Después de Las
diabólicas y de Vértigo, una
adaptación de un clásico de Boileau-Narcejac: Faces in the Dark o la ceguera como castigo del orgullo desmedido:
un thriller intuido desde la oscuridad…
Título original: Faces in the
Dark
Año: 1960
Duración: 84 min.
País: Reino Unido
Dirección: David Eady
Guion: Ephraim Kogan, John Tully (Novela: Pierre Boileau, Thomas
Narcejac)
Música: Mikis Theodorakis
Fotografía: Ken Hodges (B&W)
Reparto: John Gregson, Mai Zetterling, John Ireland,
Michael Denison, Tony Wright,
Nanette Newman, Valerie Taylor, Roland Bartrop.
¡Menuda sorpresa me depara,
a veces, la cinta de correr! Ni la más remota idea de la existencia de este
thriller basado en dos autores cuyas historias han dado títulos capitales a la
historia del cine, y a las que esta puede sumarse con todos los honores,
aunque, desde el punto de vista de la producción pueda ser considerada como una
brillantísima película de serie B. El reparto y la música de Theodorakis, sin
embargo, nos hablan de una cinta con pretensiones, y se le ha de reconocer a
David Eady que haya sabido utilizar todo el talento que ha sido puesto a su
disposición. La película se presenta con modestia, con una puesta en escena
discreta, con planos medios y con una
tendencia al juego constante entre primer y segundo plano que llega a su
culminación cuando el protagonista, ciego, entra en la habitación de la esposa
adúltera y la cámara los enfoca a ambos, ella en actitud consoladora, hasta que
el primer plano de él, que ha oído un ruido delator, induce a que se abra el
plano y aparezca en primer término el amante a medio vestir, mientras el
marido, humillado, se aleja rápidamente haciendo mutis por el fondo del plano.
Por lo dicho ya se entiende, me imagino, que nos hallamos ante un thriller de
venganza que los amantes llevan a cabo contra el marido, cuando este, después de
un accidente en la empresa que dirige con mano férrea y notorio trato
despectivo hacia sus subordinados, queda totalmente ciego y con algunas heridas
deformantes en el rostro, lo que le confiere, un dramatismo añadido casi
expresionista. El accidente tiene lugar, además, justo el día en que la esposa
se había presentado en el despacho para comunicarle su intención de abandonarlo
y de divorciarse de él. La historia discurre básicamente por el drama que le
supone a un personaje hiperactivo y emprendedor convertirse en un ser lisiado
que no puede valerse por sí mismo ni para los negocios ni para ciertos extremos
de la vida corriente, como lo demuestra su incapacidad para encontrar el
enchufe donde conectar su maquinilla eléctrica. El punto de vista del espectador
se va desplazando inexorable y paradójicamente hacia el del ciego -puesto que
debiéramos hablar, propiamente, de “punto de percepción”…-, desde cuya ausencia
de visión acabamos los espectadores viendo lo que él no ve, lo cual es de un
virtuosismo cinematográfico absoluto. De hecho, la sustitución de la mirada por
los otros sentidos a lo largo de la trama,
será determinante para averiguar ciertos extremos de la película, como
la visita al cementerio en la que, a través de las yemas, lee la inscripción de
su propio nombre en una tumba, en vez de la del hermano, que ha desaparecido
misteriosamente…, o ciertos ruidos que permiten detectar presencias que quieren
ocultársele. En ese proceso de “combate” contra la ceguera, porque en esos
términos lo plantea: o ella o yo, no dejarse dominar, no convertirse en un ser
dependiente…, el protagonista, un magnífico John Gregson que, a través de la
voz en off, hace partícipe a los espectadores de su miedo a estar sufriendo un
proceso de enajenación mental, con un extraordinario poder de convencimiento,
libra una lucha dramática por la reapropiación informativa del resto de sus
sentidos. Sus desplazamientos en el espacio invisible, que él pretende de
reafirmación y que se acaban convirtiendo en desasosegante fuente de
inseguridad, logran acongojar a los espectadores, quienes tardan lo suyo en
empatizar con él, dado su agrio carácter indómito. A partir de la desaparición
del hermano, un John Ireland con escasísimo papel, para tratarse de un actor de
su categoría, y de la clara decantación de la esposa adúltera por su mano
derecha en la empresa, el elegantísimo Michael Denison, que forma un tándem
diabólico con la intrigante y seductora Mai Zetterling, sobre todo a medida que avanza la
película y la pareja no esconde, porque para el protagonista es evidente, su
afán de liquidar al inválido para quedarse con la empresa y con todo. En la
medida en que la película se va concentrando en el arte de la liquidación del
protagonista sin dejar el más mínimo rastro de que haya podido producirse un asesinato,
la angustia crece de forma paralela, algo que la trama acentúa a través de las
seguridades que el protagonista va adquiriendo, como cuando encuentra una
prenda de abrigo de su hermano en el cuarto de su esposa y deduce su muerte,
una muerte que, por colateral al impulso homicida de la esposa, sorprende a los
espectadores. Con todo, el enfrentamiento entre el hermano-cigarra y el
protagonista, quien lo mantiene económicamente, permite “aceptar” una muerte
que más ha de entenderse como un estrepitoso fallo de guion. Que la acción
transcurra básicamente en la casa de campo que tiene el empresario, donde es
atendido por una sirvienta y un chófer enigmático, que contribuye poderosamente
a la creación de la tensión en torno del protagonista, permite acentuar la
sensación de desvalimiento del protagonista, quien ha de ir, poco a poco,
apropiándose del espacio desde unos sentidos que le confunden la memoria que él
tenía del dicho espacio. Los primeros planos de la angustia y el desconcierto de
John Gregson, y algunas escenas contundentes, como cuando repta por el suelo, tras
caer, sintiéndose totalmente perdido, marcan un crescendo en lo que él entiende
primero como posibilidad de que se le esté yendo la pinza y acaba identificando,
posteriormente, como lo que es: una conjura de quienes lo rodean, su esposa y
su mano derecha, para asesinarlo. El desenlace de la película es tan
sorprendente que no va a salir de mis teclas ni la más mínima sugerencia de cómo
se resuelve. Los espectadores inquietos pueden disponer de la película, en
versión original en inglés, en YouTube, aquí: https://www.youtube.com/watch?v=-l3VCIcN-rM,
aunque también hay una edición en vídeo, igualmente en versión original.
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