El difícil tránsito a la vida adulta o el laberinto
hormonal de la rebeldía adolescente: Lady
Bird o la reconquista del nombre propio…
Título original: Lady Bird
Año: 2017
Duración: 94 min.
País: Estados Unidos
Dirección: Greta Gerwig
Guion: Greta Gerwig
Música: Jon Brion
Fotografía: Sam Levy
Reparto: Saoirse Ronan, Laurie
Metcalf, Lucas Hedges, John Karna,
Beanie Feldstein, Tracy Letts,
Timothée Chalamet, Danielle
Macdonald, Bayne Gibby, Victor Wolf, Monique Edwards, Shaelan O'Connor, Marielle Scott, Ithamar Enriquez, Christina Offley, Odeya Rush,
Kathryn Newton, Jake
McDorman, Lois Smith, Andy Buckley, Daniel Zovatto, Laura Marano,
Kristen Cloke, Stephen Henderson.
No es fácil acercarse a la
adolescencia, esa época laberíntica en la que las emociones, las ideas, los instintos
y los deseos andan revueltos y profundamente sumidos en una penumbra en la que
cuesta horrores reconocer la realidad tal y como es incluso en sus hechos más
objetivos. Lady Bird es el retrato de una joven que se siente marginada en su
propio entorno familiar y en la escuela y que busca singularizarse frente a un
supuesto medio hostil, que incluye la familia y la escuela religiosa donde
curso el último curso de la High School,
antes de buscar College donde seguir
estudios universitarios a pesar de que el padre se h quedado en el paro y , con
los únicos ingresos de la madre, es difícil afrontar los gastos de un College en Usamérica, máxime cuando “la
niña” quiero cursarlos en Nueva York, la única ciudad en la que ella piensa que
puede ser comprendida. A partir de un enfrentamiento radical con la madre, a
quien literalmente desprecia, porque representa todo lo contrario de lo que son
sus aspiraciones ideales de libertad sin responsabilidad, una tensión que se
mantiene a lo largo de toda la película, y que no excluye una reacción
autolítica espeluznante, al tirarse la hija del coche en marcha, para huir de lo
que ella considera un acoso lleno de reproches por parte de la madre, la vida
de esa joven a punto de cumplir los dieciocho años y ser oficialmente mayor de
edad se desarrolla ante nuestros ojos con una verdad psicológica y sociológica
indiscutible, pues al espectador solo le cabe asentir a lo que ve con la
convicción de estar asistiendo a una especie de documental totalmente ajeno a
la ficción, tal es el grado de verdad
que se respira en la película, y que,
como en las buenas tragicomedias de la vida cotidiana, tiene momentos de muy
diferente naturaleza. Sobrevuela, es cierto, por toda la película, un intenso
sentido del humor que emana, precisamente, de la psicología de la protagonista,
retratada perfectamente en todo lo que de ridículo, tierno y hasta terrible
tiene ser una adolescente que va a dar el paso hacia la madurez de una juventud
que imagina lejos de casa y, sobre todo, de la tutela materna, porque con el
padre tiene una relación muy distinta. Estamos, pues, en el ámbito de la vida
cotidiana, en el de la normalidad de lo extraordinario y de lo ordinario,
porque la propia vida, para cada cual, es, a la edad de la protagonista, una
oscilación constante entre el todo y la nada, entre el éxtasis y la desesperación.
El hecho, además, siendo la joven tan “revolucionaria”, de asistir a un colegio
católico, le da a la película esa dimensión de comedia ácida que facilitará la
irrupción de gags en la película perfectamente insertos en la trama, como
cuando, en un baile escolar, advertimos la presencia de una monja que se va paseando
entre las parejas recordándoles que dejen entre ellos “quince centímetros de cortesía
para el Espíritu Santo” , al más puro estilo de aquellos anatemas contra el
baile agarrado de los primeros años del franquismo por parte de las autoridades
eclesiásticas. Como la dirección del Centro y algunos profesores son atípicamente
católicos, digamos que se compensa la disciplina
clericalis a que se someten los alumnos. No quiero dejar de mencionar el estupendo
gag que supone el hecho de que el profesor de educación física sustituya al
accidentado director del grupo teatral: verlo plantear los ensayos como un
partido de football americano no tiene
desperdicio, ¡buenísimo! La vida de la protagonista, perfectamente interpretada
por la joven Sairse Ronan, se mueve entre la rebeldía contra la madre, los
primeros amores, la primera experiencia sexual y la dependencia de ciertos
modelos que colman sus vagos, borrosos e indocumentados ideales de mujer
independiente. Su amistad con una compañera obesa, puesta en peligro por su aproximación
a la guapiboba oficial del curso, rica por añadidura, está narrada sin
sentimentalismo y sin caer en el estereotipo. De igual manera, sus experiencias
amorosas y sexuales se nos muestran con la crudeza de la normalidad que tienen
los distintos fracasos que las acompañan, porque el idealismo en que vive la
protagonista y que tanto irrita a su madre -a quien lo de Lady Bird, el nombre por el que
exige ser llamada, la saca de sus casillas- tiene un punto de inconsciencia
frívola que no le permite al espectador identificarse emocionalmente con ella,
y esa es una de las grandes virtudes de la película: la empatía que se requiere
del espectador no es unidireccional, sino que la película le obliga a
repartirla entre los diferentes personajes. El final, hermoso y lírico, que no
desvelo, es la constatación de que toda la película cae dentro del genero del bildungsroman o novela de iniciación ,
al que se acoge con aciertos narrativos que hacen muy placentero el visionado de la
película. Finalmente, y aunque parezca mentira, como estamos ante una película
poderosamente dominada por la vida de la protagonista, por esa especie de
altibajos constantes a que nos llevan sus constantes cambios de estado de
ánimo, queda poco tiempo, la verdad, para recrearse en una dirección que
apuesta por la fluidez narrativa, antes que por destacar técnica o
estéticamente. No hay plano que no esté al servicio de la historia, y diríase,
además, que la directora no ha querido que ni por un momento la estética
pudiera apartar al espectador de focalizarse en lo que se le está narrando,
todo ello de indudable interés. Esa suerte de realizaciones “documentalistas”, “transparentes”,
tienen, sin embargo, un mérito indiscutible, porque conseguir que las imágenes
no nos distraigan de la historia no está al alcance de cualquiera. En este
sentido, la película fluye admirablemente y consigue su objetivo: vivimos con
pasión las pasiones de la protagonista y de su círculo de familiares, amigos y
conocidos. Y el final nos recompensa..., cuando Lady Bird decide volar sola…
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