domingo, 21 de septiembre de 2025

«Beast», de Michael Pearce, o una ópera prima sobre el mal.

 

Inspirada en un suceso real, la ópera prima de Michael Pearce se adentra en los más tenebrosos impulsos humanos irracionales.

Título original: Beast

Año: 2017

Duración: 107 min.

País: Reino Unido

Dirección: Michael Pearce

Guion: Michael Pearce

Reparto: Jessie Buckley; Johnny Flynn; Geraldine James; Trystan Gravelle; Charley Palmer Rothwell; Hattie Gotobed; Shannon Tarbet; Emily Taaffe; Tim Woodward; Olwen Fouere;

Amanda Smith; Richard Laing; Oliver Maltman; Barry Aird; Joanna Croll; Joshua Squire; Sam Dale; Maria de Lima.

Música: Jim Williams

Fotografía: Benjamin Kracun.

 

          Inspirado en una historia real sucedida en la  inglesa isla de Jersey, de donde es originario el director de la película, Michael Pearce, este ha decidido retomar para su ópera prima aquella trágica historia del asesino en serie que atemorizó la isla durante casi trece años, Edward Paisnel. La estructura especular de la narración nos planta ante un dúo protagonista, Moll y Pascal, cuyas verdaderas identidades irán revelándose mutuamente a lo largo de la historia, y digo «especular» porque ambos protagonistas tienen inclinaciones muy semejantes y ceden a una atracción mutua no sin ciertas reservas, pues está en juego nada menos que el descubrimiento de zonas oscuras que nos habitan y que, según lo que hagamos, pueden condicionarnos la vida muy seriamente.

La protagonista, Moll, una joven con una relación familiar muy tensa, que trabaja como guía turístico y se encarga, un tanto como castigo, otro tanto como compensación por seguir, ya adulta, en la casa familiar, del padre, enfermo de demencia y necesitado de cuidados y vigilancia, está interpretado por una actriz que acabo de descubrir en la serie Chernóbil, Jessie Buckley, de magnífico desempeño artístico en ambas, serie y película. El hecho de ser pelirroja añade, además, ese punto de congruencia para su trastorno que la convierte en la oveja negra de la comunidad, aunque tardaremos aún bastante rato en enterarnos de cuál ha sido la circunstancia que ha determinado el estigma familiar y social que padece.

          La historia arranca con la celebración del cumpleaños de la joven, quien se siente literalmente marginada en su propia celebración, razón por la que, para sorpresa de su familia y de los invitados que de ello se dan cuenta, la joven se escapa a un bar musical donde pasa la velada. El hecho de que su hermana anuncie que está embarazada le roba, en buena lógica, cualquier atisbo de protagonismo que hubiera podido tener. Pasa la noche en el club y, de madrugada, la persona con quien ha estado toda la noche pretende tener relaciones íntimas, ella se lo quita de encima, pero el joven insiste, hasta que aparece el coprotagonista, Pascal, quien, amante de la caza furtiva, exhibe una escopeta que logra ahuyentar al cariñoso acompañante indeseado…

          La aparición de un nuevo cadáver, esa noche en que salió de fiesta, uno más de los ya realizados por quien no cabe duda que es un asesino en serie, un psicópata que elige siempre víctimas jóvenes, deja a los inspectores de policía que trabajan en el caso sumidos en el mismo desconcierto que no lleva camino de ver un final que explique la cadena de asesinatos. Más tarde, el propio Pascal aparecerá entre los sospechosos, a lo que contribuye su distancia con respeto a los otros miembros de la comunidad, su afición a la caza furtiva y su forma de vida independiente, pero Moll le sirve de coartada al decir que lo conoció en el baile y estuvo con él toda la noche.

          La relación de Moll con Pascal  va a significar una suerte de tabla de salvación para ella, pues por fin se relaciona con alguien que se aparta del mundo social que la rechaza. Los antecedentes de ella incluyen una agresión física muy violenta, a causa del abuso que sufría en la escuela, y que acabó en la desfiguración facial de la compañera que, supuestamente, abusaba de ella. De todo este asunto se va hablando a lo largo de la película, pero es con el duelo por una nueva víctima del asesino, con lo que la reacción social se manifiesta abruptamente contra ella, tratando de impedir que asista a la ceremonia religiosa y se acerque a la madre a ofrecerle sus condolencias.

          Aunque de forma esquemática, no tarda en aparecer un tic racista que desvía la sospecha sobre el asesino hacia un inmigrante; del mismo modo que, cuando la policía cree haber cogido al culpable, se trata de un inmigrante portugués que, supuestamente, habría confesado motu proprio los crímenes. En ese contexto, la joven inicia una relación con el joven solitario con quien acabará conviviendo, de tal modo que puede ahorrarse las humillaciones que su severa madre le depara constantemente, como recordándole que es una desgracia para la familia y para la comunidad.

          La película deviene una suerte de historia de amor entre dos seres marginados, pero la detención de Pascal y los interrogatorios de la policía, especialmente el de una mujer policía, interpretada por Olwen Fouéré, magníficamente caracterizada, una secuencia que tiene más de cine de terror que la totalidad de la película, ¡que dureza de facciones y de dicción, y qué primeros planos agresivos hasta  la intimidación!, van a despertar los conatos de sospecha en Moll, a quien las dudas sobre su acompañante no dejarán de atormentarla, sobre todo por lo injusto que puede llegar a ser el solo hecho de albergarlas. La película gana muchísimo en el último tercio y se supera en el desenlace. Es cierto que los exteriores de la isla —de donde el director confiesa que, de joven, ansiaba huir— constituyen un decorado magnífico del que él saca un excelente partido. Y no lo es menos que los intérpretes están a la altura de lo que suelen ser las producciones británicas. El actor y músico Johnny Flynn sabe transmitir de forma magistral la ambigüedad que inquieta por igual a su pareja en la historia como a los espectadores, y quien borda su papel represor es la madre, Geraldine James, capaz de suscitar en los espectadores el más intenso aborrecimiento imaginable.

          La película presenta un marcado perfil psicológico, sobre todo de Moll, la protagonista, quien vive sin vivir en ella un drama con el que batalla desde la adolescencia y cuya verdadera dimensión no capta hasta que se relaciona con Pascal, pero eso han de verlo los espectadores, porque es lo «sustancial» de la película.

 

1 comentario:

  1. "La película gana muchísimo en el último tercio y se supera en el desenlace" ... En un tiempo en que todo parece justificado por su final, pienso que tú frase es el mejor elogio a una película o cualquier obra de ficción. Mira que tengo muchos prejuicios contra las ficciones bSadas en hechos reales pero sin duda con tu reseña me has ganado.

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