenderlo
como el alejado de las grandes producciones de los estudios que encarnan los
centros de poder de la industria cinematográfica, no solo ha existido siempre,
sino que es consustancial a la esencia de este arte. Grandes obras, en todas
las épocas, no han contado sino con el impulso decidido de la imaginación y la
contribución entusiasta de románticos mecenas que han optado por las pérdidas
económicas y la gloria artística de ver asociado su nombre a esos proyectos, en
el caso de que salgan bien, claro. Independiente no significa arte
indiscutible. Estos días se premia en San Sebastián el reverso del concepto:
una película sobre la “peor película” de la Historia del cine, una
clasificación sobre la que habría mucho que hablar y muchos títulos que admitir
en la lid para conseguir ese puesto de deshonor. Ellie Parker ha sido producida por Naomi Watts y dirigida por Scott
Coffey, autor de solo dos películas, la presente que comentamos y Adult World que, si no he leído ni
investigado mal, no ha sido estrenada en España y sí distribuida en vídeo. Por
el tráiler se advierte que Coffey incide en la misma historia que en Ellie Parker, pero cambia una relativamente
madura actriz fracasada por una jovencita aspirante a consagrarse como poeta.
Volvamos a lo nuestro. La cámara al hombro de la nouvelle vague es, desde el inicio de la película un factor
disuasorio para todos aquellos que padezcan de vértigo o con diferentes
patologías de la visión, porque el ritmo oscilante de la cámara siguiendo la
agenda loca de una aspirante a actriz por los castings en Los Angeles y con una
vida íntima que se rompe en mil pedazos no es apto para todas las órbitas
oculares ni para todos los paladares. Es un rasgo cinematográfico antiguo, nada
“moderno”, pero absolutamente imprescindible para reflejar “con toda propiedad”
el estilo de vida de la protagonista, quien va de fracaso en fracaso hasta el
desengaño final que, en realidad, es solo un descanso momentáneo antes de
lanzarse de nuevo a la rueda hamsteriana de una profesión implacable que puede
acabar con la estabilidad de cualquiera. Se trata de una producción minimalista
muy al estilo de algunas películas de Cassavettes y, a mi parecer, está
emparentada directamente con Opening Night,
de Cassavetes, por lo que tiene de acercamiento a la vida de una actriz y por
su condición de producto independiente, aunque los planteamientos son muy
distintos y los resultados formales más aún: Opening night es una grandísima película; Ellie Parker no pasa de una
buena película. Las interpretaciones de Rowlands y de Watts también son
distintas, pero en este aspecto los resultados están más igualados: magníficas
actrices ambas. Hay en Elllie Parker,
poseída por ese antiglamour que describe con espíritu casi documental la
película, una valentía interpretativa que supone una suerte de reflexión
interior profunda y dolorosa sobre lo que significa la profesión en la parte
más débil de la cadena industrial, los aspirantes a actores y actrices cuya vida
depende del capricho de alguien que decide el signo de tu futuro,
independientemente de los esfuerzos que tú hagas por profesionalizarte al
máximo, algo que se refleja cruelmente en la película. Es evidente que hay un
fondo documentalista en la película, porque el “repaso” que se le da a la
industria, en las diferentes ramificaciones del negocio, en muchas ocasiones
excelentes oportunidades para vivir a costa de los ingenuos, como la propia
Ellie Parker, poseída por el alto ideal de la vocación actoral y completamente
ajena a sus propias emociones e incluso a su propio yo, desplazado por la
proyección de una gloria futura que nunca acaba de llegar. El mensaje, tanto en
Ellie Parker, como, sobre todo en Adult World, más explícito, es: “Crece, deja de comportarte como una
chiquilla”. Ellie Parker es una
película dura, dramática, sobre los sueños rotos o en vías de romperse definitivamente,
una película de “supervivientes” en la durísima sociedad competitiva usamericana
que arrumba a las personas fracasadas como auténticos trastos rotos en un
desván. La cámara móvil escogida por el director, los primerísimos planos que
no nos esconden las imperfecciones epidérmicas y contribuyen a ahondar en la
inseguridad del personaje, amén de la sensación claustrofóbica que se consigue
con una puesta en esfena que tiene el interior del coche, en Los Angeles, casi
como la única puesta en escena de una suerte de road movie ciudadana en la que se va de desengaño en desengaño,
incrementando la pegajosa sensación del fracaso que se apodera de la
protagonista, un pelele de los extraviados caprichos de la industria, o de lo
que se le parece, constituyen las grandes bazas estéticas de la película.
Aunque está construida episódicamente, EllieParker
exhibe una férrea unidad temática: la propia vida de la protagonista, que no
desaparece de la pantalla en ningún plano ni secuencia de la misma, y cuya
obsesiva presencia consigue transmitir plenamente el drama de una vida bastante
más que insatisfactoria para su desengañada poseedora. El recital
interpretativo de Naomi Watts es el principal aliciente de la película, sin
duda. Una actriz poderosa, llena de recursos, convincente y que se exhibe con
un esplendor desbordante. Se trata de un proyecto muy personal, de ahí que
produjera la película, además de interpretarla, quizás porque se ha sentido en
la necesidad de ser solidaria, desde su éxito como actriz, con todas esas
mujeres que se dejan la vida en el empeño por llegar a donde ella ha llegado.
Sin ser una película totalmente redonda, me parece que se ha ganado el derecho
a ser considerada una excelente ópera prima, la película es de 2005, que no se
ha visto refrendada por la crítica y el público, porque hubo de esperar siete
años para rodar su siguiente película, Adult
World, de 2012. El propio Hollywood ha sido siempre tema recurrente en
muchas películas, porque constituye un submundo, una suerte de ecosistema social
muy curioso y en el que, como se ha visto con La La Land, la vieja historia, como viejo es el mundo, esta de Ellie Parker, se vuelve a contar una y
otra vez. La versión de Scott Coffey es magnífica, porque Naomi Watts está
soberbia y ella llena la pantalla de principio a fin.
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