La
rivalidad entre las ventas y la ética periodística: Trágica información o el cazador cazado.
Título original: Scandal Sheet
Año: 1952
Duración: 82 min.
País: Estados Unidos
Dirección: Phil Karlson
Guion: Ted Sherdeman, Eugene Ling, James Poe (Novela: Samuel Fuller)
Música: George Duning
Fotografía: Burnett Guffey (B&W)
Reparto: Broderick
Crawford, Donna Reed, John Derek,
Rosemary DeCamp, Henry O'Neill,
Harry Morgan, James Millican, Griff Barnett, Jonathan Hale.
Hace tiempo hice la
crítica de la película que me reveló la existencia de un director, Phil
Karlson, más que notable. El
cuarto hombre (Kansas City
Confidential ) era aquella película que tan favorable impresión me produjo
y que se ve hoy corroborada por la presente: Trágica información (Scandal
Sheet), una muestra de cine negro clásico que merece un destacado lugar de
honor en las listas del género, tan abarrotadas estas como competidos aquellos. La película está
basada en una novela de Samuel Fuller, lo que ya da a entender que
probablemente fuera escrita desde una perspectiva cinematográfica, porque el
guion, transparente, funciona como un mecanismo de relojería que nos lleva, a
través del periodismo de investigación del protagonista, un apuesto y seductor
John Derek -que acaso hubiera merecido más exitosa carrera de la que tuvo,
aunque trabajó con directores de tanto nivel como Preminger, Rossen, Nicholas
Ray o Cukor. Retirado como fotógrafo y director, al final de su vida fue más
conocido por ser el marido de Bo Derek que por su propia carrera-, al
descubrimiento sorprendente del asesino de un crimen ocurrido a partir de un
festival social promovido por el Diario, un Club de corazones solitarios donde personas
de cierta edad podían llegar al matrimonio tras una sola velada de relación. La
película se inicia con lo que parece que vaya a ser una imitación del plano
secuencia de Ciudadano Kane, lo que
se corta antes de llegar siquiera a pensar en que se vaya a producir semejante
imitación, pero ese plano de Nueva York que va paseándose, desde las alturas,
sobre la ciudad, hasta concentrarse en un barrio, una calle y una sirena de
policía que se confunde con la música de jazz con que se abre dicha escena,
para dar paso a una escalera de vecinos en la que acaba de cometerse un
asesinato y donde un periodista, que se ha hecho pasar por policía,
implícitamente, para sacar la historia de una afectada por el crimen. La labor
del joven periodista se contrapone con la muy distinta del Director de la
publicación, quien ha de defender la línea sensacionalista del diario por su
éxito de ventas, frente al languidecimiento y previsible muerte no muy lejana
del diario, de seguir con una línea estética y de contenido más próxima al modelo
tradicional de The Times que a la línea tabloide del
enfoque que le ha dado el nuevo director. El redactor estrella, Derek, da la
casualidad de que es el novio de una columnista del diario que se opone a esa
línea sensacionalista y defiende los supremos valores informativos del periodismo
atento a la realidad, no a la excitación de los bajos instintos lynchadores (sic) de las masas. Es importante
destacar que el planteamiento sobre el culpable del asesinato no es un misterio
que se resuelva en el último momento, porque sucede a poco de empezar la película.
El director se encuentra en el acto de los Corazones Solitarios con su mujer,
de quien se separó, pero no se divorció, 20 años atrás. Tras una disputa
exmatrimonial y atendiendo a la explícita amenaza de revelar la verdadera
personalidad del Director, que cambió de nombre tras abandonar a su mujer, a
resultas del intercambio de empujones y golpes, ella se desnuca y cae muerta ante
sus ojos. Todo el suspense de la película gira, entonces, en torno a la peripecia
investigadora del periodista predilecto y a la labor discretamente entorpecedora que lleva a cabo el Director,
labor en la que incluso recurrirá a otro asesinato: el de un antiguo ganador
del Pulitzer, ahora destruido por la adicción al alcohol y con quien mantiene una relación de amistad
y socorro caritativo encubierto la novia del protagonista. La visión del
periodismo, una crítica feroz de sensacionalismo como arma estratégica para
aumentar las ventas, no deja títere con cabeza en la película, y, en este
sentido, la película se incluye en una larga lista de películas que acaban
convirtiéndose en thrillers que tienen el periodismo como argumento. Aquí ya
hemos criticado Chantaje en Broadway, de Mackendrick, por
ejemplo, pero hay muchas otras, como la también criticada en este ojo, El
reloj asesino, de John Farrow, con la que esta presenta muchas
relaciones temáticas y un sentido de la intriga muy parecido, porque se desvía
la atención de quién sea el asesino hacia, en este caso, la necesidad de un
falso culpable de demostrar su inocencia, por ejemplo. ¡Menudo programa doble,
si alguien logra ver El reloj asesino
y Trágica información en la misma tarde! La película de Karlson fía muy buena
parte de su éxito al dinamismo que sabe imprimir a la narración, sin dejar
ningún momento muerto o excesivamente descriptivo o reflexivo. La acción se
sucede con un ritmo preciso, casi cortante: sabe qué quiere contar y lo cuenta
con la mayor economía de medios posibles, pero con un estilismo en la
fotografía y la puesta en escena muy propios del mejor cine negro. Para muchos
supongo que será una revelación. A mí me la reveló mi buen amigo y cinéfilo
Paco Marín, quien me avisó de su existencia en YouTube, una buena fuente de recursos fílmicos de excepcional
interés, sin duda.
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