martes, 16 de octubre de 2018

Una rareza de excelente factura: «Faces in the Dark», de David Eady, basado en «Les Visages de l'ombre», de Boileau-Narcejac.



Después de Las diabólicas y de Vértigo, una adaptación de un clásico de Boileau-Narcejac: Faces in the Dark o la ceguera como castigo del orgullo desmedido: un thriller intuido desde la oscuridad…

Título original: Faces in the Dark
Año: 1960
Duración: 84 min.
País: Reino Unido
Dirección: David Eady
Guion: Ephraim Kogan, John Tully (Novela: Pierre Boileau, Thomas Narcejac)
Música: Mikis Theodorakis
Fotografía: Ken Hodges (B&W)
Reparto: John Gregson,  Mai Zetterling,  John Ireland,  Michael Denison,  Tony Wright, Nanette Newman,  Valerie Taylor,  Roland Bartrop.

¡Menuda sorpresa me depara, a veces, la cinta de correr! Ni la más remota idea de la existencia de este thriller basado en dos autores cuyas historias han dado títulos capitales a la historia del cine, y a las que esta puede sumarse con todos los honores, aunque, desde el punto de vista de la producción pueda ser considerada como una brillantísima película de serie B. El reparto y la música de Theodorakis, sin embargo, nos hablan de una cinta con pretensiones, y se le ha de reconocer a David Eady que haya sabido utilizar todo el talento que ha sido puesto a su disposición. La película se presenta con modestia, con una puesta en escena discreta, con planos medios  y con una tendencia al juego constante entre primer y segundo plano que llega a su culminación cuando el protagonista, ciego, entra en la habitación de la esposa adúltera y la cámara los enfoca a ambos, ella en actitud consoladora, hasta que el primer plano de él, que ha oído un ruido delator, induce a que se abra el plano y aparezca en primer término el amante a medio vestir, mientras el marido, humillado, se aleja rápidamente haciendo mutis por el fondo del plano. Por lo dicho ya se entiende, me imagino, que nos hallamos ante un thriller de venganza que los amantes llevan a cabo contra el marido, cuando este, después de un accidente en la empresa que dirige con mano férrea y notorio trato despectivo hacia sus subordinados, queda totalmente ciego y con algunas heridas deformantes en el rostro, lo que le confiere, un dramatismo añadido casi expresionista. El accidente tiene lugar, además, justo el día en que la esposa se había presentado en el despacho para comunicarle su intención de abandonarlo y de divorciarse de él. La historia discurre básicamente por el drama que le supone a un personaje hiperactivo y emprendedor convertirse en un ser lisiado que no puede valerse por sí mismo ni para los negocios ni para ciertos extremos de la vida corriente, como lo demuestra su incapacidad para encontrar el enchufe donde conectar su maquinilla eléctrica. El punto de vista del espectador se va desplazando inexorable y paradójicamente hacia el del ciego -puesto que debiéramos hablar, propiamente, de “punto de percepción”…-, desde cuya ausencia de visión acabamos los espectadores viendo lo que él no ve, lo cual es de un virtuosismo cinematográfico absoluto. De hecho, la sustitución de la mirada por los otros sentidos a lo largo de la trama,  será determinante para averiguar ciertos extremos de la película, como la visita al cementerio en la que, a través de las yemas, lee la inscripción de su propio nombre en una tumba, en vez de la del hermano, que ha desaparecido misteriosamente…, o ciertos ruidos que permiten detectar presencias que quieren ocultársele. En ese proceso de “combate” contra la ceguera, porque en esos términos lo plantea: o ella o yo, no dejarse dominar, no convertirse en un ser dependiente…, el protagonista, un magnífico John Gregson que, a través de la voz en off, hace partícipe a los espectadores de su miedo a estar sufriendo un proceso de enajenación mental, con un extraordinario poder de convencimiento, libra una lucha dramática por la reapropiación informativa del resto de sus sentidos. Sus desplazamientos en el espacio invisible, que él pretende de reafirmación y que se acaban convirtiendo en desasosegante fuente de inseguridad, logran acongojar a los espectadores, quienes tardan lo suyo en empatizar con él, dado su agrio carácter indómito. A partir de la desaparición del hermano, un John Ireland con escasísimo papel, para tratarse de un actor de su categoría, y de la clara decantación de la esposa adúltera por su mano derecha en la empresa, el elegantísimo Michael Denison, que forma un tándem diabólico con la intrigante y seductora Mai Zetterling, sobre todo a medida que avanza la película y la pareja no esconde, porque para el protagonista es evidente, su afán de liquidar al inválido para quedarse con la empresa y con todo. En la medida en que la película se va concentrando en el arte de la liquidación del protagonista sin dejar el más mínimo rastro de que haya podido producirse un asesinato, la angustia crece de forma paralela, algo que la trama acentúa a través de las seguridades que el protagonista va adquiriendo, como cuando encuentra una prenda de abrigo de su hermano en el cuarto de su esposa y deduce su muerte, una muerte que, por colateral al impulso homicida de la esposa, sorprende a los espectadores. Con todo, el enfrentamiento entre el hermano-cigarra y el protagonista, quien lo mantiene económicamente, permite “aceptar” una muerte que más ha de entenderse como un estrepitoso fallo de guion. Que la acción transcurra básicamente en la casa de campo que tiene el empresario, donde es atendido por una sirvienta y un chófer enigmático, que contribuye poderosamente a la creación de la tensión en torno del protagonista, permite acentuar la sensación de desvalimiento del protagonista, quien ha de ir, poco a poco, apropiándose del espacio desde unos sentidos que le confunden la memoria que él tenía del dicho espacio. Los primeros planos de la angustia y el desconcierto de John Gregson, y algunas escenas contundentes, como cuando repta por el suelo, tras caer, sintiéndose totalmente perdido, marcan un crescendo en lo que él entiende primero como posibilidad de que se le esté yendo la pinza y acaba identificando, posteriormente, como lo que es: una conjura de quienes lo rodean, su esposa y su mano derecha, para asesinarlo. El desenlace de la película es tan sorprendente que no va a salir de mis teclas ni la más mínima sugerencia de cómo se resuelve. Los espectadores inquietos pueden disponer de la película, en versión original en inglés, en YouTube, aquí: https://www.youtube.com/watch?v=-l3VCIcN-rM, aunque también hay una edición en vídeo, igualmente en versión original.

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