jueves, 9 de enero de 2025

«La llave», de Carol Reed, no tan «menor»...

 

Una ingeniosa fábula amorosa en tercera línea  de fuego.

 Título original: The Key

Año: 1958

Duración: 114 min.

País: Reino Unido

Dirección: Carol Reed

Guion: Carl Foreman. Novela: Stella, de Jan de Hartog

Reparto: William Holden; Sophia Loren; Trevor Howard; Oskar Homolka;

Kieron Moore; Bernard Lee; Beatrix Lehmann; Noel Purcell; Michael Caine;.: Música: Malcolm Arnold

Fotografía: Oswald Morris (B&W).

 

          Carol Reed no es solo el autor de El tercer hombre, sino también de Se interpone un hombre, de Larga es la noche o, sobre todo, de El ídolo caído, entre otras. Hablamos, pues, de un grande de la dirección, de ahí que La llave no sea lo que parece ser para algunos críticos, una suerte de aparente decadencia, pues un año más tarde rueda esa joya que es Nuestro hombre en la Habana. Sí, es cierto que tiene un final desconcertante y poco elaborado, como si fuera un pecado armar un happy ending u otro muy desalentador para un protagonista que no ha sabido evaluar adecuadamente la situación compleja que le ha tocado en suerte vivir.

          Un usamericano se presenta voluntario a la marina inglesa para participar en una flotilla de rescatadores de los buques que son torpedeados por los submarinos alemanes en el Canal de la Mancha, y, aunque desempeñan una labor humanitaria, no están exentos de convertirse en blanco de esos submarinos. De hecho, a lo largo de la película se menciona que usan esos submarinos como escuela de oficiales, lo que acrecienta el peligro de las misiones. Cuando el protagonista, David Ross, interpretado por William Holden, se alista voluntario, aún Usamérica no ha entrado en guerra, algo que no tardará en hacer, pero cuando llega ese momento, el escepticismo de los navegantes que se juegan el pellejo día tras día para rescatar los barcos torpedeados tiene una excelente réplica: «¿En qué bando?». Esa participación en nada alivia de sus penalidades a los marineros que han de hacer frente, con armas caducas, o sin ellas, a los destructivos submarinos alemanes.

          Al llegar se encuentra con un viejo amigo socarrón, bebedor y excelente profesional, el capitán Chris Ford, interpretado por uno de los mitos del cine británico, Trevor Howard. Tras una primera salida de servicio, para conocer cuál será su rutina, Ford invita a su amigo a casa, un apartamento donde ambos son recibidos por una mujer, Stella,  que impresiona vivamente  no solo al enamorado que celebra el regreso a casa, después del peligro de la misión, sino también al amigo, que parece hacerse cruces de que su viejo amigo haya conseguido enamorar a semejante belleza, y ya se intuye que hablamos de Sofía Loren, quien se fogueaba internacionalmente muy poco antes de recibir, gracias a su inte3rpretación en Dos mujeres, de Vittorio de Sica, el Oscar a la mejor actriz, primera vez que se concedía a una actriz que interpretaba en una lengua distinta del inglés. La entrada, pues, permite intuir que habrá una aproximación erótica o sentimental entre ambos, Loren y Holden, pero lo que no sabe este último es que su amigo, poco antes de salir para una peligrosa misión, le entrega una llave del apartamento… (sí, sí, dicho así enseguida nos viene a la memoria la magistral película de Billy Wilder, y algo hay de esta en ella, aunque la coincidencia no da para argumentar una influencia directa, imagino. La de Wilder, recordémoslo, es dos años posterior, y esta película de Reed tampoco puede considerarse que fuera un éxito mundial…), con el compromiso de que, si él muriera en acto de servicio, Holden se mudara al apartamento y se encargara de socorrer materialmente a la joven, del mismo modo que él lo hizo cuando murió el marino con el que la joven iba a casarse.

          La idea me parece una genialidad, porque desmonta el mito del amor en cada puerto y lo sustituye por un puerto seguro para una cadena de amadores que se suceden a medida que causan baja militar, como zánganos al servicio de la abeja reina que nunca abandona la morada. Stella solo se atreverá a hacerlo cuando, enamorada de Holden, a quien le cuesta mucho asumir el rol que le ha encargado su compañero de armas, salga, por primera vez en la película a la calle, para acabar enterándose de que ha sido dada por  muerta. «Resucitar» civilmente es el primer paso para intentar llevar una nueva vida, porque está convencida de que ha logrado «romper» la cadena de poseedores de la llave que se reemplazan a medida que caen y ella ha de proveer a su bienestar, lo que incluirá también la convivencia sexual y sentimental, a pesar de que su corazón siga roto por la desaparición de su prometido. A ese respecto, es muy significativa la escena en la que Holden se acerca a ella y la besa en el lóbulo de la oreja. Stella cree que es Philip y se vuelve hacia él con la ilusión del reencuentro, como si se hubiera suspendido la ley biológica y ambos amantes pudieran volver a estar juntos. La crudeza del desengaño la lleva a rechazar a quien no deja de ser, el segundo sustituto, en una escena dramática que desconcierta totalmente a quien cree que ella está enamorada de él.

          La película dosifica con mucho acierto las escenas íntimas del apartamento y las escenas bélicas en las que los barcos rescatadores libran una lucha muy desigual contra los submarinos alemanes. Teniendo en cuenta la casi total indefensión de los rescatadores, las escenas navales tienen un plus de emoción perfectamente servido por un director no precisamente cualificado como director de películas de acción. Como el capitán Ross es nuevo para su tripulación, hay también un proceso de búsqueda de la reputación, sin la cual una tripulación no funciona con la eficacia requerida, que Ross cumple espléndidamente, a pesar de que llevaba casi diez años en el dique seco. Su relación con el otro comandante del barco, un eficacísimo Oskar Homolka, incluso tiene algunos momentos humorísticos de distensión muy logrados.

          No solo para los seguidores de Reed, sino para cualquier aficionado al cine, esta cinta reúne los requisitos esenciales para pasar un buen rato delante del televisor, única pantalla donde puede verse. A título anecdótico, he leído que aparece Michael Caine, sin acreditar. Lo he buscado con lupa, pero no lo he encontrado, aunque como hay escenas corales de baile en un local, es muy posible que desfile ante la cámara uno o dos segundos. ¡Si alguien lo reconoce, tenga a bien indicar el minutaje! Gracias.

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