viernes, 5 de septiembre de 2025

Una divertida comedia de humor negro a cargo del director de esa joya llamada Matilda.

 

«Tira a mamá del tren», de Danny DeVito, una ópera prima de altura.

Título original: Throw Momma From the Train

Año: 1987

Duración: 88 min.

País:  Estados Unidos

Dirección: Danny DeVito

Guion: Stu Silver

Reparto: Billy Crystal; Danny DeVito; Kim Greist; Anne Ramsey; Kate Mulgrew; Bruce Kirby; Annie Ross; Oprah Winfrey; Rob Reiner; Branford Marsalis; Joey DePinto; Raye Birk; Olivia Brown; Philip Perlman; Stu Silver; J. Alan Thomas; Randall Miller; Andre Rosey Brown; Tony Ciccone; William Ray Watson; Larry McCormick; Peter Brocco; Hettie Lynne Hurtes; Karen J. Westerfield; Stanley L. Gonsales.

Música: David Newman
Fotografía: Barry Sonnenfeld.

 

          Estrenarse a lo grande en el cine usamericano, fuera del cauce de las películas independientes, no es tarea fácil y puede echar para atrás cualquier loable intento de abrirse camino en una industria tan competitiva. Danny DeVito no solo lo consiguió, sino que logro atraer a su proyecto a un elenco de actores y actrices que elevaron la categoría de la empresa a obra muy lograda, lo que se reflejó en la espléndida taquilla que consiguió, aunque, y aquí viene la cruz, anduvieron muy divididas las opiniones críticas sobre su calidad. Supongo que sus películas posteriores, todas ellas de un nivel excelente, debió dejar las cosas en su sitio: La guerra de los Rose, Hoffa y Matilda.

          Es cierto que la película comienza con una situación muy tópica, el escritor que no alcanza el éxito y a quien su mujer se lo roba, apropiándose de sus ideas y de un manuscrito, tras divorciarse de él. Ese escritor sobrevive gracias a una actividad docente, profesor de creación literaria, que da pie a situaciones de enorme comicidad y cierta tensión que, en este caso, da pie al desarrollo de la historia.

          Billy Cristal es el desesperado profesor y escritor, Larry, que se sube por las paredes y arde en deseos (se dice así, ¿no?) de acabar con su ex, la impostora que se pasea por los medios y firma ejemplares en colas quilométricas. A su clase asiste un estudiante muy singular, Danny DeVito, Owen, con muy pocas luces, pero con una interesante idea que le planteará a su profesor, una vez que haya podido captar su atención el tiempo suficiente para que este lo considere. Inspirado en la película Extraños en un tren, de Hitchcock, Owen, quien vive con una madre tiránica que lo maltrata psicológicamente, concibe la idea de reproducir ese gentlemen’s agreement de la película con su profesor de escritura creativa, dada la «necesidad» que este siente de vengarse de su ex. Ahí el alumno aventaja al profesor, porque, de repente, se cambian las tornas, a tenor de lo bien planeado que tiene Owen ese intercambio asesino.

          La descripción de la vida cotidiana de Owen es un argumento de enorme peso para que al deficiente proyecto de escritor se le haya ocurrido copiar la idea de la película de Hitchcock, a la que se rinde tributo en esta, proyectando un fragmento. La madre,  la señora Lift, interpretada por Anne Ramsey, le valió a la actriz una nominación al Oscar, lo cual da a entender el virtuosismo con que interpretó a la madre más soez, violenta, malhablada y desagradable de la historia reciente del cine. Pues sí, está descrita desde una perspectiva del género de terror, y se hace uno cargo enseguida de que sobrevivir, como lo hace Owen, junto a un ser castrador, vengativo y miserable necesita buscar una solución urgente, ¡cual sea! Vale decir que solo por la interpretación de Ramsey merece la pena ver la película; pero esta nos regala muchas otras situaciones en las que podemos pasarlo francamente bien, pues se ha derrochado cierto ingenio en el guion para complicar las dos historias de los asesinatos que han de cumplir el profesor sin inspiración y el alumno con afán de liberación.

          Me ha recordado la película de Martín Cuenca, El autor, con dos interpretaciones de mucho mérito, la de Javier Gutiérrez, un escritor sin inspiración, celoso de los exitosos bestsellers de su ex, y Antonio de la Torre, como profesor, con un monólogo excepcional que le debió de haber valido un Goya, desde luego. No sé si en su día se estableció alguna conexión entre esta película y la de DeVito, pero haberlas, haylas.

          A pesar del retorcimiento cómico de las escenas para acabar con ambas figuras odiadas, la ex y la madre, la película atiende a otros desarrollos y tiene un último tercio de película excelente, porque la solución buscada para el desenlace me parece muy imaginativa, divertida y eficaz, dado el terrible planteamiento del que parte la historia. Reconozco que no la vi en su momento, ¡aquel ahora lejano 1987!, porque me pareció un simple entretenimiento comercial, ¡y con tantas obras clásicas pendientes, me tenía prohibida la frivolidad…! Con total serenidad, y con muchísimas menos obras maestras pendientes…, he de confesar que he pasado una escasa hora y media fantástica, porque, con el magnífico sabor que me dejó esa joya que rodó DeVito, Matilda, me senté ante esta hipérbole con la intuición de que aquella maestría de Matilda por fuerza habría de manifestare en esta, y así ha sido. Coinciden ambas en la descripción extrema de dos familias disfuncionales y vulgares hasta la exasperación, los padres de la incomprendida Matilda y la madre de Owen, y ahí se bordan la interpretación y, sobre todo, la puesta en escena.

          Nadie espere una comedia maestra, a la altura de las de Billy Wilder, por supuesto, pero hay un tono de crítica social muy mordaz en esta película que explora, contra la actual corrección política, sentimientos destructivos hacia vínculos de naturaleza casi sagrada, como en el caso de la relación maternofilial de Owen y su madre. El afán de venganza de Larry cae más del lado de los celos profesionales que del fracaso sentimental, porque el gran fracaso de Larry no es su matrimonio fallido, sino su nula inspiración para continuar la «gran» novela que lo saque del anonimato.

          A nadie van a defraudar las secuencias del tren, porque forman parte del modelo que inspira la historia, y atentos a su particular desarrollo, porque acaba como menos se espera. Y ahí lo dejo. Que la disfruten, que no todo el cine ha de tener espíritu trascendental. Y de la cotidianidad también emergen reflexiones de no poco calado psicológico.

 

         

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