Una ingeniosa fábula amorosa en tercera línea de fuego.
Año: 1958
Duración: 114 min.
País: Reino Unido
Dirección: Carol Reed
Guion: Carl Foreman. Novela: Stella, de Jan de
Hartog
Reparto:
William Holden; Sophia Loren; Trevor Howard; Oskar Homolka;
Kieron
Moore; Bernard Lee; Beatrix Lehmann; Noel Purcell; Michael Caine;.: Música: Malcolm
Arnold
Fotografía: Oswald Morris (B&W).
Carol Reed no
es solo el autor de El tercer hombre, sino también de Se interpone un
hombre, de Larga es la noche o, sobre todo, de El ídolo caído,
entre otras. Hablamos, pues, de un grande de la dirección, de ahí que La
llave no sea lo que parece ser para algunos críticos, una suerte de
aparente decadencia, pues un año más tarde rueda esa joya que es Nuestro
hombre en la Habana. Sí, es cierto que tiene un final desconcertante y poco
elaborado, como si fuera un pecado armar un happy ending u otro muy
desalentador para un protagonista que no ha sabido evaluar adecuadamente la
situación compleja que le ha tocado en suerte vivir.
Un usamericano
se presenta voluntario a la marina inglesa para participar en una flotilla de
rescatadores de los buques que son torpedeados por los submarinos alemanes en
el Canal de la Mancha, y, aunque desempeñan una labor humanitaria, no están
exentos de convertirse en blanco de esos submarinos. De hecho, a lo largo de la
película se menciona que usan esos submarinos como escuela de oficiales, lo que
acrecienta el peligro de las misiones. Cuando el protagonista, David Ross, interpretado
por William Holden, se alista voluntario, aún Usamérica no ha entrado en
guerra, algo que no tardará en hacer, pero cuando llega ese momento, el
escepticismo de los navegantes que se juegan el pellejo día tras día para
rescatar los barcos torpedeados tiene una excelente réplica: «¿En qué bando?».
Esa participación en nada alivia de sus penalidades a los marineros que han de
hacer frente, con armas caducas, o sin ellas, a los destructivos submarinos
alemanes.
Al llegar se
encuentra con un viejo amigo socarrón, bebedor y excelente profesional, el
capitán Chris Ford, interpretado por uno de los mitos del cine británico,
Trevor Howard. Tras una primera salida de servicio, para conocer cuál será su
rutina, Ford invita a su amigo a casa, un apartamento donde ambos son recibidos
por una mujer, Stella, que impresiona
vivamente no solo al enamorado que
celebra el regreso a casa, después del peligro de la misión, sino también al
amigo, que parece hacerse cruces de que su viejo amigo haya conseguido enamorar
a semejante belleza, y ya se intuye que hablamos de Sofía Loren, quien se
fogueaba internacionalmente muy poco antes de recibir, gracias a su
inte3rpretación en Dos mujeres, de Vittorio de Sica, el Oscar a la mejor
actriz, primera vez que se concedía a una actriz que interpretaba en una lengua
distinta del inglés. La entrada, pues, permite intuir que habrá una
aproximación erótica o sentimental entre ambos, Loren y Holden, pero lo que no
sabe este último es que su amigo, poco antes de salir para una peligrosa
misión, le entrega una llave del apartamento… (sí, sí, dicho así enseguida nos
viene a la memoria la magistral película de Billy Wilder, y algo hay de esta en
ella, aunque la coincidencia no da para argumentar una influencia directa,
imagino. La de Wilder, recordémoslo, es dos años posterior, y esta película de
Reed tampoco puede considerarse que fuera un éxito mundial…), con el compromiso
de que, si él muriera en acto de servicio, Holden se mudara al apartamento y se
encargara de socorrer materialmente a la joven, del mismo modo que él lo hizo
cuando murió el marino con el que la joven iba a casarse.
La idea me
parece una genialidad, porque desmonta el mito del amor en cada puerto y lo
sustituye por un puerto seguro para una cadena de amadores que se suceden a
medida que causan baja militar, como zánganos al servicio de la abeja reina que
nunca abandona la morada. Stella solo se atreverá a hacerlo cuando, enamorada
de Holden, a quien le cuesta mucho asumir el rol que le ha encargado su compañero
de armas, salga, por primera vez en la película a la calle, para acabar enterándose
de que ha sido dada por muerta. «Resucitar»
civilmente es el primer paso para intentar llevar una nueva vida, porque está
convencida de que ha logrado «romper» la cadena de poseedores de la llave que
se reemplazan a medida que caen y ella ha de proveer a su bienestar, lo que
incluirá también la convivencia sexual y sentimental, a pesar de que su corazón
siga roto por la desaparición de su prometido. A ese respecto, es muy
significativa la escena en la que Holden se acerca a ella y la besa en el
lóbulo de la oreja. Stella cree que es Philip y se vuelve hacia él con la
ilusión del reencuentro, como si se hubiera suspendido la ley biológica y ambos
amantes pudieran volver a estar juntos. La crudeza del desengaño la lleva a rechazar
a quien no deja de ser, el segundo sustituto, en una escena dramática que
desconcierta totalmente a quien cree que ella está enamorada de él.
La película
dosifica con mucho acierto las escenas íntimas del apartamento y las escenas
bélicas en las que los barcos rescatadores libran una lucha muy desigual contra
los submarinos alemanes. Teniendo en cuenta la casi total indefensión de los
rescatadores, las escenas navales tienen un plus de emoción perfectamente
servido por un director no precisamente cualificado como director de películas
de acción. Como el capitán Ross es nuevo para su tripulación, hay también un
proceso de búsqueda de la reputación, sin la cual una tripulación no funciona con
la eficacia requerida, que Ross cumple espléndidamente, a pesar de que llevaba
casi diez años en el dique seco. Su relación con el otro comandante del barco,
un eficacísimo Oskar Homolka, incluso tiene algunos momentos humorísticos de
distensión muy logrados.
No solo para
los seguidores de Reed, sino para cualquier aficionado al cine, esta cinta reúne
los requisitos esenciales para pasar un buen rato delante del televisor, única
pantalla donde puede verse. A título anecdótico, he leído que aparece Michael
Caine, sin acreditar. Lo he buscado con lupa, pero no lo he encontrado, aunque
como hay escenas corales de baile en un local, es muy posible que desfile ante
la cámara uno o dos segundos. ¡Si alguien lo reconoce, tenga a bien indicar el
minutaje! Gracias.
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